María Leorza (30 años) se disponía a salir de viaje con su furgoneta cuando, de repente, sonó en la radio una canción que la inspiró. Era Freedom, del artista Pharrel Williams. Gracias a aquella melodía, visualizó cómo presentaría la primera colección de su firma de ropa, Arte se escribe con Amor: «Cuando sonó imaginé todo al detalle. Tuve claro que querría bailarinas de ballet vestidas con mi ropa, al ritmo de la canción. El escenario serían las Bardenas Reales«, explica la precursora de la firma a ValoresTOP.

@valores_top 🔴 #VALORESTOP | De coser por amor al arte a crear la firma Arte se escribe con Amor. Tras haber trabajado como #fotógrafa, #MaríaLeorza, de 30 años, se mudó a #Sevilla para estudiar #DiseñoTextil. Un viaje que se vio interrumpido por la llegada de la pandemia y que precipitó su regreso a #Estella. Primero participó en una iniciativa para confeccionar mascarillas y, más adelante, apostó por vender sus propios complementos. El proyecto derivó en la creación de una #marca de #ropa y en la apertura de una #tienda en la #CiudadDelEga, donde también imparte #talleres. #NavCapital#Diseño#Moda#fashion#style#outfit#look#Estella#Lizarra#complementos#shopping#ComercioLocal ♬ Freedom – Pharrell Williams

Natural de Estella, dio sus primeros pasos laborales como fotógrafa. Trabajó como freelance durante años hasta que, de pronto, sintió que aquel no era su sitio: «Me di cuenta de que no me llenaba y, sin dejarlo, pasé varios años buscando cuál podría ser mi verdadera vocación».

Salió de Navarra para poner rumbo a Sevilla con el fin de encontrar un nuevo camino. «Lo que más me gustaba de la fotografía era pensar la puesta en escena, construir y cuidar los detalles. También me encantan las artes plásticas y crear, así que decidí dar rienda suelta a esta faceta a través del diseño textil y la moda», indica.

Comenzó su formación en la escuela de diseño Metrópolis. Un trayecto que, al poco tiempo, se vio interrumpido por la llegada de la pandemia. «Al principio dijeron que solo iban a ser dos semanas y decidí volver a casa de visita junto a mi compañera de piso. Nos fuimos con lo puesto, dejamos allí las máquinas de coser…», rememora. Pero el confinamiento se alargó y, por tanto, también su estancia en Estella.

EL GRUPO DE WHATSAPP

En aquel momento, la escasez de mascarillas fue uno de los temas que copaba las portadas de los periódicos. Y, precisamente, confeccionarlas se convirtió en su primer proyecto textil. La diseñadora entró a formar parte de un grupo de WhatsApp, junto a otras modistas, desde el que se promovió una iniciativa para tejer estos artículos. «Me dejaron una máquina de coser y nos daban metros de una tela especial y gomas para elaborarlas. Tras coserlas, las recogían y las llevaban a un punto donde se distribuían de forma gratuita».

Pero su mentalidad inquieta, sumada a la gran cantidad de tiempo libre que tenía, le llevó a dar un paso más. Así decidió experimentar y crear sus primeros diseños. «Ya que me habían prestado la máquina decidí invertir 150 euros en telas para confeccionar algún producto y ver qué pasaba», evoca. A la vez, aprovechó para crear un perfil en redes sociales y dar visibilidad a sus nuevos artículos.

Empecé haciendo neceseres, bolsos… La idea comenzó a funcionar y esto fue a más

Aquella idea proporcionó a la diseñadora sus primeros ingresos. Decidió invertir el dinero de las primeras ventas en nuevos materiales para producir nuevos productos, y así sucesivamente… Casi sin darse cuenta, los cincuenta metros de apartamento en los que vivía se inundaron de patrones, telas, agujas e hilo. Incluso llegó un momento en el que no se veía ni la mesa de comer. «Aproveché mis conocimientos de fotografía para hacer las fotos de los productos. Empecé haciendo neceseres, bolsos… La idea comenzó a funcionar y esto fue a más».

María trasladó su taller a una habitación que le prestó su hermana. «Estuve bastante tiempo en su casa, hasta que vi que la idea se iba formalizando». Durante esta época, además, un suceso familiar también propició que decidiese no volver a Sevilla y apostar con más ahínco por su marca personal: «Estuve en contacto con mis tutores mientras trabajaba desde Estella y, a veces, las vicisitudes de la vida te empujan a buscar nuevos horizontes. Vi claro que me quería quedar aquí».

Fue entonces cuando puso en marcha la búsqueda de un local para consolidar Arte se escribe con Amor: «Ya tenía diferentes proveedores de distintos puntos de la Península. Me reunía con ellos en casa y no me parecía el mejor sitio. Así que hablé con una asesora para dar con un lugar en el que instalar mi tienda».

EL NUEVO LOCAL

Así encontró un pequeño local ubicado en la plaza de San Juan (Estella), al que se mudó hace poco mas de un año y que está dividido en dos pisos. En la parte superior, tiene su taller de costura. Allí, además de elaborar sus diseños, también imparte formaciones como talleres de patronaje y costura. «Quise sacarle el mayor partido posible y, por eso, lancé los talleres. En la parte de abajo está la zona de venta de ropa».

Hay personas de mi edad que no saben ni coserse un botón. Así que quería acercarles este oficio, que se está perdiendo

Imparte clases a dos grupos de iniciación y otros dos de patronaje y confección. «La gente está muy contenta. Hay personas de mi edad que no saben ni coserse un botón. Y lo que quería era acercarles este oficio, que se está perdiendo», destaca. Su filosofía se basa en diseñar ropa atemporal y dejar atrás el consumismo compulsivo que a menudo nos invade en cada temporada. «También quiero que se valore el producto artesanal», especifica.

Cuando decidió sumergirse en el mundo del emprendimiento, se apoyó en la asociación Teder. Sus representantes, de hecho, la ayudaron con las gestiones previas y las subvenciones. «Ha sido todo muy rápido y no soy consciente de lo que estoy consiguiendo en tan poco tiempo». Además, también hace decoración floral para bodas y eventos.

Hasta el momento, los 150 euros que invirtió en el confinamiento para ver «qué pasaba» han sido el hilo que le ha permitido tejer un negocio en pleno crecimiento. Pero, ¿dónde estará el techo de la diseñadora estellesa? Porque sus ganas de seguir superándose le hacen plantearse nuevos retos de manera constante: «Si tuviese más tiempo, tocaría más el ámbito las artes plásticas. Cuanto más indago en las flores, más me gustan. Y ahí todavía queda un camino por definir».