Peio Arbeloa es el director general para España del mayor grupo cervecero del país, Mahou-San Miguel, un cargo que justifica sobradamente su invitación al foro Alimenta Navarra Meeting Point organizado el pasado mes de mayo por NavarraCapital.es. Allí nos habló de su empresa, que tiene 128 años de historia y da trabajo a más de 3.200 profesionales en 8 centros de producción de más de 70 países bajo 50 marcas. En 2017 ha conseguido una cifra de negocio de 1.262,2 millones de euros y ha realizado una inversión de 87,9 millones de euros y un volumen de ventas de 16,6 millones. Una empresa con mayúsculas, vaya.
Pero ahora vamos a conocer quién es Peio Arbeloa, y cuál ha sido su trayectoria profesional hasta llegar donde ha llegado. Aunque estudió Derecho en la Universidad de Navarra no ha ejercido como abogado y Peio nos cuenta por qué se desvió de su camino hasta llegar a la dirección del grupo cervecero. “Buscaba una formación generalista, porque son estudios que te dan la posibilidad de elegir varias opciones, por eso hice Derecho y al terminar fui a Barcelona para estudiar un MBA en Esade, ahí recibí formación de marketing y financiera y eso me impulsó hacia el sector en el que estoy ahora. ¿Mi trayectoria? Pepsico, Findus, Nestlé, Pepsico otra vez y ahora Mahou-San Miguel. Navarra, Barcelona, Madrid… ”.
Pero a pesar de su formación, afirma que “para mi carrera profesional resultó decisivo empezar desde abajo”. Recuerda que al acabar el MBA los profesores les despidieron diciéndoles “algo así como que ya estáis preparados para poder dirigir la estrategia de una compañía, y quince días después me veía colgado de un arnés montando el indicador de una cabecera en un hipermercado, ¡en algún sitio debí perderme!”. Insiste en que los tres años que estuvo, como él dice, “tocando la calle y aprendiendo desde abajo”, fueron “críticos” en su carrera “y tan importantes como el máster, porque me enseñaron a entender que muchas decisiones que se toman en los despachos no se pueden implementar, y a la vez me dieron la sensibilidad de haber tenido que implementar decisiones de otros, en la calle, sea en la hostelería o la alimentación”.
“El peor jefe que tuve ha sido el mejor que he tenido. El 99% de las cosas que hacía yo las hubiera hecho al revés”
También supo aprovechar inesperadas e insólitas oportunidades de formación: “El peor jefe que tuve ha sido el mejor que he tenido”, afirma dejándonos un tanto confusos, y sonriente al ver el efecto que nos ha producido su confesión deja pasar unos segundos y se explica: “El 99% de las cosas que hacía yo las hubiese hecho al revés, y eso de pensar cómo lo haría yo fue una plataforma de aprendizaje terrible y muy efectiva. Respetaba su decisión, tenía que hacerlo, pero en vez de ponerme en modo negativo me planteaba cómo lo haría. Así aprendí… ¡buf! ¡Muchísimo!”
TALENTO Y BUENA GENTE
Teniendo en cuenta esas circunstancias, a la hora de buscar a sus colaboradores quizás no sea en los títulos en lo que más se fije. Se lo comentamos y nos da la razón: “Busco algo que es obvio, el talento, pero sobre todo buena gente, que se capaz de decirte a la cara lo que piensa, que no tenga miedos a la hora de hablarte claro. Eso es muy importante para mí”. Añade que “el liderazgo ahora no es jerárquico, eso ya es viejo, los liderazgos son transversales, son equipos en los que todo el mundo suma y que deben tener un clima en el que cualquiera pueda opinar, aunque se equivoque, y desde ahí construir”.
“La suma de talento, medio y equipos transversales da como resultado, normalmente, el éxito”.
Suena bien, pero ¿eso se puede llevar a la práctica en una gran empresa como Mahou-San Miguel, con una plantilla de 3.200 personas? Asegura que así es y que, de hecho, así es como trabaja: “Cuando cuentas con talento y medios la elasticidad es tremenda. La suma de talento, medio y equipos transversales da como resultado, normalmente, el éxito”.
Le pedimos que nos cuente las peculiaridades del proceso de la elaboración de la cerveza, y nos dice que el mundo del vino, “que lo ha hecho muy bien, habla de las cosechas, y nosotros también dependemos de las cosechas. Llueva o haga calor tenemos que elaborar la cerveza con el mismo sabor y características. Por eso es un acierto hablar de maestros cerveceros. Hay una magia ahí que creo que tenemos que poner más en valor”.
En cualquier caso, admite que “el sector vive un momento dulce, y eso facilita las cosas”. ¿Y el auge de las cervezas artesanas? ¿Llega a contemplarse como una amenaza? Peio Arbeloa, fiel a ese espíritu positivo que se deduce de sus opiniones, asegura que no solo no es así, sino que “nos están ayudando un montón, porque hacen que el consumidor tenga en su discurso la cerveza, que se interese, que conozca, que pruebe, y de eso nos beneficiamos todos. Es un movimiento muy positivo, muy positivo para la categoría”. Dicho lo cual nos puntualiza que en Mahou-San Miguel “también nos sentimos artesanos”.
“Los sábados juego al fútbol con mis amigos de hace muchísimos años, y luego nos vamos a almorzar a un bar, al de toda la vida. Para mí es un momento mágico”
Además es conciliador, y lo anterior es una prueba. Otro ejemplo: aunque exista la percepción de que cerveza y vino se disputan un mismo mercado, él dice que “ambos sectores son perfectamente compatibles, sus momentos de consumo son perfectamente complementarios”.
UN MOMENTO MÁGICO
Hablamos con Peio en Pamplona, donde viven sus padres y un hermano, “el otro lo tengo en los Estados Unidos”. Procura venir todos los fines de semana para, además de disfrutar de la compañía de sus familiares, “vivir un momento mágico. Los sábados juego al fútbol en la Universidad de Navarra con mis amigos de hace muchísimos años, y luego nos vamos a almorzar a un bar, al de toda la vida. Es algo mágico, donde uno recuerda quién es y de donde viene, ´donde lo que hay es verdad. Es una droga de la que jamás me desengancharé”, asegura riéndose.
Y ya puestos a hablar de fútbol, le preguntamos si es de Osasuna. Se ríe aún más y contesta “¡mucho! ¡Mucho! ¡Muchísimo! Osasuna es un sentimiento, trasciende, y mira que nos hace sufrir a los rojillos… Los veo siempre, por televisión y cuando juegan en Madrid y estoy allí voy al campo”. También es muy aficionado a la pelota y la practica, “bueno, en la medida que puedo, porque tengo cuatro hijas y eso supone que cuando una no tiene baloncesto la otra patina… Eso te condiciona la vida social pero por otra parte, como soy muy hogareño, no me supone ningún sacrificio porque estar en casa y con los míos para mí es un placer”. También en la medida de lo posible, se ve en Madrid con amigos de Pamplona con los que nunca ha perdido el contacto.
Por ahora no se plantea ningún cambio profesional, “he tenido la suerte de caer en una compañía que tiene mucha alma, y eso te cautiva desde el punto de vista profesional y también desde el personal”. Luego va a seguir en Madrid “sin perder mi arraigo a Navarra, soy muy navarro, hoy estoy en Madrid muy contento, mañana ya veremos”.