El Instituto Navarro de Administración Pública organizó una jornada de participación ciudadana con el título: ‘El trabajo autónomo y género’ y, entre las distintas partes del programa, se desarrolló una mesa redonda en la que participaron cuatro mujeres autónomas que contaron sus experiencias laborales, tanto por cuenta ajena como autónoma, y las dificultades a las que se han tenido que enfrentar, la mayor, ‘la dichosa’ conciliación familiar y laboral.
Las bajas no son bajas, porque las madres autónomas casi siempre tienen que seguir al frente de sus negocios. Las ayudas económicas no están destinadas a ayudar con el cuidado de los hijos, sino en sustituciones laborales que son insuficientes en muchos casos. Y en la mayoría de las parejas, es la mujer quien tiene que renunciar a su desarrollo profesional para que la familia no se vaya al traste. Autónoma y madre es imposible, siempre tienes que renunciar a algo. Estas son algunas de las afirmaciones que se escucharon durante la mesa redonda de las profesionales.
LETICIA BLASCO, ARQUITECTO
Después de trabajar varios años por cuenta ajena, hace siete, en plena crisis, Leticia Blasco vio la oportunidad de ponerse por su cuenta, y no se ha arrepentido esta madre de Olite que ya tiene su propio estudio de arquitectura.
Inicialmente, trabajó en un estudio de otros profesionales y luego colaboró con una empresa, pero con la crisis llegó la falta de trabajo y los problemas: “Hace 7 años empecé con una socia y, con mucho trabajo, todo fue bastante bien”. Cuando se quedó embarazada, llegaron los problemas: “En ese momento tuve las dificultades reales: baja maternal, conciliar la vida laboral y familiar… Conclusión: un desastre. Conforme salía del hospital, iba hablando por teléfono con gente de trabajo. Y a mi sustituta no la formé lo suficiente, porque dependió al 60% de mí”. Con esta experiencia, en 2015, cuando volvió a ser madre, se lo planteó de otra manera: “Me cogí baja a media jornada, aunque ahora me cuesta mucho organizar mi jornada laboral. He tenido muchas dificultades por ser mujer y madre; y aunque salgo adelante gracias a la familia que me ayuda, mi chico no tiene el mismo problema”.
Leticia destacó cuatro puntos que considera importantes y a tener en cuenta por las instituciones para las madres autónomas:
- Sería bueno que se nos permitiese la baja a media jornada, desde el minuto 1.
- Esa bolsa de ayuda que se da a los autónomos, que no se destine solo a contratar a un sustituto, porque casi siempre tu trabajo es intransferible por la responsabilidad que conlleva, pero que te ayuden a contratar a alguien para que te eche una mano para cuidar de los niños, por ejemplo.
- Aunque un autónomo reduzca su jornada, es injusto que en tu cotización aparezca que es al 100 por 100.
- En mi caso, mi jornada laboral es la que mis hijos tienen de guardería y colegio, que es también un gasto añadido. Habría que estudiar de qué manera justificar que los gastos de guardería se pudiesen desgravar en nuestra declaración de la renta.
SWEET LOLITA TAFALLA
Laura Lacunza es la gerente de Sweet Lolita Tafalla Moda. Autónoma desde el 1 de septiembre, asegura que está siendo “una experiencia con trabas burocráticas, pero muy positiva. Aunque en estos tiempos de crisis, mujer, madre de familia… Pensar en ser autónoma era una locura”.
Esta tafallica había trabajado por cuenta ajena desde los 21 años y así estuvo hasta los 38. Y la primera traba que encontró fue por ser mujer y madre: “No se puede conciliar la vida familiar y laboral con dos hijos y una jornada partida”. Hace 3 años, hubo una reestructuración en su empresa y les dieron la opción de cogerla en franquicia, «así que yo decidí irme al paro tres años y estuve feliz. Pero mi inquietud volvió a surgir”.
Asegura que es de las que persiguen una meta hasta alcanzarla, sobre todo si es algo que le satisface personalmente. De hecho, una de sus aficiones es cantar y en los tres años que se tomó para pensar, creó la Escuela de Jotas de Larraga, donde empezó con 7 personas y ahora son más de 50. “Otro de mis sueños siempre había sido tener mi propia tienda, porque lo había vivido en casa con unas primas, así que cuando conocí una franquicia que se quería expandir por el norte, me puse a ellos. En el INEM me informaron y entonces llegué al Consorcio de la Zona Media, donde me ayudaron con marcas, estudio de mercado, inversión… Cuando tienes una idea en la cabeza, que de forma gratuita te ayuden a darle forma no tiene precio. La borocreacia en el ayuntamieto me ha costado más, por el tema de licencias, pero me dicen que está dentro de la normalidad, así que no me preocupo».
Con una inversión que la pudo sobrellevar, asegura que la tienda de apenas 4 meses de vida funciona muy bien. «Hay muchos gastos, me viene bien las tarifas planas, etc. Pero está decorada con muebles de traperos de Emaus restaurados por mi marido, mi bici de cuando tenía 12 años, la máquina de coser de mi abuela, yo limpio la tienda, atiendo, hago mis fotos, llevo Facebook…» Laura, recién estrenada en el mundo autónomo y a pesar de los inconvenientes, lo recomienda: «Mi experiencia de 4 meses y medio de autónoma es muy positiva y, como mis hijos son más mayores, ha mejorado mi conciliación familiar. Así que animo a quienes se lo plantee».
DE LA CIUDAD AL CAMPO
Raquel Moltó, es ganadera de vacas de leche, veterinaria autónoma con 43 años y madre. “Soy de Pamplona y, al contrario de lo que hace la mayoría de la gente, yo me he ido de la ciudad al mundo rural”. Desde pequeña le gustaba el campo y las vacas, así que con 21 años empezó a trabajar en Lecumberri, donde conoció al que después sería su marido. “Decidimos hacer una explotación ganadera y yo empecé de autónoma como veterinaria. Aunque las vacas te necesitan los 365 días del año, todo fue bien hasta que tuvimos los niños, que fueron gemelos, y menos mal, porque así me ahorré una baja (aseguró entre risas). La conciliación fue imposible en mi caso, así que me traje a mis padres a vivir con nosotros«.
Lleva 20 años siendo autónoma agraria y solo ha tenido dos bajas «una cuando tuve a los gemelos y otra por una operación. Ambas veces, me cogí el alta voluntaria”. Aunque como el resto de sus compañeras ponentes, no encontró grandes problemas laborales por ser mujer, sino cuando fue madre, porque también ha encontrado gente que la ha mirado raro por ser mujer de ciudad en un trabajo de hombres: “Imaginad cuando yo llegaba a inseminar una vaca hace 20 años, se esperaban a un tiarrón del norte y llegaba yo, pues me miraban mal”.
¿La conciliación? “Es difícil, y en mi caso, imposible; porque me pueden llamar a cualquier hora como veterinaria, por eso se vinieron a vivir con nosotros mis padres, para ayudarnos».
“Como dice un amigo mío, ‘Llego tarde a todos los sitios, pero llego’, no podemos ir de vacaciones, porque las vacas te necesitan 365 días al año y 350 estoy de guardia como veterinaria, pero soy feliz con lo que hago”.
KAREKIN KULTURA
Kati Leache, es de Aoiz, tiene 50 años y es autónoma desde hace dos. Siempre había trabajado por cuenta ajena y en distintas localidades, pero por conciliación familiar, decidió quedarse en Aoiz al hacerse autónoma y crear Karekin Kultura.
Asegura que nunca encontró “cortapisas por ser mujer, ni en el trabajo, ni en el estudio». Pero, ¿cuándo llegó su primer problema? “Mi primer problema surgió cuando fui madre. Mi pareja pudo desarrollar su carrera, pero yo no, porque la sociedad no está preparada para madres trabajadoras, no se apoya”. Y por supuesto, «el trabajo doméstico no está valorado ni económicamente, ni nada, además de que dificulta el desarrollo profesional de las mujeres”.
Kati emprendió hace dos años, como “culminación de una búsqueda personal, familiar y vital. Emprendí desde lo que yo soy, he sido y quiero ser”. Había tenido trabajos buenos y bien remunerados, otros peor, jefes de todo tipo y situaciones diversas, pero acercándose a los 50, con su madre de más de 90 años y una situación problemática en casa, “decidimos en pareja que yo me quedaba en casa para cuidar a mis padres y a uno de mis hijos”. Ahí es donde empezó a darle vueltas a la idea de ser autónoma y recibió mucha ayuda desde el Vivero Cederna Garalur. Había sido gestora cultural toda la vida y ahora: “Me dedico a todo lo que sepa y pueda hacer, creo que es un rasgo femenino: crianza con respeto, escuela de familias con Apyma de Aoiz, todo lo relacionado por la emoción y terapia, talleres de creatividad de todo tipo, escaparates, bodas, decoración, merchamdaising, Kulturbus, Lónguida recuerda, revalorización del patrimonio, con la federación de coros, talleres para integración de niños…»
Su carrera como autónoma es exitosa y, aunque la tuvo que aparcar unos meses por un cáncer y un tratamiento de quimioterapia, siguió desarrollando ideas desde casa, porque nunca olvida una máxima que se repite cada día: “Viniste a ser feliz, no te despistes”.
Una información de Yosune Villanueva Lucea para Navarra Capital.
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