Como no sabemos nada de él, pedimos a Carlos Ros que se presente y nos revela que nació hace 53 años en Estella, donde hizo los estudios primarios en el colegio de El Puy y COU en el instituto. Después se marchó a San Sebastián para hacer la carrera de Ingeniero Industrial en el centro Tecnum de la Universidad de Navarra.
“Mi padre era arquitecto, como mi hermano Ricardo. De alguna manera, ese mundo técnico me viene de familia. Pero mi vocación siempre ha sido la física, me gustaba y me sigue gustando. La física, la astronomía, todo eso me vuelve loco”, dice riéndose. El ‘culpable’ de que acabara siendo ingeniero fue uno de sus profesores, el también estellés Miguel Iriberri, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Navarra (COIINA) y presidente de Fundación Industrial Navarra. “Me dijo que me dejara de historias, que me hiciera ingeniero y que después, si quería, podría estudiar Física o lo que fuera. Seguí su consejo y la verdad es que no me he arrepentido nunca”.
Cuando acabó la carrera, trabajó con una beca de investigación en el centro Tekniker de Eibar, especializado en fabricación avanzada. Volvió a Estella porque fue contratado por la empresa Centracero, de Murieta (actual Schmidt-Clemens), y tras una temporada en la fábrica que BSH tenía en Villatuerta se incorporó al estudio de arquitectura fundado por su padre, para entonces ya retirado, y al que su hermano había dado continuidad. “Son dos actividades que se complementan muy bien”. Pone como ejemplo la rehabilitación de la envolvente térmica del Colegio Remontival. “El proyecto lo hicimos entre los dos, yo la parte técnica y él se ocupó de la arquitectura”.
Un campo en el que trabajan conjuntamente es el de la eficiencia energética. Teniendo en cuenta los tiempos que corren, intuimos que, al contrario de lo que sucede para el común de los mortales, soplan buenos vientos para el negocio: “¡Tenemos muchísimo trabajo, muchísimo!”, confirma abriendo los brazos como tratando de abarcar toda la tarea: envolventes de edificios privados y públicos, auditorías energéticas o alumbrado urbano. “Este mundo está en absoluta ebullición, están saliendo múltiples subvenciones y ayudas europeas, del IDEA, del Gobierno de Navarra… Estamos a tope”.
“La capacidad del ser humano para revertir el cambio climático es muy limitada, además de que son procesos muy muy lentos”.
La crisis energética que padecemos, agravada por las consecuencias de la guerra en Ucrania, ¿es una evidencia de que estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades? Por extraer algo positivo de esta situación, ¿servirá para convencernos de que los fósiles son recursos finitos y contaminantes y de que debemos sustituirlos por los renovables?
Ros, que dice haber tenido siempre “conciencia medioambiental” alimentada por un “ecologismo bien entendido”, afirma que el mundo “no quería ver lo que estaba ocurriendo, con el planeta sobre todo”. Y que, por eso, cree que el verdadero problema es el cambio climático: “Había muestras más que evidentes de hacia dónde nos encaminábamos mientras mirábamos hacia otro lado, como que era algo que no iba con nosotros. Y nos hemos dado de lleno con una situación que es más que preocupante porque la capacidad del ser humano para revertirla es muy limitada, además de que son procesos muy, muy lentos. No hay más que ver el verano que hemos pasado y las temperaturas que seguimos teniendo”.
Nos sobrecoge pensar que alguien que sabe de lo que está hablando se muestre tan pesimista. Y aun a riesgo de incurrir en la conducta que denunciaba Carlos de no querer ver la realidad, optamos por buscar temas más amables. Acudimos al premio nacional concedido al estudio por las instalaciones climatización de un edificio en el paseo de La Castellana, o su participación en el proyecto del Parque Fluvial del sur de Madrid. Muestras evidentes de que desde Estella puede llegarse lejos: “Somos pequeños, pero si tenemos oportunidad de trabajar fuera de Navarra lo hacemos sin ningún problema“.
La reforma del parque de Aranzadi, que también lleva su firma, ha recibido asimismo premios internacionales. Y también son suyos los proyectos de urbanización del entorno del velódromo de Tafalla, múltiples instalaciones deportivas en toda Navarra… ¿Alguna otra obra importante a la vista? “Con el tema de la eficiencia energética estamos muy centrados. Hombre, tenemos en marcha las pistas de pádel, un gimnasio en Allo o una nave industrial en Estella. Vamos, no decimos no a nada, pero no salimos a buscar otras cosas”.
AL FRENTE DE LASEME
A pesar de todo, logra compaginar el trabajo con la presidencia de Asociación de Empresas de la Merindad de Estella (Laseme), a la que accedió en julio de 2021. Ya llevaba ocho años en la junta, desde que fue renovada por completo a raíz de la crisis económica anterior.
“Laseme había quedado en una situación muy delicada porque había hecho una inversión importante en un local. Entró una nueva gerente, María Luisa Elguea, que se propuso revitalizar la asociación, y nos sumamos una serie de personas para formar una nueva junta con Guillermo Erice como presidente”. Sin preguntárselo, explica que entró en la junta porque le pareció importante “poder trabajar por el desarrollo económico de Tierra Estella, un territorio que tiene dificultades para mantener su población y los servicios que le permitan sostener el bienestar social y económico”. “Quería ayudar a revertir esa situación”, agrega.
“Vamos a dar la paliza y vender Tierra Estella donde haga falta, pero somos muy pequeños y llegamos hasta donde llegamos”.
Los integrantes de esa junta congeniaron desde el principio. Consiguieron, con la gerente “tirando de nosotros”, sanear Laseme, que ha pasado de tener 90 asociados a los 130 actuales. “Creo que se notó una forma distinta de trabajar, más cercana”.
La siguiente fase fue idear y poner en marcha proyectos tractores que sacaran del ostracismo a la economía estellesa, una tarea muy intensa desarrollada durante ocho años tras los que Guillermo Erice pidió el relevo: “Y así me tocó a mí continuarla”. Preside su gestión el convencimiento de que el asociacionismo es una fórmula eficaz para contribuir al bien común. “Para mí lo bonito de Laseme son las reuniones de la junta, donde debatimos y vamos dando forma a las ideas en equipo con el apoyo, respaldo y aportaciones de los asociados. Es que en estas comarcas que somos pocos, y pequeños, resulta fundamental no solo el asociacionismo, sino la colaboración de los diferentes agentes sociales y económicos. Tenemos que estar todos a una, no puede ser de otra forma si queremos sacar algo adelante”.
Uno de los mayores problemas de Tierra Estella es la pérdida de población y su envejecimiento. En Laseme saben que la única solución pasa por conseguir atraer industrias que ofrezcan empleo y estabilidad a los jóvenes que ahora buscan su futuro en otros lugares. “De nada sirve tener los servicios básicos cubiertos si no hay quien los aproveche porque tienes que irte fuera a trabajar”.
Carlos Ros asegura que la asociación está “muy atenta a cualquier oportunidad, cualquier rumor”, para salir a ofrecer la comarca como lugar de asentamiento. “Lo hemos conseguido con Kersia y recientemente con Messer. Otros muchos nos han dicho que no. Lo intentamos cuando Ikea planteó abrir su centro de distribución que al final se ha quedado en nada, estuvimos con ellos peleando para conseguir que vinieran aquí. Vamos a dar la paliza y vender Tierra Estella donde haga falta, pero somos muy pequeños y llegamos hasta donde llegamos”. Por eso Laseme reclama el apoyo, en forma de “discriminación positiva”, del Gobierno de Navarra y de todo el espectro político para que sean derivadas a la comarca posibles solicitudes de instalación de industrias, contribuyendo así al equilibrio y cohesión territorial: “Pensamos que se trata de una apuesta estratégica para nuestra comunidad”.
Fruto de esa lucha, en la que están acompañados por otros actores de Tierra Estella, han conseguido “por fin” la subestación eléctrica. “¡Era la única comarca que no tenía una!”. “Eso causaba problemas tremendos a las empresas, incluso de potencia disponible y de calidad en el servicio, con microcortes… Ha sido una batalla que nos ha llevado ocho años. Hemos tenido que llamar a mil puertas, aún no funciona pero ya se está ejecutando”. Otro empeño es llevar hasta el último pueblo la conectividad. “Ahí, Laseme lo único que puede hacer es insistir en que la necesitamos, nuestro único recurso es ser muy pesados. Hemos mejorado bastante, pero falta mucho por hacer. Nadie va a instalarse en un pueblo para teletrabajar si no tiene una buena conectividad”.
También se propusieron contar con un campus de FP, “que nada tiene que ver con la FP tradicional”. “Sería vanguardista, con titulaciones nuevas, revalorizada, basada en la excelencia, inspirada en los modelos europeos y pensada para atraer estudiantes de toda España. Por eso hablamos de campus y por qué no de una entidad próxima a lo que es una universidad”. Pero el Gobierno foral acaba de hacer público un informe, donde concluye que la necesidad de plazas de FP en Tierra Estella no justifica la realización del proyecto. Ros defiende que su objetivo no era atender exclusivamente la demanda local. “La idea era captar talento y aprovecharlo para que generase aquí riqueza“, argumenta con cara de cierto fastidio.
“Hago carreras como la Behobia. La he hecho veinte veces y espero seguir corriéndola muchas más. Soy muy fan”.
Además de dinamizar el Clúster Functional Print, la asociación baraja iniciativas tan singulares como el Geoparque, consistente en el aprovechamiento del atractivo científico y turístico de lugares de Tierra Estella que tienen características geológicas especiales.
Fue el anterior presidente, geólogo, quien lanzó la idea inspirada en los geoparques existentes en Zumaia o la zona del Sobrarbe, que se centraría en los yesos, el diapiro, la falla tectónica que une Estella y Dax pasando por Lizarraga, el agua salada y otros enclaves peculiares, y ya se están dando pasos para hacerlo realidad de la mano de Teder, la agencia de desarrollo de la merindad estellesa.
Íbamos a dar por cerrado el capítulo, pero añade otro plan: la reconstrucción del Castillo Mayor de Estella. “No es un proyecto específicamente empresarial, pero todo lo que sea dinamizar la economía…”. Formaría parte de otra iniciativa más ambiciosa, la recuperación de todos los castillos de Tierra Estella, dando así un contenido más al Camino de Santiago a su paso por la comarca y al turismo de la zona en general.
Antes de marcharnos nos interesamos por un asunto que Carlos Ros ha mencionado de pasada y que no es muy común: su pasión por la astronomía. Tiene un pequeño telescopio con el que, junto a sus familiares, ven las lunas de Júpiter, los anillos de Saturno e incluso algunas galaxias como Andrómeda y la del Triángulo; identifican constelaciones; y observan eventos como las lluvias de estrellas, cometas o eclipses. “Es algo que me llamó la atención desde pequeño. Luego lo tuve un poco olvidado, pero lo he retomado y les he ido metiendo el gusanillo a mis hijos. Estamos muy pendientes de las noticias que van saliendo. Ahora alucinamos con lo que vemos gracias al telescopio James Webb. Cuando se publica alguna fotografía que ha enviado, enseguida lo comentamos. Bueno, y el choque de la sonda Dart con el asteroide Dimorphos… ¡espectacular!”.
Además, es un atleta consumado. “Divido el año en dos partes. En la segunda mitad, hasta Navidad, corro en asfalto. Hago carreras como la Behobia-San Sebastián, la he hecho 20 veces y espero seguir corriéndola muchas más porque soy muy fan. También me gusta mucho una media maratón que hay en Vitoria y he corrido algunos maratones en París, Barcelona, San Sebastián… El otro medio año me dedico a correr en el monte, lo que ahora se llama trail running, y también hago carreras de montaña”. Lo demás, ahora ya lo saben.