viernes, 29 marzo 2024

andres-herreraEn una reciente visita a Barcelona, una amiga editora me contó su “teoría del nicho”. Me explicaba -a través de algunos fenómenos editoriales- el proceso que, un tipo determinado de literatura, debía recorrer para abandonar un minoritario segmento de mercado y acabar convirtiéndose en una corriente principal en los gustos sociales.

Entre los ejemplos, naturalmente, Juego de Tronos. Editada para España por Ediciones Gigamesh en 2002, catorce años después es un fenómeno de masas gracias, especialmente, a la serie homónima de HBO. El año de gloria para Juego de Tronos fue 2014, cuando el estreno mundial de su cuarta temporada superó la audiencia del final de Los Soprano. A partir de entonces sus seguidores no han dejado de crecer.

También, en 2014, la serie cimentó su uso como fuente de inspiración de la metáfora política. Ese año Pablo Iglesias coordinó Ganar o Morir. Lecciones políticas en Juego de Tronos. En su ascenso como fuerza política, a los “podemitas” les gusta verse como el ejército de “inmaculados” liderados por Khaleesi. Pero, alguno de sus dirigentes, parece más cercano a Tyrion Lannister o a Meñique, el hombre sin linaje que debe trazar su propio camino.

Pero no solo el mundo de la política se apunta al uso Juego de Tronos como fondo de armario de la alegoría. Por supuesto, la empresa también participa de la moda, ya sea para alentar a jóvenes emprendedores o para asesorar a los más experimentados directivos.

Frecuentemente, el denominador común de las metáforas usadas al referirse a  Juego de Tronos está relacionado con hechos y personas que mueven sus fichas en los territorios de Poniente. Un territorio delimitado al norte por un “el Muro”. Una construcción de proporciones gigantescas que protege el territorio de Poniente de los Otros, del mal. Más allá de la ficción, en la historia encontramos construcciones con similares propósitos: el Muro de Adriano o la Muralla China se levantaron también para defender los territorios del imperio de los Otros.

A este lado del Muro cierta estabilidad social y económica, seguridad jurídica, costumbres más o menos próximas, una cultura de los negocios compartida… Al otro lado, un territorio, en buena medida, todavía sin cartografiar; el frío de lo desconocido. Uno toma el tren en Tudela y, sin muchas complicaciones, se pone en Berlín o Lima. Ahora bien, visitar Changzhou o Teherán eso es otra cosa.

Los estrategas gubernamentales, las agencias públicas -o privadas- relacionadas con la empresa, y los consultores estamos hablando siempre de la necesidad de internacionalizarse. Pero, como me recordó hace poco una profesional vinculada a una asociación empresarial, eso no es tan sencillo.

Hay una casuística muy diversa que lleva a la empresa española a ser una de la menos internacionalizada de su entorno. Ante las dificultades que el exterior parece representar, la empresa prefiere operar a este lado del Muro. Y ese reflejo defensivo es refrendado cuando el objetivo prioritario para Navarra parece ser la Unión Europea. Pensar, en 2016, en Europa como prioridad limita la elaboración de un diagnóstico sobre el estado del mundo y, consecuentemente, dotar a la empresa y a la sociedad de los instrumentos necesarios para proyectarse, con decisión, más allá del Muro.

Mientras los estrategas se reúnen en la sala de mapas, los Otros siempre, antes o después, sobrepasan cualquier fortificación. Ya lo están haciendo. Ni el Muro de Hielo, ni la Delegación de Navarra en Bruselas, ni la actividad legal de la Comisión Europea podrá detenerlos: «Winter is Coming».

 

Andrés Herrera-Feligreras
Sinólogo; Consultor Senior de Emergia Partners


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