jueves, 9 mayo 2024

Belleza a prueba de verano

En ocasiones, el cuerpo y el corazón no se ponen de acuerdo. Llega el momento más esperado del año por muchos, pero aunque nos pese, lo cierto es que el sol, el agua de mar y el cloro de la piscina causan estragos en nuestro físico. Como renunciar al disfrute no es una opción, os proponemos una serie de recomendaciones para gozar de la temporada estival sin renunciar al cuidado de la salud.


Pamplona - 15 julio, 2023 - 00:07

Aunque esperado por muchos, el verano trae consigo consecuencias no deseadas para la piel. (Fotos: cedidas)

Hay cuatro palabras que asociamos con el verano: vacaciones, sol, playa y piscina. Sin duda, definen perfectamente esta época del año. Llega el momento de descansar, de viajar (en la medida de lo posible) y de disfrutar del agua y el sol. Sin embargo, esas cuatro palabras típicas del verano que tanto nos entusiasman también suponen cambios en nuestras rutinas. En resumidas cuentas, las vacaciones provocan efectos -a veces no deseados- en el cuerpo. Expertos de Nutritienda explican cómo nos afectan el sol, la sal y el cloro, para comprender mejor por qué debemos cuidarnos de forma un poco diferente durante la temporada estival:

1. Los efectos del sol:
La luz del sol tiene múltiples beneficios, pues contribuye a que el organismo produzca vitamina D. Sin embargo, estar expuesto mucho tiempo bajo la luz solar es nocivo para la salud. La luz ultravioleta o UV del sol, en concreto, puede causar daños en la piel, ya que interactúa con las células cutáneas y genera radicales libres. Los radicales libres son moléculas de oxígeno que se liberan en el organismo de forma natural. En exceso, además, pueden provocar la aparición de lesiones cutáneas como manchas o arrugas y contribuyen al envejecimiento de las células.

2. Los efectos del cloro:
El cloro es un elemento químico que se utiliza para desinfectar y purificar el agua de las piscinas. Su función es acabar con virus, bacterias y otros parásitos. Si se añade en las cantidades adecuadas a la piscina, no supone un riesgo para las personas, pero, aunque cumple un papel esencial en materia de salud pública, puede resecar y deshidratar la piel, además de dejar el pelo áspero y sin brillo.

3. Los efectos del agua de mar:
El agua de mar es rica en cloruro de sodio y otros elementos químicos como el magnesio, el potasio o el calcio. Por eso, tiene efectos antiinflamatorios y bactericidas que ayudan a cicatrizar y curar pequeños cortes y heridas. Además, la sal actúa como un exfoliante suave, similar a un peeling superficial: elimina las células muertas y las impurezas que se acumulan en la piel. Ese efecto exfoliante es beneficioso para tratar ciertas enfermedades cutáneas, como la psoriasis. No obstante, la sal presente en el agua también puede irritar la piel y las zonas con mucosas, como la nariz o la boca. Por ello, es necesario reforzar la hidratación después del baño en la playa.

Para reducir los efectos dañinos del verano en la piel, desde Nutritienda han recopilado algunos consejos para modificar la rutina de cuidado facial y corporal en esta época. Varios de ellos se pueden aplicar todo el año, pero son aún más importantes en los meses de calor.

– Usar protector solar y reaplicarlo con frecuencia:
Los fotoprotectores crean una barrera protectora entre la piel y los rayos ultravioleta del sol. La mayoría de estos productos tienen filtros minerales que reflejan la luz ultravioleta y filtros químicos que absorben la luz para que la piel no sufra daño. ¡Cuidado! La radiación solar traspasa también las nubes, por lo que debemos protegernos incluso aunque no haga sol.

Hay que tener en cuenta que el agua, el roce de la ropa, el sudor o la arena reducen la efectividad de la crema solar. Por eso, se debe reaplicar con frecuencia (cada dos horas, más o menos) y siempre después del baño, en cuerpo y rostro. Igualmente, es imprescindible que tengan filtros UV, para que protejan de los dos tipos de rayos ultravioleta dañinos: los rayos UVA y los rayos UVB.

– Un extra de hidratación:
Después de pasar un día en la playa, tomando el sol o bañándonos en la piscina, resulta imprescindible ducharse para eliminar los restos de sal, arena, cloro o protector solar. Al mismo tiempo, la ducha ayudará a la piel a recuperar la hidratación perdida si se usan los productos adecuados. Así pues, es la época perfecta para usar un gel de ducha suave y con propiedades emolientes (por ejemplo, enriquecido con aceite de almendra o de jojoba).

– Sustituir la crema hidratante por aftersun:
Tras la ducha, llega el momento de rehidratar la piel en profundidad. En verano, aunque no vayamos a la piscina o a la playa, siempre estamos expuestos al sol, más aún si hemos pasado el día al aire libre. Después de un día al sol, es recomendable sustituir la crema corporal habitual por un aftersun. Estos productos están diseñados para hidratar en profundidad, pero también para calmar y regenerar la piel que ha estado expuesta al sol. En este sentido, ayudan a combatir los efectos de los radicales libres para prevenir el envejecimiento y tienen muchos otros beneficios: regulan la temperatura y dan una sensación de frescor muy agradable, prolongan el bronceado… Para aprovechar al máximo las ventajas de este producto, se puede usar al salir de la ducha y también a la mañana siguiente.

– Lavar bien el rostro por la mañana y por la noche:
Una vez que el cuerpo está bien hidratado, toca cuidar el rostro. La limpieza debe ser el primer paso de cualquier rutina facial, tanto en verano como en invierno. Sin embargo, cuando hace calor es, si cabe, más importante. Durante el día y mientras dormimos, la piel acumula suciedad y residuos que obstruyen los poros. Además, para conseguir que el resto de los productos de cuidado facial penetre bien en el rostro, es indispensable partir de un rostro limpio.

– Añadir a la rutina productos con antioxidantes:
Para combatir los radicales libres, que se activan con la luz solar, debemos añadir antioxidantes a nuestra dieta, así como incorporarlos en la rutina de belleza con productos enriquecidos. Estos nutrientes se encuentran en muchos alimentos ricos en vitaminas, como el brócoli, el tomate, el cacao o los frutos secos.

Uno de los antioxidantes más famosos es la vitamina C, pero no es el único. También la coenzima Q10 es un potente antioxidante que contribuye a la regeneración de la piel y a mejorar su elasticidad y firmeza. Existen muchos productos enriquecidos con estos nutrientes, como sérums o cremas faciales.

– Exfoliación para renovar la piel
Una vez a la semana, conviene dedicar un poco más de tiempo al cuidado de la piel. La exfoliación elimina los restos de células muertas, ya que las células cutáneas se renuevan cada 28 días. Adicionalmente, exfoliar estimula la circulación para ayudar con la renovación celular.

Las pieles más secas deben evitar exfoliar el rostro más de una vez al mes, ya que es un proceso que fatiga ligeramente la piel. En cambio, las pieles grasas pueden hacerlo hasta dos veces por semana. En verano, la exfoliación es un proceso imprescindible para conseguir un bronceado uniforme.

El momento ideal para llevar a cabo esta rutina es por la noche, ya que así permitimos que la piel descanse y se recupere durante las horas de sueño. Además, no es recomendable exponerse al sol justo después de exfoliarse, debido a que la dermis se encuentra más sensible.

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