Carlos Sagüés llega con algo de retraso, viene de una reunión y le espera otra cita. Mientras revisa la agenda observamos su despacho, austero, con escasos detalles personales, y nos llama la atención la ausencia de referencias automovilísticas, salvo una figura que parece de cerámica de una furgoneta Volkswagen. Pero ni un cuadro con algún deportivo espectacular, ni modelos a escala… Al comentárselo nos confiesa que no es un apasionado a los coches, le gustan, aunque solo sea porque ha dedicado a ellos toda su vida profesional. “Me interesan más como tendencia, desde el punto del futuro de la movilidad”. Pues de eso, y de otras muchas cosas, vamos a hablar con él.
Pero empezamos por el principio: “Yo digo que soy pamplonés de toda la vida porque nací el 1 de enero de 1964 en el número siete de la calle Santo Andía. ¿Sabéis dónde queda?” Nos aproximamos pero no acertamos, “hay mucha gente que no lo sabe porque como no hay ningún bar…”, nos orienta y añade que su escuela fue “el Asilo del Niño Jesús, un colegio que había en las Recoletas, y estoy muy orgulloso de haberme criado en lo viejo hasta los 8 años, cuando nos fuimos a San Juan”. Describe la Plaza de la O como la de un pueblo, “con las mujeres haciendo punto sentadas en los bancos y nosotros jugando al fútbol por ahí”.
“Cuando empecé era la calidad, después pasó a la satisfacción del cliente ¡y ahora nos obligan a superar sus expectativas! Esto ya es…”
Pasó por los Jesuítas, estudió Empresariales –vuelta a “lo viejo”- y tras la mili, en 1989, “¡a trabajar!” en el negocio que había montado su padre, Nicolás Sagüés, asociado a Josetxo Alzugaray, “al poco de nacer yo”: la venta de coches. “Estuve en Fiat Medansa, luego llevé Opel Tudasa, bajaba todos los días a Tudela, volvía a cenar a casa de mi ex novia, me iba a dormir a casa y al día siguiente lo mismo. Tenía que llenar el depósito del coche cada dos días”. Sus tranquilos ademanes –apenas gesticula y permanece recostado en la silla con el hombro apoyado en la pared- contrastan con su locuacidad, habla rápido y pasa sin interrupciones de un tema a otro.
“Bueno, he dicho mi ex novia porque ahora es mi mujer”, aclara con una media sonrisa. Se casó con ella en agosto de 1992 “y en diciembre abrimos Opel Asmóvil y vine a trabajar a Pamplona”. En 2004 la empresa asumió también la concesión del Grupo Volkswagen. “Ahora tenemos Opel para Navarra, La Rioja y Zaragoza, y Volkswagen, Audi y Kia aquí, uno de cada cuatro coches que se compran en Navarra lo vendemos nosotros desde el Grupo Mundomóvil. Yo digo que no hay ninguna empresa en Navarra con tantos clientes si quitamos Telefónica, las de electricidad o CaixaBank”.
MUY NAVARROS
“Somos muy navarros y tenemos mucha relación con la población navarra”, proclama Sagüés, lo que le permite añadir que “hay clientes que se casaron con un coche nuestro, han ido con ese coche o con otro nuestro al bautizo, la comunión y la boda de la hija, o del hijo, le hemos vendido el coche para los hijos, es que esto no es vender un producto y adiós, no”. Se trata de fidelizar al cliente, opinamos, y tras resoplar explica: “Mira, cuando empecé era la calidad, después pasó a la satisfacción del cliente ¡y ahora nos obligan a superar sus expectativas! Esto ya es…”
El suyo es un negocio complicado basado en la confianza, en un doble sentido: “Después del piso, el coche es la compra más importante para la mayoría de las familias y como vendedor tienes que ganarte su confianza. Pero también tiene que darse una situación que genere confianza en los consumidores, ahora hemos tenido unas elecciones y lo que esperamos es que se forme un gobierno estable. Si se dan esas dos condiciones la gente viene, nos compra coches, se los reparamos y la empresa funciona. Si no es así, esto se para”.
Como a cualquier otra empresa del sector, la crisis les golpeó con fuerza, “nos pilló en medio de unas inversiones importantes y tuvimos que reducir personal administrativo y mano de obra, sufrimos… mucho, y vamos remontando poco a poco, pero no hemos notado que hayamos salido de la crisis y creo que la población en general tampoco”.
“Que el Gobierno deje de criminalizarnos. Si quieres descarbonizar el sector no prohíbas; incentiva”.
Tampoco contribuyen al optimismo los tiempos de cambio e incertidumbre que afronta el sector automovilístico: “El coche eléctrico viene, y para quedarse, pero no termina de llegar. No sabemos qué va a pasar, todo esto va a cambiar mucho porque luego llegará el autónomo que estará conectado e interactuará con otros coches, con el concesionario… Yo puedo superar las expectativas de un cliente, ¿pero cuando venga el coche solo?” ironiza. Mientras se aclara el horizonte concesionarios y talleres poco más pueden hacer que “estar al tanto de lo que pasa en el sector para adaptarnos y formarnos en lo que sea necesario”. Sagüés aventura que los cambios “van a ser más lentos de lo que la gente cree” porque “en España hay más de 22 millones de coches, digamos que normales, que van a seguir circulando, no van a ser cambiados de un día para otro, nosotros los seguiremos atendiendo. Además los eléctricos son caros”. En cualquier caso, pide al futuro Gobierno de España “que deje de criminalizarnos. Si quieres descarbonizar el sector no prohíbas; incentiva”.
Carlos Sagüés defiende que, ante ese panorama de dudas, puede ser muy útil la colaboración que impulsa desde la presidencia de la Asociación Navarra de Talleres de Reparación de Vehículos “porque el asociacionismo ayuda a mejorar el sector. Una de las misiones de cualquier asociación es la de influir en la sociedad, los políticos y el gobierno para conseguir esas mejoras. Pero también hay que hacer un trabajo interno, la asociación tiene que conseguir que el sector esté regulado, en nuestro caso evitando los talleres ilegales o la mano de obra sin contrato, para eso tenemos que dar a conocer las leyes y, si es necesario, asesorarles para que puedan cumplirlas. De esa forma se dignifica el sector y no tendremos competencia alegal y por lo tanto desleal”.
EMPRESA FAMILIAR
El Grupo Mundomóvil es una empresa familiar, por eso su dirección mira a los empleados “como personas” y trata de que quienes trabajan con él sean “gente positiva, que aporte y que tenga actitud, compromiso y, si lo puedo conseguir, que estén orgullosos de pertenecer al Grupo”. Además tiene que tener la correspondiente formación, “pero el perfil lo pone la marca, nosotros presentamos a unos candidatos pero la marca los examina y les hace pasar unas pruebas. Ahora mismo, gracias a Dios, los datos del paro van mejor y tenemos dificultad para encontrar trabajadores”.
“Estamos encantados con Osasuna, y ahora que ha subido a Primera División ni te cuento”.
Su actividad social es intensa, es un hombre inquieto con múltiples actividades y una de ellas le ha dado hace escasas fechas una gran satisfacción, porque su empresa patrocina al Club Atlético Osasuna. No es una simple inversión publicitaria o comercial, sino que les une una afinidad derivada del hecho de que “compartimos valores, nosotros nos sentimos navarros y ellos representan a toda Navarra, estamos encantados con Osasuna y ahora que ha subido a Primera División ni te cuento”. Ha acompañado al equipo en las recepciones oficiales y dice que ha sido “¡una gozada!”. Es rojillo “como todos los navarros, ¿no? Bueno, yo soy de dos equipos, de Osasuna por supuesto y del que juega contra el Real Madrid”. Aquí sí se permite una traviesa carcajada.
Carlos Sagüés… “añadir Salvide, que tengo madre”, nos reprende. Íbamos a preguntarle a Carlos Sagüés Salvide qué le gusta hacer cuando no está en su despacho cuando nos ha corregido, e inmediatamente responde: “Pasear por lo viejo, eso me encanta. Además voy todos los domingos a Belascoain, el pueblo de mis padres para comer con mi madre, en invierno a esquiar y en verano a Zuasti y ando en mountain bike, eléctrica”. Aún le queda tiempo para compartirlo con su familia y amigos, con los que echa unos potes “por lo viejo”, claro.
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