Desde hace 11 años, cuando se hizo cargo de la dirección del Hospital San Juan de Dios, afronta constantes cambios legales y políticos de los que depende la actividad del centro, estrecheces económicas derivadas de la crisis, durante la que ha gestionado las obras del nuevo Hospital… Retos que Patricia Segura ha asumido y superado sin que su condición de mujer haya supuesto ninguna dificultad añadida.
Vayamos por partes. El Hospital San Juan de Dios viene firmando desde 1978 contratos, convenios y conciertos con la sanidad pública, primero con el Insalud y después con el Servicio Navarro de Salud, basándose en una normativa cambiante, lo que en ocasiones genera cierta confusión y propicia rumores que pueden inquietar a la plantilla del centro, como el que circuló a finales del año pasado y que aseguraba que los servicios que presta su Hospital iban a salir a concurso. La directora se reunió con los representantes de los trabajadores y les dijo “¿Cómo va a salir a concurso la actividad del Hospital si viene realizándola de manera estable desde hace tantos años? Es como si saliera la del Hospital de Navarra”.
Pero si ese argumento no resultara convincente podría recurrir a los hechos: “Nos están derivando actividad normalmente, el mismo tipo de paciente del año pasado, del anterior y de siempre. Ahora estamos en una fase de impasse, con prórrogas del convenio de 2013 y hasta que el Parlamento apruebe la Ley foral de Conciertos Sociales y podamos tener un concierto estable. En ese sentido no hay mucho problema”.
“Cuando el cambio es algo habitual en tu vida te adaptas esa situación, se convierte casi en una rutina”.
En cualquier caso podría pensarse que tanto cambio tiene que dificultar la gestión del Hospital, y su directora parece confirmarlo al señalar que “San Juan de Dios es complementario de la sanidad pública, si ellos planifican bien estamos muy tranquilos, pero si tienen incidencias se trasladan al Hospital. Dependemos de la actividad que nos deriven, y esa actividad no es constante, no se puede programar”. Pero con la actitud positiva que iba a ser una constante en la entrevista añade a continuación que “a las personas nos cuesta cambiar, pero cuando ese cambio es algo habitual en tu vida te adaptas esa situación, se convierte casi en una rutina”.
Patricia Segura no se cuelga medallas, más bien cuenta las cosas como si fuera sencillo algo tan evidentemente complejo como gestionar un hospital. Por ejemplo cuando explica cómo hacen frente a imprevistos de envergadura: “El Hospital de Navarra puede tener unas necesidades concretas porque, supongamos, tiene que hacer obras en un pabellón y nos dice, oye, os vamos a mandar más pacientes durante los próximos dos meses, ¿podéis? Y sí, podemos, porque tenemos una cintura muy flexible, porque sabemos que tenemos que ser capaces de dar respuesta a ese tipo de demandas”. Y al revés, cuando la sanidad pública dejó de derivarles pacientes que precisaban rehabilitación tras sufrir fracturas de cadera San Juan de Dios se adaptó a la nueva situación. “Nuestro personal sabe que hay que responder con agilidad a las necesidades cambiantes de la sanidad pública, porque de ello vivimos en alguna forma, y de que ellos sepan que tenemos capacidad para satisfacer sus necesidades”.
Esa visión pragmática podría interpretarse de forma equívoca, y quizás para evitarlo añade que “no debemos cometer el error de minimizar la complejidad del mundo sanitario”. Si ya de por sí es complicado, durante una crisis aún lo es más: “Es muy difícil aplicar reducciones presupuestarias en sanidad, sobre todo si es a corto plazo, pero nos ha pasado. Es que no puedes decirle a un paciente que no puedes mandarle a urgencias, ni dejar de atender a una persona mayor descompensada. ¿Qué te queda? Pues poco más que aplazar la consulta programada de quien tiene una patología no grave”. Y si coincidiendo con la crisis se llevan a cabo las inversiones multimillonarias que han transformado el Hospital estamos rozando el imposible. Pero se hizo.
Al ser preguntada por cómo se gestiona un colectivo profesional con tantas particularidades como el sanitario, Patricia Segura contesta que “escuchándoles y no desmotivándoles”. Luego amplia la respuesta y explica que “nosotros, como institución, tenemos unos valores y una forma de hacer las cosas que asume la gente que trabaja aquí: atender bien y de forma integral al paciente, ser hospitalarios, hacer las cosas con calidad, ser buenos profesionales. ¿Cuál es el papel de la dirección? Ser consecuentes con eso, demostrarlo, tratar bien al paciente sí, pero también a los profesionales, porque así esos valores se transmiten como una mancha de aceite por toda la organización”.
“Soy mujer, y las dificultades que eso suponga las afrontaré porque soy mujer, me ha tocado y estoy contenta de serlo”
La directora argumenta que esos valores son necesarios para quienes trabajan en un hospital, “porque atienden a personas que al enfermar salen bruscamente de su medio habitual, la familia se descompensa y nosotros tenemos que ser capaces de ponernos en el lugar del paciente y atender todo eso. Nuestro personal está preparado para hacerlo, e intentamos formarlo para que lo esté permanentemente”. Los valores sociales tienen tal importancia que la propiedad del centro, la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, no quiere que queden detrás de los religiosos en lo que se refiere al trabajo: “Nuestras directrices son nuestros valores, no unas creencias religiosas porque en eso la Orden da una libertad increíble. Ellos piden que se respete el ideario del centro, eso lo firmamos todos los trabajadores, pero al mismo tiempo respetan de manera absoluta tu formar de pensar y de entender la vida, no en vano otro de nuestros valores es el respeto. Y la autonomía que tenemos los gestores es enorme, porque la relación que hay es de confianza plena”.
“El hecho de ser mujer no ha sido nunca ningún obstáculo para nada, en absoluto”. Quizás para restar rotundidad a su confesión señala que en el mundo sanitario la mujer está muy presente, con más representación en puestos directivos que en otros sectores, de hecho el equipo directivo del Hospital lo integran tres mujeres y dos hombres. También dice que “he tenido suerte, probablemente”. No es sólo suerte. Es, de nuevo, su actitud positiva: “En un máster que hice me plantearon esto mismo en una entrevista, ¿afrontas el hecho de que ser mujer te puede suponer una dificultad? Y respondí es que soy mujer, y las dificultades que eso suponga las afrontaré porque soy mujer, me ha tocado y estoy contenta de serlo”. Asegura que nadie le considera menos por no ser un hombre, ni los trabajadores, ni los Hermanos de San Juan de Dios, ni directores masculinos de otros hospitales. “Lo que percibo es respeto, de mis superiores, de mis iguales y de todos”.
Patricia Segura no cree en las cuotas, ni le gustan. Considera que las mujeres y los hombres deben ser valorados por su capacidad y formación
Ni cree en las cuotas ni le gustan, considera que las mujeres deben ser valoradas por su capacidad y por su formación al margen de su sexo. Y sí, lucha cada día para demostrar su valía profesional, “pero es que un hombre también debe hacerlo”.
¿Cómo se motiva a personas que cada jornada conviven con situaciones dramáticas, como las que se producen en la Unidad de Cuidados Paliativos? Una vez más Patricia Segura relativiza la situación al apuntar que entre los médicos, enfermeros y auxiliares existe un grado vocacional muy alto. “Sí es cierto que pueden tener un mayor riesgo de sobrecarga emocional porque se enfrentan a situaciones complicadas, pero tengo que decir que los profesionales de Cuidados paliativos son jóvenes, con una motivación extraordinaria. Es más, ellos me motivan a mí, por eso decía antes que lo que hay que hacer es no desmotivarles. Tienen muchas iniciativas para mejorar la calidad de vida de los pacientes, y si son factibles les animo a que las hagan”.
La directora reconoce que no llega a desconectar del trabajo una vez que termina la jornada, aunque sí se evade en sus momentos de ocio, durante los que pasea, está con su familia, lee o juega al golf. “Vamos, no es que sueñe con el Hospital… bueno, a veces también”, reconoce entre risas, “lo que ocurre es que ahora venimos de una etapa de cambio que ha sido muy intensa, ha requerido un esfuerzo enorme, a las dificultades económicas se han sumado las obras del nuevo Hospital, un proyecto que ha requerido un gran cambio, y eso nos ha desgastado, claro”. No se atreve a decir si su trabajo es más absorbente que otros, “supongo que un empresario tampoco llegará a desconectar del todo, pero a veces hablo con gente que dice yo estoy de gerente, o de encargado, yo digo que soy, no que estoy. Soy la gerente de San Juan de Dios… hasta que deje de serlo”. Lleva once años en ello, superando los obstáculos.