Jorge Labarta, analista de mercados financieros que ya pronosticó con acierto la evolución del dólar y la libra con respecto al euro, avanzó el 8 de agosto, en una de sus colaboraciones para navarracapital.es, un posible desplome del oro, muy a contraviento de la mayor parte de la opinión general.
Los hechos le han dado la razón y a partir de esos días el oro no ha cotizado ni una sola jornada por encima de los niveles que nuestro analista consideraba previos a la caída.
Desde entonces ha caído desde los 1.359$/la onza hasta los 1.250$/la onza. “Sigo la evolución de este activo del que mantengo una opinión muy bajista; sin embargo, como ocurre con todos los activos, todos los días hay que tratar de interpretar si la fuerza vendedora sigue siendo más fuerte que la compradora, y viceversa”, indica Labarta.
Así que, lo que era un “valor seguro” parece que no lo era para tanto. Nos hicimos una pregunta: ¿Qué repercusiones podría tener esta depreciación en el sector? Y con ella nos fuimos a preguntar a algunos de los principales actores del sector en nuestra región
Pedro Bueno, de la joyería pamplonesa del mismo nombre, explica al ser preguntado por la repercusión que tienen las oscilaciones del precio del oro en su establecimiento que “las compras de joyería las hacemos muy espaciadas, por eso la fluctuación del precio del oro en unos pocos meses nos influye muy poco”.
Por el contrario, continúa, “sí se nota más en la fabricación por encargo o la joyería que tiene mucha presión comercial, que tiene menos margen porque su costo está más estudiado al fabricarse, generalmente, en grandes volúmenes”. Así, por ejemplo, en las alianzas de boda, los costes de manufactura son mucho más reducidos en relación con el oro empleado si los comparamos con otras joyas, “por eso la repercusión del valor del oro es importante y ahí sí que funcionamos con los precios al día, o a la semana, vamos”, explica para añadir que no tienen stock “fabricamos todo de encargo porque ese producto en concreto tiene todas las características para verse influenciado por las fluctuaciones del precio del oro”.
Cuando baja el precio del oro, ¿baja también el de los productos de joyería? Pedro Bueno admite que no es así: “Hombre, si se produce una bajada del oro muy fuerte y persistente en el tiempo no queda más remedio que ajustar los precios, pero generalmente no se hace por una cuestión práctica: en el comercio estamos obligados a etiquetar, con el precio final, no podemos estar cambiando las etiquetas de toda la joyería cada mes“.
Además, hay que tener en cuenta que el precio del oro es sólo una parte del precio de venta al público, “porque está también el margen comercial, los impuestos, los costes de fabricación, la hechura y la mano de obra… y estamos pagando una quinta parte a Hacienda con el 21% del IVA, una barbaridad”, declara.
Según el joyero pamplonés, nadie compra joyas como inversión: “No, la joyería es un producto de consumo, tiene la característica de que mantiene su valor frente a otros productos de consumo, un iPad a los diez años no vale nada, nada, y una sortija del mismo precio que un iPad sigue teniendo un valor. Pero como inversión la gente acude a los certificados oro que se suscriben en los bancos, es la manera de comprar oro”.
El cliente no va a la joyería para adquirir un lingote, aunque Bueno afirma que sí hay alguno que se interesa por ellos, como le ocurrió hace unos días. “Es algo tan raro, con unas connotaciones tan extrañas, que te hace plantearte por qué quiere comprar un lingote, con el carísimo precio que tiene ahora el oro. Por eso son temas que ni tocamos ni nos interesa hacerlo”.
Añade que quienes utilizan el oro como refugio para el dinero son los grandes grupos inversores, que son también los que hacen que su precio fluctúe porque especulan con sumas enormes. Corporaciones chinas provocaron una importante subida cuando la economía del país crecía espectacularmente, y ahora se mantiene en valores récord porque la rentabilidad de las inversiones en depósitos bursátiles es casi nula. “Pero nadie viene a comprar a esta joyería pensando la rentabilidad de una joya o en el oro como refugio de sus ahorros”.
La crisis económica unida al precio récord que mantiene el oro ha influido “muchísimo” en las ventas de las joyerías, algo que Pedro Bueno considera lógico teniendo en cuenta que “nuestro producto no es de primera necesidad, en absoluto, y eso hace que la gente lo relegue a los últimos puestos de su lista de deseos, digo de deseos porque la joyería todavía se desea, pero como capricho prácticamente ha desaparecido”. Lo único que más o menos se mantiene es la venta de joyas ligadas a la costumbre o la tradición, como los regalos que se hacen por maternidad, a los recién nacidos o en los compromisos matrimoniales. “Eso no ha caído, pero lo que es el caprichín… ufff. Pero bueno, eso pasa en todo el comercio”.
COMPRO ORO
También han notado la crisis en un doble sentido en la joyería Kela, en Pamplona, porque en su caso se dedican a la compraventa de oro y plata. Han menguado las ventas, pero hay más gente que acude a vender joyas o a empeñarlas. Sus propietarios, Ignacio Gambardella y María Soledad Giménez, indican que en su establecimiento compran oro y dan opción de recompra, es decir, admiten empeños.
Niegan la creencia popular de que este tipo de establecimientos abona una mínima parte del valor de la joya que compra, aunque reconocen que la gente acude esperando obtener más dinero del que reciben. “Muchos vienen a vender oro, por ejemplo de 18 kilates, eso es un 75% de oro y el resto aleaciones, y nosotros cuando compramos tenemos que estimar la ley que va a tener la joya, porque a veces lleva soldaduras que hacen que se reduzca su valor. Vienen a vender pensando que son 18 kilates pero a la hora de fundir la alhaja te encuentras con que son 16, por ejemplo”.
No obstante, los propietarios de Kela advierten que “como trabajamos sin intermediarios podemos ofrecer el mejor precio del mercado, por eso recurren bastante a nosotros, porque tenemos todo muy claro. Una joyería puede pagar más porque lo que hace es diseñar joyas con el metal que funde, es más versátil y no sólo se dedica a la compraventa”.
Aseguran que quienes empeñan “es muy poco lo que tienen que pagar para recuperar las joyas por encima de su precio“. Generalmente son personas que tienen problemas económicos, claro, pero los que vienen a vender joyas lo hacen por diversas razones, las han recibido en una herencia, o no las usan y para que estén ahí muertas de risa pues sacan un dinero a cambio, también piezas que se les han roto, una cadenita por ejemplo que tienen que cambiarle el cierre y no les interesa, o por situaciones de inseguridad, “oyen que han robado en casa del vecino y temen que les pase lo mismo”, afirman.
Al contrario de lo que ocurre en la joyería de Pedro Bueno, a su establecimiento sí acude gente para comprar un lingote de oro: “Hay gente que compra un lingote porque tiene un dinero que no va a necesitar en un tiempo y como siempre va a mantener un valor elevado supone un refugio para ese dinero. Es un servicio que prestamos, se vende al precio que tenga ese día y a eso hay que sumar el coste de fabricación y la pequeña comisión que cobramos. Luego, si lo quieren vender, se les abonaría el precio que ese día tuviera el oro restándole la comisión”, aclaran Ignacio Gambardella y María Soledad Giménez.