Los veranos de la pamplonesa Susana Barasoain transcurrían en Villafranca. Allí, entre baños en la piscina y agradables excursiones por el campo, las horas se esfumaban sin prisas. A veces paseaba por el río y contemplaba el agua siguiendo su curso, como un símbolo de la vida misma: incierta, cambiante, pero siempre en movimiento: «Pasaba todo el día en la calle y regresaba a casa por la noche. Todo ha cambiado tanto desde entonces…», reflexiona mientras estira la mirada más allá de la ventana, que ofrece una bella estampa del monumento al encierro en la avenida Roncesvalles de Pamplona.
La creatividad moldeó su niñez, y también su presente. Siempre «pegada a un libro», tejía historias en su diario, narrando las aventuras que vivía junto a su cuadrilla para capturar de alguna manera la magia que coloreaba su vida cada verano. El dibujo también la acompañaba como una extensión de sus pensamientos y una manera de dar forma visual a lo intangible. «Mi madre era modista y en mi familia siempre ha habido mucha tradición artística. Trasladé mi vertiente creativa a la escritura, tenía mucha imaginación», sonríe para recalcar que, a sus 51 años, la literatura sigue estando muy presente en su día a día. «En mi mesita siempre hay varios libros. Además, una amiga mía tiene una librería en Barcelona y, cuando voy, descubro títulos nuevos», apostilla tras recomendarnos al autor Eduardo Mendoza.
Más allá de las letras, su gran pasión eran los idiomas. De hecho, realizó infinitos intercambios en Biarritz para «conocer otras culturas» y «pulir el francés». Sabía que, con el tiempo, viajaría a más y más lugares. «Y así fue», asiente orgullosa justo antes de narrar su etapa universitaria, donde aquella inquietud por viajar incrementó.
DE FRANCIA A INGLATERRA
Nuestra protagonista se decantó por estudiar Derecho en la Universidad de Navarra, pues la percibía como una carrera «alineada» con todo lo que le apasionaba en ese momento. Al finalizar sus estudios, amplió su formación con un Máster en Gestión de Empresas por el ESCP Business School de París. Y entonces llegó el momento de adentrarse en el mundo laboral: «Hice prácticas en Sephora, colaborando en procesos de selección de personal para sus tres tiendas en España, ubicadas en Barcelona, Vitoria y Zaragoza. Los tres meses que pasé en la capital francesa fueron como un sueño».
Ya dominaba el idioma e intuía que su etapa parisina había llegado a su fin. «El inglés lo tenía más cojo, así que me marché a Inglaterra», apunta. Lo que en un inicio tan solo sería «una temporada» se convirtió en nueve años de trayectoria en las tierras anglosajonas. Allí trabajó en la compañía de calzado Bentley Worldwide Shoes, en Mánchester, donde se encargó de la administración de ventas y la diversificación del producto en el mercado europeo. Más tarde, fichó por Rocket Dog Brands en su sede de Londres como European Sales coordinator, donde lideró la atención al cliente en la división internacional de ventas de España, Italia, Bélgica y Portugal.
Después de casi una década en el extranjero, regresó a España. En esta ocasión, a Barcelona. Durante apenas tres meses, ejerció en el área de International Customer Care en la marca de zapatos Vialis: «La estancia en la empresa fue breve porque, de pronto, me surgió la oportunidad de trabajar en la Agrupación Española de Género de Punto«. Durante más de ocho años fue responsable de Asesoramiento y Comunicación de la organización y, además, participó en la creación del Clúster Catalán de la Moda y el Textil (MODACC). Ahí, precisamente, comprendió la importancia de favorecer la «conexión» entre diferentes compañías. Todo un aprendizaje que, tan solo un tiempo después, aplicaría en el Functional Print Cluster, donde ocupa el cargo de gerente desde hace cinco años.
MANTENER LOS CINCO SENTIDOS «EN MARCHA»
«No sabía mucho sobre impresión funcional, pero la percibía como un sector muy innovador. Y eso me atraía», atestigua. En concreto, se trata de un ámbito que combina tecnologías tradicionales como la serigrafía con materiales avanzados, como las tintas conductoras. ¿El objetivo? Crear «productos innovadores».

«Navarra está bien posicionada a nivel nacional e internacional porque aquí nació el clúster»
La impresión funcional puede aplicarse a sectores como la salud, la logística, la construcción o la movilidad. «Por ejemplo, en los suelos de las casas se pueden implantar sistemas que detecten caídas de personas mayores, o se pueden fabricar luminiscencias que se integren de manera menos pesada en los coches eléctricos. Actualmente, los vehículos llevan incorporada una parte electrónica que pesa mucho«, detalla nuestra protagonista.
Impulsar tecnologías avanzadas de impresión, crear nuevas oportunidades de negocio, actuar como un «motor» para la transformación industrial… Los objetivos del Functional Print Cluster son muy variados. Sin duda, el desafío más importante de Susana es «conseguir que las empresas socias conecten y salte la chispa entre ellas». Y, para ello, resulta esencial «mantener una actitud curiosa y los cinco sentidos siempre en marcha».
1.500 MILLONES DE FACTURACIÓN AGREGADA
El pasado diciembre, el clúster sumaba 85 empresas asociadas. De cara a este 2025, proyecta superar las 90. «Alrededor del 60 % son firmas navarras. El resto provienen de toda España. Su facturación agregada es de unos 1.500 millones de euros», apostilla.

Entre otros cargos anteriores, fue responsable de Asesoramiento y Comunicación en la Agrupación Española de Género de Punto.
En Europa, Alemania es el país que posee una tecnología «más madura», pero España, Finlandia, Francia y Portugal también se encuentran en una «posición dominante» en materia de impresión funcional. «Además, Navarra está bien posicionada a nivel nacional e internacional porque aquí nació el clúster. También hemos querido mantener aquí las oficinas de la Plataforma Tecnológica Española de Impresión Avanzada 3NEO», concreta al tiempo que matiza cómo su finalidad es potenciar la impresión funcional, la electrónica impresa, la impresión y la impresión 3D.
Uno de los principales retos del sector es abandonar la tinta de color y, en su lugar, emplear «una tinta más funcional» para todo aquello relacionado con la electrónica, como podría ser la de plata. Sin embargo, al tratarse de un material de tanto valor, se está estudiando un componente más accesible, como el cobre o el grafeno. «Como veis, este sector bebe mucho de la innovación, y eso es lo que más me gusta. Se trata de afrontar desafíos e intentar siempre ir más allá. La impresión funcional es todo un mundo de posibilidades», concluye sonriente.