martes, 19 marzo 2024

Caminos clandestinos

Muchos calzaban zuecos de madera. Pero en las suelas, la forma de los pies se tallaba al revés. Así, los guardias civiles creían que aquellas personas que se adentraban en los montes para comerciar ilegalmente con todo tipo de mercancías se dirigían hacia Francia, cuando en realidad volvían cargados… Otros usaban calzados cuya pisada tenía forma de herradura o de pezuña de vaca. Son algunas de las originales artimañas que los contrabandistas navarros urdían para eludir la ley. Las rutas por las que transitaban callan cientos de historias legendarias.


Pamplona - 18 enero, 2020 - 05:55

Etxalar Gorosurreta, con las peñas de Aya al fondo. Una de las zonas de la ruta. (Foto: Javier Campos)

Mitos y leyendas salpican de misterio los frondosos bosques de la montaña navarra. Guerrilleros y contrabandistas riegan los relatos que miles de abuelos han transmitido a sus nietos en las zonas fronterizas con Francia, dibujando una época en la que el tráfico ilegal de mercancías marcó la vida cotidiana de sus habitantes. Por el día, pastoreaban sus ovejas como unos habitantes más en la zona del Baztan y Bidasoa. Por la noche, al abrigo de la oscuridad, recorrían en silencio los montes navarros convertidos en contrabandistas.

El estraperlo comenzó en el siglo XIX, a raíz de las guerras carlistas. Pero Etxalar por ejemplo, vivió su apogeo entre 1940 y 1970. Era una actividad habitual no solo en la frontera franco-española, sino también en puntos del interior donde se establecían controles policiales en dirección a las ciudades. 

Cuevas de Zugarramurdi, punto de inicio de una de las rutas propuestas.

Cuevas de Zugarramurdi, punto de inicio de una de las rutas recuperadas.

Para Navarra fue una constante a lo largo de los siglos. Y hoy, los amantes de la naturaleza y la historia encuentran en la llamada Ruta de los Contrabandistas, que recoge las antiguas sendas del estraperlo, una alternativa atractiva y apasionante para conocer más a fondo la región. Están la ruta de Baztan, la del Bidasoa…  

Los Pirineos son la frontera natural entre España y Francia. Una cadena montañosa que fue testigo de argucias y planes clandestinos para pasar todo tipo productos. A veces eran artículos de necesidad, a veces de lujo. Fueron el escenario de las más inverosímiles tretas para eludir la ley, aunque a veces la Guardia Civil hiciera la vista gorda por unos tragos de coñac.

Las piedras de estos senderos, sus árboles y arbustos fueron testigos mudos de secretos, de conversaciones silenciadas, de señales y símbolos clandestinos, códigos secretos, escondites en la noche cerrada. Y es que historias, anécdotas y confidencias hay infinidad, que bien conoce el abogado pamplonés Juan Frommknecht, autor del libro ‘Historias del contrabando en Baztan’. Él nos ayuda a entender cómo se desarrollaba esta práctica tan común.

La Guardia Civill vigilaba ciertas zonas por el día, cerca de sus cuarteles, porque sus agentes se sentían así más seguros. Por eso, los contrabandistas actuaban de noche, en lugares tranquilos y aislados. Conocían hasta las piedras del camino. Hubo varias rutas para llevar a cabo el contrabando entre Navarra y Francia. A veces se cogía la carga en las Ventas de Arraiz, que a su vez era recogida por gente en Lanz. «Los franceses no se arriesgaban. Eran los contrabandistas navarros los que debían pasar la frontera a Francia. Huían de las noches con luna llena, más iluminadas. Y buscaban sitios poco vigilados, como la zona del cementerio de Bera de Bidasoa», nos comenta Frommknecht.

También se llegó a pasar contrabando en coches y camiones en falsos fondos y techos,. El cobre fue de los artículos estrella. Y tras el fin de la Guerra Civil, el estraperlo comenzó a basarse en artículos de primera necesidad como pan, azúcar, ropa, bebida, encajes, puntillas, café… «Aunque en estos casos se tenía muy en cuenta el viento, puesto que el café huele mucho, podía arrastrar el aroma y delatarlos».

Casa típica de Bera.

Casa típica de Bera.

Muchos caseríos eran lugares de intercambio. Algunos incluso estaban ubicados en la misma línea fronteriza: por una puerta se entraba a España y por otra se salía a Francia. Los contrabandistas bajaban a San Juan Pie de Puerto o a Izpegi y llegaban hasta algún caserío, donde les esperaban los franceses. 

Más tarde comenzó el contrabando de personas y ganado, que se dejaban en la zona de Baztan para que pasaran la frontera. Eran grupos de pocas personas, principalmente niños, mujeres, ancianos, republicanos, judíos, portugueses… que vivían situaciones dramáticas. «La Red Comète, por ejemplo, era una ruta de asistencia por la que se pasaba a pilotos y oficiales aliados para que escaparan del territorio ocupado, con independencia del bando», añade Frommknecht.. 

Otra de las prácticas habituales se centraba en llevar legalmente un gran número de cabezas de ganado, haciendo mucho ruido. Mientras la Guardia Civil comprobaba que se estaban pasando de forma legítima, los contrabandistas conseguían entrar por otra zona hasta 500 animales de ilegalmente.

Detrás de estas redes, a menudo había empresarios que arriesgaban su dinero. Incluso algunos generales enviaban a los guardias civiles a vigilar zonas diferentes a aquellas donde en realidad se producían los intercambios. Ellos mismos eran cómplices…

Frommknecht cuenta cómo, antiguamente, existía una aduana en Belate. El cura de la zona «se ponía enfermo» una vez al mes y pasaba productos de contrabando a Pamplona. Entre las mercancías había hasta piezas de automóviles y de avión. ZIga es una de las localidades para visitar.

Ziga es una de las localidades para visitar.

RUTAS PARA TODOS

Una de estas rutas del contrabando ahora recuperadas une las cuevas de Urdax, Zugarramurdi y Sara. El recorrido está señalizado por un pequeño caballo azul, pintado en las piedras, y discurre entre prados y bosques. Es apropiado para familias y personas no demasiado entrenadas. Pero como realizar el sendero completo supone más de doce horas, se recomienda cubrir el tramo que une las cuevas de Zugarramurdi con el pueblo de Urdax, de unas tres horas.

Esta ruta deja la cueva principal donde se celebraban los aquelarres para llegar a una zona de caseríos dispersos en el entorno de la ermita de San Esteban. El sendero atraviesa después el roquedo kárstico de Berroberria y un bosque de castaños y robles que, sin mucho desnivel, conduce hasta Urdax.

La senda de los contrabandistas del Bidasoa, por su parte, es una travesía circular que discurre por caminos de montaña. Serpentea por espacios naturales protegidos de gran interés como los humedales de Txingudi, el Parque Natural de Aiako Harria, los montes de Artikutza, el Área Natural de Leurtza y el LIC de Belate, la turbera de Larrun o las cimas de Bianditz, Mendaur, Saioa, Auza, Alkurruntz y el propio Larrun.

Misterio, nostalgia, naturaleza, secretos… Estos senderos han sido testigos de pillajes, intrigas, emboscadas… Cada piedra, cada árbol, cada planta de la maleza y cada escondite en la espesura del monte guardan enmudecidos, en su frondoso verdor, las conversaciones y confidencias que escriben un pedazo de la historia navarra.

Fotos cedidas por el Servicio de Marketing e Internacionalización Turística del Gobierno de Navarra. www.turismo.navarra.es.

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