Es bióloga, investigadora y emprendedora, pero muchos aún la identifican como política. A Cristina Garmendia no le parece algo injusto que tras toda una vida profesional sea recordada por su paso por la política, considera que es “normal” porque “cuando ocupas una alta responsabilidad de gobierno estás más presente en la sociedad. Que una etapa política te proyecte socialmente a mí me parece bien, también es una manera de proyectar tu etapa previa profesional”.
De su experiencia como ministra destaca “la enorme responsabilidad que supone estar en un equipo de gobierno, porque puedes conseguir cambiar las cosas”. Y en lo que a su parcela se refiere señala aprobación de la Ley de la Ciencia, Tecnología e Innovación, “que intentamos que fuera una ley muy dialogada, muy consensuada y que permaneciera. No basta con formular la política, hay que implementarla, y para implementar una política hace falta establecer alianzas con la sociedad civil, hace falta estar muy presente en la vida de las personas”.
«En los países anglosajones la economía del conocimiento se ha preservado de los ajustes presupuestarios»
Uno tiende a imaginarse a quien ha pasado por un ministerio como una persona circunspecta y solemne, pero Cristina Garmendia es una mujer simpática, propensa a la sonrisa, que nos atiende con amabilidad y se somete obediente a las indicaciones de la fotógrafa. No rehúye ninguna pregunta, pero en ocasiones desvía la respuesta hacia terrenos que le resultan convenientes.
Por ejemplo, cuando le decimos si no le decepciona que los logros de aquél gobierno hayan quedado ensombrecidos por la brutal irrupción de la crisis y su labor tapada por las medidas impopulares y recortes que tuvo que adoptar, responde de acuerdo con el principio que dice que la mejor defensa es un ataque: “Cuando observemos esos años con perspectiva una de las primeras conclusiones que veremos es que estuvimos en una cercanía histórica con Europa en economía del conocimiento, la de la ciencia y la innovación, que espero que podamos recuperar aunque no llevamos el buen camino. Ahora observamos con preocupación que nos estamos alejando de la media europea”. Herencia, tal vez, de su etapa política.
Lamenta los recortes en los presupuestos de ciencia e innovación y pone como ejemplo a los países anglosajones, “que lideran la economía del conocimiento, bueno ahora también Asia, pero si miramos los tradicionales, independientemente del color del gobierno de turno se ha defendido la inversión en investigación y desarrollo como política clave y se ha preservado de los ajustes presupuestarios”.
Le pedimos que satisfaga nuestra curiosidad sobre cómo es una reunión de un consejo de ministros, una de esas en las que hubo que aprobar recortes, por ejemplo, pero de nuevo nos regatea al limitarse a señalar que se puede asemejar a los consejos de administración de las empresas o a cualquier órgano de gobierno: “Cada uno tiende a defender lo suyo, la clave está en las decisiones del que dirige”. Afirma que sigue sin militar en ningún partido pero que respeta “más que nunca” la política y, en ese sentido, aboga por reconocer los méritos de quien gobierna igual que se le critica cuando se equivoca, independientemente del partido al que se haya votado.
Por eso, lamenta que sea un deporte nacional criticar a los políticos, porque es un mundo en el que “hay personas muy comprometidas, con mucho talento, ideas y capacidad de influir y generar opinión a las que habrá que ayudar porque no se lo estamos poniendo fácil”. No tiene la intención de volver a la política activa, y precisa que “hay muchas maneras de hacer política. Yo tengo el privilegio de presidir la Fundación Cotec, que es un magnífico instrumento para intentar que los cambios vayan en la dirección adecuada desde la innovación, que la innovación irrumpa dentro de un modelo de cohesión social. ¿Eso es política? Yo creo que sí”.
«Existe una barrera cultural para las mujeres derivada de que no se tiene la percepción de que se da una desigualdad»
Cristina Garmendia no ha tropezado con graves inconvenientes en su carrera profesional por el hecho de ser mujer. Lo atribuye a que su padre, nacido en 1915, “fue un firme defensor de la formación para encarar la vida con libertad. ¿Tuve que luchar en un entorno familiar para formarme? Tooodo lo contrario, he tenido la oportunidad de tener una licenciatura, un doctorado, un máster, una formación en idiomas gracias al impulso de mi familia, sobre todo por mi padre. Y mi padre y mi tía, nacida en 1917, fueron empresarios. En mi época, tengo 55 años, el marco familiar condicionaba mucho el que el género fuese una dificultad para desenvolverse en el ámbito profesional”.
Reconoce que, en ese sentido, es una afortunada, porque muchas mujeres de su época se vieron afectadas por una decisión errónea: “Equivocarse de marido y aceptar que cada uno asume un rol en función de su género. Afortunadamente yo tengo uno que ha apoyado muchísimo mi carrera profesional como yo la suya”. Acostumbrada a moverse “sin ninguna restricción” por los consejos de administración, ha comprobado sin embargo “la insuficiente participación de las mujeres, en gran medida porque existe una barrera cultural derivada de no tener la percepción de que se da una desigualdad. Es difícil luchar contra algo que no te das cuenta de que está ahí”.
Garmendia dice que no se siente tratada de forma diferente en el ámbito profesional tras su paso por la política, “en todo caso se me ve como una mujer que tiene una experiencia adicional, la de entender cómo es la toma de decisiones para la definición de la macropolítica y la geopolítica, cómo es la relación entre los países, cómo funciona la política europea, en alto nivel… esa experiencia es difícilmente sustituible por ninguna otra, tiene un gran valor”.
La suya es una empresa de biotecnología dedicada a la ciencia y la investigación que sí ha superado la crisis. La fórmula, la misma que han empleado otras: salir al exterior. “Ha habido una gran restricción de presupuesto nacional que ha obligado a tener que competir fuera, y si compites bien en Europa tu proyecto cuenta con un aval mucho mayor. Durante la crisis la falta de financiación pública, y privada, ha mermado la creación de empresas y no ha permitido potenciar a las jóvenes, mientras que las que ya tenían una trayectoria han tenido dificultades pero han encontrado una salida en Europa”.
Garmendia dice ser consciente de la creciente importancia que tiene el contar con una plantilla bien formada: “Paul Krugman lo dice muy bien: si comparamos el viejo modelo productivo, basado estrictamente en la industria, respecto al nuevo, basado en la economía del conocimiento, el gran cambio es que la inversión se va a los activos intangibles. Por eso las personas y las organizaciones toman más relevancia que nunca, las personas somos el gran activo de la transformación que estamos viviendo”.
«La plantilla tiene que estar motivada para incentivar sus propuestas y hacer que se sienta protagonista»
Por último, le decimos que debe ser difícil tomar decisiones estratégicas en un tiempo de cambios políticos, sociales y tecnológicos tan acelerados como los que vivimos, pero una vez más da muestras de su ánimo positivo: “No, al final es vivir un momento de cambios, no sufrir un momento de cambios, tienes que adaptar tu organización para que sea competitiva en el cambio, es un concepto darwiniano. ¿Cómo? Abriendo mucho más las empresas a las alianzas con terceros, siendo más eficaces y contando con un talento comprometido, la plantilla tiene que estar motivada para incentivar sus propuestas y hacer que se sienta protagonista del cambio. La innovación no tecnológica es la clave del cambio”.
NOTA: Entrevista realizada tras el reciente encuentro celebrado en la sede de la CEN y organizado por APD. AQUÍ MÁS INFORMACIÓN.