martes, 19 marzo 2024

Silvia Ezquerra, una herencia muy bien administrada

Con 35 años tuvo que hacerse cargo de la empresa que había levantado su padre en San Adrián a partir de un minúsculo taller. Y bajo su dirección ha crecido hasta convertirse en un grupo líder mundial en el sector de la maquinaria para las conserveras. Silvia Ezquerra, empresaria multipremiada, nos habla de sus éxitos y también de algún traspié.


Pamplona - 18 enero, 2020 - 06:00

Silvia Ezquerra, en la sede de su empresa, a la que ha dado un nuevo impulso.

Pablo Ezquerra empezó a trabajar en su San Adrián natal en un taller de reparación de automóviles al que los conserveros, a falta de un establecimiento especializado, llevaban sus máquinas cerradoras cuando se estropeaban. Entonces había en el pueblo hasta 70 conserveros. Ezquerra vio que era una actividad con futuro y que le gustaba más arreglar las máquinas que los coches, así que en 1972 dejó el taller y puso su propio negocio de arreglo de maquinaria conservera.

Los inicios fueron muy modestos, en el garaje de su casa, tan pequeño que solía reparar las cerradoras de botes de conserva en el propio camión en el que se las llevaban, sin descargarlas. Tenía una gran intuición y comprendió que también había un mercado en la maquinaria de segunda mano, que compraba, reparaba y vendía. Al aumentar los clientes, fue necesario alquilar una nave más amplia y de manera autodidacta, sin ninguna formación, se atrevió con la fabricación, reconstrucción y mantenimiento de máquinas cerradoras de envases metálicos y de llenadoras empleadas en la industria agroalimentaria. Había empezado el despegue de Talleres Ezquerra, hoy Ezquerra Group Seamers y con fábricas en Galicia, Bilbao, Murcia y Marruecos.

«Me llamaba la atención la oficina, me encantaba eso de coger el teléfono y la calculadora. Me pasaba las horas haciendo cuentas».

Es la hija del fundador y actual directora general, Silvia Ezquerra, la que nos resume la historia de la empresa de que se hizo cargo en 2007, con solo 35 años, cuando murió su padre. “Era un luchador nato y cuando le diagnosticaron el cáncer estábamos convencidos de que lo superaría. Aguantó seis años, pero… ¡Estuvo hasta el último momento trabajando!”. Durante esos seis años de enfermedad, ella fue preparándose para el relevo, lo que le lleva a decir que “la mejor universidad fue él”. Al principio fue difícil, “no es lo mismo estar acompañándole que estar sola e imaginando qué es lo que haría él ante un determinado problema”. Bajo su dirección y gracias a lo aprendido y a sus propias cualidades, la empresa ha ido creciendo hasta convertirse en una de las líderes mundiales en su sector. Un éxito que le ha llevado a recibir premios como el Mujer Empresaria Navarra de CaixaBank en 2017 (siendo además finalista a nivel nacional), el Mujer Rural de Navarra 2017 y el Empresaria Navarra 2019, que concede Amedna. También fue elegida líder empresarial de 2017 por NavarraCapital.es. Su trayectoria es, simplemente, brillante.

EMPRESA «TOTALMENTE» FAMILIAR

“Esto lo hemos vivido desde que nacimos, bajábamos la escalera de casa y ya estabas. A mí me llamaba la atención la oficina, me encantaba eso de coger el teléfono. Entonces no había ordenadores y era el único aparato que había por allá junto a la calculadora. Me pasaba las horas en el tallercito haciendo cuentas”, recuerda entre risas. Los tres hermanos dedicaban las vacaciones escolares al negocio familiar. Silvia en la oficina, su hermano «se ponía el buzo y al taller»… Y aunque con su hermana pequeña se llevan más edad, «algo también le tocó».

Los tres siguen en la compañía. Y también su marido. Es una empresa totalmente familiar, ¡y que siga!. Han tenido dos ofertas de compra «muy importantes de nuestra competencia amiga, extranjeras». Las dos llegaron «casi al mismo tiempo y poco después de morir mi padre”. Pero las descartaron. “Es un orgullo seguir con el negocio y estar donde estamos. Desprenderme de esto… no podría. Es la única empresa en la que he trabajado, mi arraigo con ella va más allá de lo profesional. Además, es que me encanta mi trabajo”.

Silvia Ezquerra (derecha), en la entrega del Premio Empresaria Navarra 2019.

En 2019 recibió el Premio Empresaria Navarra, que concede Amedna cada año.

Capearon como pudieron la crisis, que llegó con toda su violencia poco después de que asumiera la dirección del grupo. Aunque también es verdad que su cliente, el sector agroalimentario, no se vio tan afectado como otros. Ezquerra ha conseguido por méritos propios una posición de privilegio, pero también ha tenido experiencias negativas, como cuando en 2014 intentaron abrir una delegación en Perú con un socio local. “Su mentalidad no tiene nada que ver con la nuestra. Se trabaja muy muy distinto y nos encontramos una competencia muy fuerte. No salió”.

«El socio de Marruecos lleva poco bien eso de que le mande una mujer».

Por el contrario, y a pesar de sus recelos, la fábrica que Ezquerra abrió en Marruecos entre 2011 y 2012 ha sido todo un éxito. “Es un país que se ha europeizado muchísimo. Han abierto su mentalidad y, como exportan el 90 % a Europa y Europa exige calidad, ya no les vale lo de bueno, barato y bonito. Y sobre todo, en requisitos sanitarios”.

Aludiendo al premio concedido por Amedna, le preguntamos si la evolución de Marruecos ha alcanzado también a la consideración de la mujer. Y sin dejarnos terminar, hace un expresivo gesto y responde, con cierto desánimo, que “en eso no ha evolucionado nada”. Explica que su política es aliarse con socios locales, porque son los que conocen la realidad de sus países. «El de Marruecos lleva poco bien eso de que le mande una mujer». 

EMBARAZO EN LA EMPRESA

Eso nos da la oportunidad de hablar acerca de cómo se las ingenió para compaginar el trabajo con la maternidad de sus hijos, que ahora tienen 21 y 18 años. Se ríe antes de contestar “¿Conciliación? Mis nueve meses de embarazo fueron en la empresa. El primero fue buenísimo y en el segundo tenía que guardar reposo y lo guardé sentada en la silla de la oficina. Di a luz, estuve los tres días en la clínica y, al salir, me venía a trabajar. No sé qué es estar de baja” , asiente y vuelve a reírse antes de añadir que “con el paso del tiempo te arrepientes».

«Me reprocho que no pude disfrutar de los primeros meses de mis hijos, de cuando empezaron a andar o les salió el primer diente, cuando están malos y te llaman ¡mamá! Es duro, pero es lo que toca si quieres estar en primera línea. ¿Compensa? Pues hay días que sí y otros de arrepentimiento total… Es que no tienes elección”.

«Me reprocho que no pude disfrutar de los primeros meses de mis hijos”.

Le decimos que, al menos, los premios son una compensación. Pero desvía la conversación al señalar que “el mayor premio es tener la empresa que tenemos y tener contentos a todos los clientes con el servicio y la calidad que les damos». Pero sobre todo, «y lo he dicho muchísimas veces, lo mejor que tiene esta casa es su personal, sus trabajadores. Eso es lo más importante”. A la hora de contratarles, además de analizar su cualificación –“es difícil encontrar gente de determinado perfil en los pueblos”-, se fija en su lealtad, su compromiso “y que tenga iniciativa y ganas de aprender”. Toda la plantilla vive en un radio máximo de unos 20 kilómetros en torno a San Adrián.

En la empresa trabajan también su marido y sus dos hermanos.

En la compañía trabajan también su marido y sus dos hermanos.

Tiene dificultades, por ejemplo, para contratar a los ingenieros que precisa el departamento de I+D+i. Actualmente son diez, y Ezquerra invierte cada año más del 10 % de su beneficio en la innovación. “No es que inventemos nada, mejoras la tecnología existente para que sean más rápidas, versátiles, pequeñas, que tengan unas mejoras extras para el cliente en limpieza o engrase. Pero el cerrado de la lata está inventado y es así”. ¿Y de cara al futuro? ¿Diversificar, tal vez? “Somos bastante más cautelosos”, contesta inicialmente, pero a continuación agrega que “nos queda mucho por hacer y queremos meternos en muchas más cosas”.

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