Desde hace pocas horas no dejo de recibir impactos de lo malvado que es Facebook desde los tradicionales altavoces de la radio, la televisión y la prensa escrita.
Todos los medios de comunicación se rasgan las vestiduras acusando a la red social sin rubor alguno, alargando el nervioso dedo acusador para señalar que han influido, como si ellos no estuvieran intentando hacer lo mismo desde que Marconi, Baird o Gutenberg pusieron a su disposición los soportes que hoy explotan.
Si bien es cierto que todos estamos de acuerdo en que estos espacios sociales digitales son unos negocios de volúmenes imposibles y con unos crecimientos desconocidos en lo analógico –la empresa de Zuckerberg ganó el año pasado 12.000 millones de Euros, con un crecimiento respecto al año anterior del 56%- en lo que tal vez no cayeron muchos es en que, el verdadero potencial de estas todavía jóvenes startups, está en el poder que tienen, el mismo maná eternamente ansiado por los tradicionales poderes fácticos, y que ahora ven como se lo arrebatan de un plumazo unos cuantos emprendedores imberbes que huyen del glamour y de la moqueta.
Tenemos que decir alto y claro que el uso de los datos de 50 millones de perfiles que han denunciado The New York Times y The Observer, en una acción de investigación conjunta, es una violación de la confianza de los usuarios y de las condiciones de aceptación. Sin embargo, siendo una flagrante ilegalidad, lo que hoy es un escándalo, mañana lo convertirán, sin duda, en una oportunidad en Silicon Valley.
Podemos clamar justicia, incluso venganza -como están haciendo los medios de comunicación tradicionales- pero la Economía del Dato es imparable.
No podemos obviar que el valor presente y futuro de las redes sociales ya no reside en la cuota publicitaria que pudieran alcanzar. El verdadero peso de sus cuentas de resultados está en los datos que puedan almacenar y ordenar. Es ahí donde centrarán sus esfuerzos y, por supuesto, legislarán, para, una vez más, demostrarnos que la tierra, además de redonda, es un mercado global.
Según el recientemente publicado informe ‘Digital In 2018’, elaborado por We Are Social en colaboración con Hootsuite, el 42% del población mundial utiliza redes sociales, de ellos, 2,167 millones de sus habitantes lo han hecho en Facebook. Más de dos millares de millones de personas que acceden libremente y que voluntariamente rellenan su edad, situación geográfica, gustos y que interactúan en busca de ocio, trabajo, investigación, cotilleo o lo que les venga en gana. Es decir, un servicio aparentemente gratuito, en el que no te obligan a nada, simplemente, a cambio, te piden el petróleo del Siglo XXI: tus datos.
¿LLORAR POR LA LECHE DERRAMADA?
Podemos clamar justicia, incluso venganza -como están haciendo los medios de comunicación tradicionales heridos en su ego- pero la Economía del Dato es imparable y cubrirá todos los aspectos de la economía, todos. Así, mientras las viejas economías europeas, sustentadas en soportes de poder vetustos y con fecha de caducidad, tratan de limitar lo que la propia ciencia aplicada global hace inabarcable, Estados Unidos, e incluso China, Rusia y otros países asiáticos, acumulan poder en forma de empresas tecnológicas.
La Vieja Europa, con sus soportes de poder vetustos y caducos está perdiendo la batalla ante una ciencia aplicada de forma global y unas potencias (EEUU, China, Rusia) que acumulan poder TIC.
De este modo, el valor bursátil de Amazon y Google, superaría con creces el PIB de España 2017: 1.435.644 millones de dólares frente a los 1.530.000 millones que supondría la suma de los gigantes tecnológicos, no siendo ninguno de ellos el que mayor valor acumula, privilegio ostentando por Apple con cerca de 900.000 millones de dólares, muy similar al PIB de Holanda.
Abrumadoras cifras de negocio, pero, sobre todo, abrumadoras cuotas de poder, las que, sin lugar a dudas, están alcanzando estas compañías de más que reciente creación. Poder económico, social, político y de cualquier color o sabor que queramos imaginar.
Poder generado en torno al dato y que no ha hecho más que comenzar, mostrando mínimamente sus posibilidades y provocando una reacción desorbita únicamente justificada por el miedo, por el terror de unos pocos a perder lo que nunca supieron mantener.
Guzmán Garmendia
Parlamentario foral. Grupo Paramentario Partido Socialista de Navarra
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