Veintiún días viviendo en una tienda de campaña, en los que la oscuridad nunca se hizo presente. Prácticamente sin agua, entre montañas heladas y con el cuerpo expuesto a temperaturas de frío extremo. Esa expedición en los montes Ellsworth, erguidos sobre el corazón de la Antártida, fue una de las que más huella dejó a Delia Rodríguez.
“Las dos primeras noches, el choque térmico es tan brusco que el cuerpo no sabe cómo reaccionar. Me puse a sudar muchísimo, pero la cuestión es mentalizarse y saber a lo que vas. Estuvimos haciendo muestreos para conocer la formación de los suelos, y todas las semanas venían aviones que nos traían suministros”, rememora la investigadora para Navarra Capital.
La navarra, de 43 años y natural de Urdániz, se define como una “enamorada de la geología”. Su aventura laboral comenzó dentro del mundo académico. Mientras trabajaba como profesora en prácticas, en sus primeros años como docente también realizó un doctorado en Bértiz de la mano de la Universidad de Navarra. Un proyecto que en 2013 la llevaría a Chile, donde dio clases nueve años. “Estudié las propiedades del suelo y la contaminación transfronteriza. Ese trasfondo geoquímico fue lo que me ayudó a conseguir un contrato en una universidad chilena”, relata.
“Me sentía con la necesidad de abrir fronteras y ser mi propia jefa”
En paralelo a la enseñanza, continuó vinculada a diversos proyectos científicos. Y ambas áreas le llevaron a viajar para estudiar la geoquímica del suelo o el comportamiento de las rocas.
“Con mis estudiantes hice muchas excursiones interesantes. Por ejemplo, fuimos al desierto de Atacama en los Andes. Y, en la rama de investigación, hice ese proyecto relacionado con el cambio climático en la Antártida“, detalla.
LA CREACIÓN DE LA EMPRESA
En 2020, decidió hacer un punto y aparte para regresar a España. Al principio, continuó como profesora asociada impartiendo algunas asignaturas online durante dos años, pero al término de la pandemia decidió apostar por un nuevo proyecto. “Me sentía con la necesidad de abrir fronteras y ser mi propia jefa. Me ilusionaba iniciar este proyecto porque la geología me dio una nueva mirada del mundo y me parecía inspirador poder transmitírsela a otras personas”, confiesa.
Quizá inspirada por aquellos viajes en los que compartió con sus alumnos todos los secretos de las rocas, minerales y piedras, constituyó su propia empresa para seguir ese camino. Su nombre, Argeo: “Mi objetivo es enseñar a observar la naturaleza con otros ojos. Lo que parece una piedra insignificante puede ser una reliquia que alberga una historia de dieciocho millones de años”.
“Mi objetivo es enseñar a observar la naturaleza con otros ojos. Lo que parece una piedra insignificante puede ser una reliquia, que alberga una historia de millones de años”
Así, plantea nuevos productos turísticos y sociales bajo la perspectiva de la geología, además de añadir esta visión a rutas ya existentes. Ahora está buscando colaboraciones con distintas entidades locales y sociedades culturales que tengan interés en alguna de sus iniciativas.
En concreto, entre los servicios que quiere desarrollar destacan los proyectos turísticos, la divulgación científica y las actividades guiadas. “Por ejemplo, se puede incorporar señalética y material audiovisual que ayude a conocer la geología de distintas zonas y organizar charlas, talleres o cursos de verano. Es un tema muy versátil, que puede abarcar desde la edad de las rocas hasta los usos industriales que se les dan”, resalta.
Rodríguez ya ha presentado varias propuestas que están pendientes de financiación. Entre ellas se encuentran ‘Aprende de tu entorno’, un proyecto de consultoría general para evaluar los terrenos, o una ruta interpretativa geológica por los alrededores de la foz de Lumbier, que ya ha expuesto al Consistorio: “Si todo va bien, podría ser una de las actividades previstas de cara a este verano. Tengo en vías de desarrollo otra ruta en Andalucía, pero las gestiones burocráticas van despacio y, además, los ayuntamientos están pendientes ahora de las elecciones”.
Además, destaca que este tipo de rutas están desestacionalizas, no se ven afectadas por agentes externos como los incendios y contribuyen al desarrollo sostenible de los entornos naturales. “Fomentaría que las comunidades rurales cuenten con rutas durante todo el año”, apostilla. También ha contemplado una posible ruta que vincula las Bardenas Reales con los rodajes de cine por sus atributos geográficos y visitas a cuevas como las de Mendukilo o Zugarramurdi.