De un pequeño pueblo de casas blancas y tejados rojos, entre montes y praderas, salió hace cinco siglos un personaje histórico rumbo a las Américas, al Nuevo Mundo. Pedro de Ursúa, quien había nacido en 1526 en Arizkun en el seno de uno de los linajes navarros más antiguos, se convirtió en uno de los conquistadores de lo que hoy es Colombia. Fundó la ciudad de Pamplona al otro lado del Atlántico y murió en busca del tan ansiado El Dorado, cuando apenas contaba con 35 años. Pero su presencia y su historia siguió viva en el pequeño municipio del Valle de Baztan que le vio nacer. Allí, el Palacio de los Ursúa prolonga la historia de la familia, como lo hace el señorío que lleva su nombre. Difícil ignorar tamaño bagaje histórico.
Precisamente, aupado por esos siglos de historia, la familia Celayeta Alcorta quiso volver a poner a Arizkun en el mapa de lugares emblemáticos. Pero, eso sí, haciéndolo de una forma especial. Dispuesto a dotar al entorno de un hotel con encanto, del que carecía por aquel entonces, en el año 2003 inauguró el hotel Señorío de Ursúa. Para ello, reconvirtió un antiguo caserío propiedad de la familia Ursúa del siglo XVII en un establecimiento moderno, pero manteniendo esa tradición y ese aire de épocas pasadas. “Llevábamos un tiempo con la idea de abrir un hotel con encanto. Nos gustaba mucho la idea y buscamos un edificio característico y emblemático de la zona. Y el caserío lo es. Además, aunque hay documentación de su presencia a principios del siglo XVII, parece que ya estaba en pie desde finales del siglo XVI”, explica José María Celayeta.
Así que no lo dudó y se puso manos a la obra. El objetivo era mantener la esencia sin perder un ápice de comodidad y de prestaciones. Así que el hotel, que se erige aislado del casco urbano, en una zona tranquila y relajada, mantiene la estructura original del caserío y las fachadas, pero con una reforma interior completa para adaptarse a las demandas de los nuevos turistas. Todo ello ha permitido conjugar la tradición y la modernidad, la belleza de lo antiguo y la practicidad de lo actual, los aires históricos y actuales para trasladar al visitante a una época sin estrés ni agobio, sin prisas ni carreras, sin reloj ni tiempo.
Con diecinueve habitaciones, un de ellas suite y otras tres junior suite, el Señorío de Ursúa pretende ofrecer a sus huéspedes un lugar donde alejarse del mundanal ruido. “Ofrecemos descanso, tranquilidad, naturaleza… Un espacio donde recogerse y disfrutar”. Y así llevan ya quince años, en los que han conseguido convertir el caserío en un punto de referencia no sólo para los visitantes navarros, sino de toda la geografía nacional. “No cabe duda que para estancias de fin de semana, resultamos más atractivos para un turismo de proximidad, del País Vasco, Navarra, La Rioja… Pero para estancias más largas, tenemos, sobre todo, visitantes de Madrid, Barcelona y Valencia”, reconoce Celayeta. Disfrutar de la lectura junto a la chimenea, de las tardes de otoño en los salones de juegos, con billar incluido, o de una agradable visita al spa son algunas de las alternativas de este emblemático hotel. En el exterior, las alternativas son infinitas, y cada cual más atractiva. Desde el Señorío de Bertiz y la Selva de Irati, hasta la cascada de Xorroxin o la vía verde del Bidasoa, este hermoso valle esconde rincones espléndidos que es imprescindible visitar. Además, este paraje es una de las escalas importantes del Camino de Santiago Baztanés, que va desde Bayona a Pamplona. Una excusa más para visitar el caserío.
Este viaje por los hoteles Nobles del Reyno nos llevará la semana que viene al hotel Tximista de Estella. Un establecimiento único levantado en la antigua harinera de la localidad.