El Foro Económico mundial inicia en Davos su primera edición exclusivamente dirigida por mujeres. Un foro que pretende abordar los problemas globales -las crecientes brechas económicas, sociales, generacionales, de género…- desde una visión más inclusiva.
Tengo para mí que es una buena noticia que se aporte una visión femenina a todos estos aspectos. Para mí sin embargo lo femenino y su visión no es patrimonio exclusivo de las mujeres. Sino más bien, como ya decía Jung, “habita en todos” porque, al margen de su género, hay una parte femenina y una masculina en cada ser humano.
Lo femenino se vincula a hormonas y también a elementos históricos, sociales y culturales que pueden ser absorbidos por nuestros compañeros varones.
Lo femenino, se condensa en una combinación específica de valores, en una visión distinta de la realidad, sus retos y necesidades. Según los estudios que he conseguido recabar, varones y mujeres señalamos los mismos valores, pero en orden diferente.
Mientras lo masculino está más orientado a la acción, al resultado, al individualismo…, lo femenino se orienta a la gestación, al proceso, a que las cosas se hagan. Definimos de forma diferente el éxito. Valoramos de manera distinta el liderazgo.
“Creo que ha llegado el momento de reivindicar la esencia de lo femenino pero no solo en Davos sino allá donde estés”.
Si desde una perspectiva masculina un éxito es un balance boyante, desde una perspectiva femenina a ese balance le faltarán dimensiones: su impacto en el entorno, si ha exigido o no la deslocalización, si el equipo está emocionalmente satisfecho…
El liderazgo definido desde lo masculino nos habla de conseguir cosas juntos siguiendo a alguien carismático. Mientras el liderazgo desde lo femenino apela más a la unión, a sacar de cada miembro lo mejor de sí mismo para aportar al grupo.
Es por ello que considero una buena noticia que este foro sea liderado por mujeres, a quienes en principio les adscribo una visión más “femenina”, una aproximación más inclusiva, amorosa y cuidadosa sobre los temas a abordar.
¿DE QUÉ REVOLUCIÓN ESTAMOS HABLANDO?
Durante muchos años se ha trabajado mucho y bien en los aspectos formales de la participación de la mujer, en generar normas y marcos que nos permitan ser “iguales a los varones”. Nosotras aprendimos a abrazar la forma de hacer de lo masculino queriendo ser “iguales”.
Yo creo que ha llegado el momento de abandonar esa pelea, dejar que ese camino siga su curso. Creo que es momento de ir más allá y reivindicar la esencia de lo femenino en todos los aspectos de la economía y la empresa. Reivindicar la manera de hacer las cosas desde lo femenino, permitiendo que nuestra particular manera de hacer, los conceptos de éxito o liderazgo de nuestro lado más femenino prevalezcan en nuestra planificación, en nuestras actuaciones y en la valoración de sus resultados.
Me apena que Mme Lagarde afirme, como declaración de intenciones que “quiere poder demostrar colectivamente que incluso sin testosterona podemos producir energía positiva y constructiva para encontrar soluciones”.
La naturaleza nos demuestra que para que exista vida deben unirse el principio masculino con el femenino. Sólo así, fundiéndose, surge, se gesta y se produce vida, abundancia.
“Colocarnos en el palo del gallinero reservado al gallo morón y cacarear como él, reduce a un mero esperpento lo que podría ser una verdadera revolución”.
Yo, consciente de que sólo el 21 % de los asistentes a Davos son mujeres, celebro que hayan permitido a esa minoría tomar las riendas. Y trabajo cada día para que “tomar las riendas” no signifique cacarear pavoneándonos del cambio de hormona, sino empezar a trabajar para permitir esa fusión de hormonas que produzca vida y abundancia.
Cada día en mi trabajo insto al principio femenino que habita en hombres y mujeres a tomar las riendas de su quehacer profesional, para dar cabida en cada uno de nuestros puestos de trabajo a esa visión inclusiva, amorosa, que ansía un éxito respetuoso con uno mismo y con nuestro entorno. Ese impulso que combina la acción de la testosterona con la empatía y la intuición de nuestra tan necesaria progesterona.
Porque en realidad, aunque Davos está muy bien y es una buena noticia que les “permitan” a las mujeres por una vez en 48 años dirigirlo desde lo femenino, esta conquista nos pertenece a todos.
Más allá de las fotos de los grandes líderes, para mí se trata aprender a liderar cada uno desde nuestra personal combinación de lo femenino para crear un nuevo entorno económico y social. Pero no en Davos, sino aquí mismo, allí donde te encuentres.
Marta Martínez Arellano
Experta en Desarrollo Personal y Ejecutivo
Miembro de la red internacional BVC® de gestión por valores
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