El proyecto de construcción europea ha pasado, desde sus inicios con la firma del Tratado de Roma en 1957, por momentos especialmente críticos como el de la crisis económica y del euro que obligó al rescate de tres Estados miembros: Grecia, Portugal e Irlanda en 2009 y 2010.
Sin embargo, ninguna situación vivida por el espacio comunitario es comparable al que nos ha tocado sufrir a raíz de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 o coronavirus. Una pandemia mundial a la que China primero y después el resto del mundo están tratando de hacer frente.
Si la UE nació de la necesidad de evitar guerras como las que asolaron el Viejo Continente en la primera mitad del siglo XX, ahora se enfrenta a la obligación de mostrar toda su utilidad en el gran desafío lanzado por una enfermedad a nuestro sistema globalizado en el siglo XXI. Una batalla que se libra en tres frentes distintos: el sanitario, el económico y el de la propia imagen de Europa ante el resto del mundo.
SIN COORDINACIÓN EN LA BATALLA SANITARIA
Cierto es que en estos primeros meses de la crisis la respuesta de la UE ha sido heterogénea y dispar y, por tanto, muy alejada de lo que deberíamos haber esperado de la fortaleza de nuestra unidad supranacional. Cada Estado afectado ha puesto en marcha medidas siguiendo de alguna manera, con mayor o menor premura, el camino marcado por China y Corea del Sur.
Italia y España, los más aquejados de contagios hasta la fecha, han optado por el confinamiento de la población para evitar el colapso de sus sistemas sanitarios ante la avalancha de casos. Sin embargo, la coordinación a nivel comunitario ha sido escasa.
“Ninguna situación vivida por el espacio comunitario es comparable a la que nos ha tocado sufrir a raíz de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus”.
Apoyar a la industria sanitaria para aumentar la producción. Mantenerlo dentro de la Unión Europea. Y esquivar los vetos nacionales. Son los tres pilares del plan de acción presentado por la Comisión Europea para hacer frente a los desabastecimientos de material médico como mascarillas y guantes en los Estados miembros más afectados por el coronavirus.
Presionados por Bruselas, Francia y Alemania han levantado su prohibición para exportar este tipo de material a socios comunitarios. A su vez, el Ejecutivo comunitario aprobaba la ampliación del periodo de solicitud de la Política Agraria Común (PAC) hasta el 15 de junio de 2020 como pedían Italia y España, los dos países europeos más afectados por el Covid-19.
En paralelo, ha creado un equipo de científicos expertos con el objetivo de que elabore unas directrices que “fortalezcan la coordinación de la UE y la respuesta sanitaria” ante la pandemia global. Y, por último, la Comisión desembolsará 80 millones de euros a la compañía alemana que desarrolla una vacuna para hacer frente al Covid-19.
MEDIDAS ECONÓMICAS TIBIAS
Los primeros y devastadores efectos económicos de la crisis de coronavirus se están ya empezando a notar no solo en las bolsas, sino en el mercado laboral, con la presentación en cascada de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo en las empresas afectadas. Los fantasmas de la crisis financiera se han instaurado en la crisis del coronavirus.
Bruselas prevé una recesión económica este año en la UE y zona euro por el virus.
“Haremos todo lo que haga falta para apoyar a los europeos y a la economía europea”, ha apuntado Von der Leyen. El Ejecutivo comunitario ha anunciado la “máxima flexibilidad” en reglas fiscales y ayudas de Estado y una inyección de liquidez a la economía de 37.000 millones de euros para amortiguar los efectos del Covid-19 en el mercado laboral, las PYMES o el sistema sanitario. Bruselas prevé una recesión económica este año en la UE y zona euro por el virus.
Pero, por el momento, las medidas adoptadas y las propuestas están muy lejos de lo que los Estados miembros más afectados solicitan. El BCE no accedió a bajar tipos, lo que ya supuso un jarro de agua fría. Después, el Eurogrupo se negó a abrir una línea de liquidez superior y se limitó a tomar nota de que las medidas fiscales ya anunciadas por los Estados miembros equivalen al 1 % del PIB europeo, mientras que las garantías públicas para asegurarse de que el crédito siga fluyendo a las empresas y la moratoria en materia de impuestos ascienden al 10 % del PIB.
Es de suponer que las barreras a tomar medidas más contundentes, por desgracia, irán saltando a medida que las víctimas del coronavirus vayan inundando Europa. Urge actuar en todos los frentes si no queremos que la Unión Europea salte por los aires por su falta de eficiencia y, en consecuencia, de credibilidad ante los ciudadanos europeos.
Jesús González
Periodista. Director del portal digital Aquieuropa.com