Nació en 1964 en Cabanillas, donde reside, y estudió en Tudela, primero en la Compañía de María y después en el instituto Benjamín de Tudela. “Como cualquier ribera” tuvo que ayudar a sus padres en las tareas de su negocio agrícola: “Pasaba los veranos cogiendo tomates, pimientos o lo que tocara”. Se marchó a Zaragoza para licenciarse en Ciencias Económicas y Empresariales, ya que tenía claro que su mundo era el de la empresa “porque también colaboraba en la gestión económica del negocio familiar y eso me gustaba”. De sus tiempos colegiales, recuerda una anécdota que ilustra sobre su trayectoria posterior: “Un día, vino a dar una charla al colegio la madre de una alumna, que era abogada, cuando mi imagen de las madres era el ama de casa. Esa mujer fue un referente para mí”.
Pero su andadura profesional comenzó, en 1987, como profesora de formación profesional en la ETI de Tudela y en la educación permanente de adultos. Dos años después, pasó al sector de la electromedicina, donde trabajó con su marido, José Ángel Rodríguez, y en 1996 pudo ver cumplida su vocación porque ambos fundaron la empresa Agenor Mantenimientos, cuya actividad se centra en dicho sector. “Tras 24 años, aquí estamos”, dice su directora de Administración y Finanzas, Dolores Garijo, abriendo los brazos como si quisiera abarcar todo el local.
“Estar todavía en dinámicas tan reivindicativas de siglos pasados no deja a los agentes sociales ver una realidad que va por otros derroteros”.
Parece inusual que alguien se tope con la electromedicina en la Ribera. Pero eso es lo que le ocurrió a su marido, ingeniero, en el quehacer laboral diario al servicio de la que entonces era su empresa. Frecuentaba los centros hospitalarios y se dio cuenta de que “iba a ser muy importante ayudar a los profesionales sanitarios en su trabajo con los equipos médicos que deben utilizar porque se estropean, necesitan mantenimiento… El fabricante puede arreglarlos, pero no podía ofrecer cercanía. Y José Ángel comprendió que era necesario que alguien estuviera al lado para intervenir cuando surgiera un problema”.
Eso es lo que proporciona Agenor: atención inmediata no solo a hospitales civiles y militares, sino “también a centros de atención primaria, de investigación, universidades…”. Pero el mantenimiento de los equipos no es el único servicio que ofrecen: “El hacer preventivos con los equipos, controles de legalidad… Tener eso dentro del centro sanitario es importantísimo porque así la máquina es totalmente productiva desde que se adquiere hasta que termina su vida útil. Eso es lo que consigue la electromedicina”. Estamos hablando de tecnología e innovación en un área muy específica, por eso precisa que sus empleados, unos 210, cuentan con estudios de ingeniería o titulaciones que les cualifica. Pero es un trabajo tan especializado que la empresa tiene que completar su formación.
Agenor es peculiar en su estructura. La sede, situada en Tudela, es mínima y acoge únicamente al personal administrativo. “Estamos digitalizados porque este trabajo así lo requiere. De ahí que la pandemia no haya cambiado nuestro método de funcionamiento. Estar en contacto con el personal siempre ha requerido herramientas informáticas que ahora han empezado a utilizar otros”. El resto de la plantilla se encuentra, por aquello de la cercanía, “donde esté el cliente”. Son 400 los centros que atiende en todo el país desde la capital ribera.
“Flaco favor hacéis los periodistas cuando nos planteáis preguntas de mujeres”.
Todos hemos visto imágenes de pacientes conectados a diversos aparatos y máquinas en las UCI. Un fallo de cualquiera de ellos puede tener consecuencias fatales y, por eso, la labor del equipo técnico de Agenor durante la pandemia “está siendo encomiable”, afirma con orgullo su directora de Administración y Finanzas.
“Hay hospitales que nos han felicitado junto a los sectores que son menos visibles: la limpieza, el ‘catering’… Nuestro personal ha estado al lado de los profesionales para atender esos casos tan horrorosos que hemos vivido”. “Somos parte imprescindible del sistema sanitario”, añade, y por si alguno piensa que exagera, expone las razones en las que basa su afirmación, remarcando cada una con un golpe con la mano sobre la mesa: “Hemos sido capaces de duplicar el trabajo de los respiradores para dar soporte a dos pacientes y hemos puesto en marcha en tiempo récord respiradores, centrales de monitorización, portátiles de radiología… Porque se han montado UCI donde no las había”.
El equipo de la firma ribera, “con su formación y experiencia, incluso ha creado dispositivos médicos de urgencia vital”, además de realizar tareas de descontaminación biológica con peróxido de hidrógeno o de habilitación de hoteles para alojar pacientes y sanitarios infectados. Reconoce que las crisis sanitarias “nos afectan en positivo porque nuestro trabajo es más intenso al venir a paliar las necesidades que conllevan”, pero también han vivido la gravedad de la situación en primera fila. Por eso, Dolores apela a la responsabilidad de cada uno y afirma que “duele” ver comportamientos irresponsables “de jóvenes, pero también de mayores”.
“NO SOY UNA FEMINISTA AL USO”
“Creo que flaco favor hacéis los periodistas cuando nos planteáis preguntas de mujeres; cuando nos decís, por ejemplo ahora con lo del premio, ¿quieres agradecer a tu familia por su apoyo? Eso no se lo decís a los hombres”. Como puede verse, Dolores Garijo habla muy claro y, aunque de las frases anteriores podría deducirse lo contrario, aclara que “no soy una feminista al uso”.
Lo demuestra con argumentos como los siguientes: “Como empresa, tenemos el problema de que las mujeres están menos dispuestas a hacer viajes de negocios. ¿Por qué? Tenemos puestos de trabajo que hay que cubrir con unas funciones a realizar, y me da igual si eres mujer u hombre. Pero si me pones cortapisas por ser mujer, es algo que tendrás que mirártelo como sociedad, porque las empresas no tenemos soluciones para todo. Dicen ‘los hombres lo tienen más fácil’. Pero no, los hombres han tomado decisiones muy duras, pierden muchos momentos familiares por su trabajo y lo ven normal, pero una mujer en esa misma situación no lo ve normal”.
“Dicen ‘los hombres lo tienen más fácil’ en el trabajo. No, los hombres han tomado decisiones muy duras”.
Eso no impidió que en 2017, “sin obligación legal alguna”, Agenor aprobara un plan de igualdad que ha permitido que el número de mujeres en la plantilla pase del 13 al 18 % actual, a pesar de la dificultad de contar con profesionales femeninas cualificadas a causa de su escasa presencia en las carreras técnicas. “Y cuando las encuentras, aparece la otra limitación importante. ¡Ay, es que viajar…!”. Deja la frase en suspenso con un gesto de impotencia, pero rápidamente se rehace para contraponer sus vivencias: “He tomado mis propias iniciativas, he ido a contracorriente, he necesitado decirles a mis padres ‘estáis equivocados porque lo puedo hacer igual y por eso me voy’. Son decisiones que van definiendo tu carrera profesional”. Una trayectoria en la que ha tenido “los mismos problemas” que su marido. “Somos padres de tres hijas y soy hija. Y, cuando uno ha tenido que salir de viaje, nos hemos organizado para atender tanto a ellas como a nuestros mayores”, asegura con firmeza, golpeando la mesa con el puño.
TECNOLOGÍA SIN MUJERES
Esos esfuerzos, personales y profesionales, se han visto recompensados con el premio Empresaria Navarra del Año, que concede la Asociación de Mujeres Empresarias y Directivas de Navarra (Amedna). Cuando recogió el galardón, destacó que lo recibía “como referente para otras mujeres”, recordando la influencia que tuvo en ella aquella madre abogada. E insiste en lo importante que es tener referentes: “De ellos nacen vocaciones, y pueden ser relevantes en materia de igualdad porque los chicos creo que tienen más a quien emular que las chicas”. Por eso, y mirando hacia un futuro próximo cada vez más tecnológico que requerirá especialistas, aboga por “trabajar para que más mujeres decidan estudiar carreras STEM” y puedan ser referentes para el resto.
“Un centro sanitario debe externalizar los servicios que no puede prestar, y eso no es privatizar”.
Vuelve al premio, elude protagonizarlo y dice que “reconoce el esfuerzo de las mujeres y los hombres que han traído a una empresa innovadora y tecnológica hasta aquí y estoy segura de que la llevarán lejos”. Si bien admite que influyó en el jurado el hecho de que una mujer dirija una firma en un sector tan masculinizado. Añade que “Agenor tiene un nombre que ha construido con el apoyo y confianza de los clientes, proveedores, distribuidores… Para todos ellos, nuestro agradecimiento”. Y nos pide un hueco en la entrevista para el sector tecnológico en Navarra, dando por zanjado el tema del premio. Se lanza. Recuerda que una de las prioridades de la S3 es la salud, con el reto de aumentar su eficiencia, “lograr metas con menos recursos”. Y Agenor y las empresas de electromedicina “saben mucho de esto”. “Aquí surge la famosa terminología de externalizar, privatizar… Un centro sanitario debe externalizar porque nuestros recursos como sociedad son finitos y, en una externalización, hay muchas sinergias. Los servicios de electromedicina lo están y eso tiene mucho de positivo para los centros sanitarios que, por sí solos y con sus recursos finitos, no pueden hacer lo que nosotros hacemos: especializarse, conocer multitud de equipos y nuevas tecnologías, llevar inventarios, controlar el cumplimiento de requisitos legales… Externalizar no es privatizar, sino sacar ciertos servicios que yo no puedo hacer para que los haga otro que sí sabe y mejorar en eficiencia. Lo que sí debe hacer el sector público es fiscalizar el trabajo de esas empresas que ha contratado”.
La entrevista ha sido larga, han quedado temas sin tocar. Pero solo queda tiempo para la prórroga, ese momento final en el que ofrecemos la posibilidad de que nuestros interlocutores expongan algún asunto que consideren que no debe obviarse. Dolores Garijo saca varios, pero hay uno que nos sorprende porque no es habitual plantearlo en esos términos, aunque a estas alturas ya debía habernos quedado clara su determinación: “Los agentes sociales se lo tienen que hacer ver, estar todavía en dinámicas tan reivindicativas de siglos pasados no les deja ver una realidad que va por otros derroteros. Deben reflexionar sobre la globalización del talento, las posibilidades de externalización… Eso es lo que mueve a las empresas a deslocalizarse, no hay más”. Le confesamos que no esperábamos que expresara sus ideas con esa dureza y nos corrige: “Más que dureza es la realidad”.