El frío ya se ha empezado a notar en todas las regiones de España, dejando incluso olas gélidas en muchos territorios. Todo ello afecta a las personas, pero también a sus mascotas, especialmente en sus salidas al exterior. A pesar de estar preparados para soportar bajas temperaturas en sus paseos, los canes sufren el contraste entre la temperatura del hogar y la del exterior, lo que puede derivar en problemas para su salud. De la mano de la veterinaria Nuria Gómez, Tiendanimal ha preparado una guía para conocer el frío que los perros pueden aguantar en función de su raza y su tamaño.
“En general, los perros más pequeños presentan un menor aguante al frío, ya que es muy frecuente encontrar que con una mínima bajada de temperaturas nuestro peludo lo percibe y a menudo también lo sufre», destaca la especialista. Las razas de gran tamaño, por el contrario, «llegan incluso a soportar temperaturas bajo cero». No obstante, tal como advierte Gómez, existen más variables que determinan cómo nuestro compañero puede sobrellevar el frío. Algunas de estas hacen referencia a la edad, la raza, el tamaño, el pelaje o el estado de salud de nuestra mascota. 
Si se atiende a la edad del can, por ejemplo, son los cachorros, los perros de avanzada edad y aquellos con enfermedades preexistentes o un sistema inmunitario débil quienes más tienden a acusar la bajada de temperaturas. Por otra parte, los perros más pequeños, con una sola capa de pelo, pueden llegar a soportar mejor el calor, pero están menos equipados ante el frío. Distinto es el caso de animales de mayor tamaño con pelajes más gruesos -como los que presentan las razas husky siberiano, san bernardo o chow chow-, que pueden permanecer en el exterior durante más tiempo.
«Por lo general, cualquier perro aguanta bien hasta los 7 grados centígrados. No obstante, las razas más grandes y medianas pueden soportar hasta los 4 grados de temperatura, que ya empiezan a resultar peligrosos para la gran mayoría de canes”, resalta Gómez. En este sentido, Tiendanimal realiza la siguiente división:
1. Los perros pequeños o mini -como chihuahuas, fox terrier, carlinos o bichones-; o las razas chatas o de nariz corta (llamadas braquiocefálicas) -como los bulldogs o los bostons– presentan «menor tolerancia» a las temperaturas gélidas por su tamaño y corto pelaje. Es a partir de los 12 grados cuando empiezan a acusar la bajada de temperaturas y padecer los riesgos asociados al frío. Por eso, en el caso de que las temperaturas bajen de 0 grados centígrados, sus salidas se deben limitar a un máximo de 10 o 15 minutos por trayecto. 
2. Los perros más grandes sufren las consecuencias del frío a partir de los 10 u 8 grados centígrados. En este sentido, será desde los 4 grados cuando el riesgo de salud empiece a aparecer. Cuando la temperatura sea más baja, en este sentido, se recomienda que los paseos no duren más de una hora. Esta regla no se aplica en el caso de las razas árticas,» que pueden permanecer afuera en el frío de forma indefinida, siempre que estén aclimatadas».
3. Los perros medianos de pelaje corto presentan una resistencia similar a la de los perros pequeños. Por su parte, los canes medianos de pelaje más largo tienen una tolerancia al frío similar a la que se evidencia en perros grandes.
4. Los perros de pelo largo, ya sean grandes o pequeños, presentan en general una mejor resistencia al frío, ya que el pelaje actúa como una especie de barrera protectora. 
Haga frío o calor, lo cierto es que los paseos diarios a la calle forman parte de una rutina imprescindible que debe seguir todo aquel que conviva con perros. Por eso, algunos aliados para sobrellevar los meses de invierno de la mejor posible pueden ser los abrigos, jerséis o chubasqueros disponibles en tiendas de mascotas.
No obstante, la veterinaria apela en última instancia al sentido común. “Si hace demasiado frío para ti, probablemente también le ocurra lo mismo a tu mascota. Cuida cómo abrigas a tu perro, así como las horas de los paseos, para que salga en las horas más cálidas posibles», argumenta. Asimismo, la experta invita a atender «en todo momento» a las señales de frío que los animales nos pueda enviar. «Por ejemplo, la forma de acurrucarse como un ovillo para mantener su cuerpo caliente, las orejas frías, la piel o los ojos secos o el estado de sus almohadillas, que pueden agrietarse”, finaliza.
