martes, 30 abril 2024

El joven ingeniero que cultiva la agricultura 4.0 y colabora con John Deere

Marcos Esteve y su familia son los únicos habitantes de Sansomáin, un minúsculo pueblo ubicado cerca de Tafalla. Ingeniero mecánico de formación, ha implantado GPS, drones, sensores de suelo, estaciones meteorológicas e imágenes satelitales en sus cultivos para aumentar su eficiencia y ahorrar recursos. Su trabajo le ha llevado a colaborar con la multinacional John Deere y a asesorar a agricultores de distintas regiones.


Pamplona - 6 febrero, 2024 - 05:58

Gracias a su trabajo, Marcos Esteve produce un 16 % más ahorrando un 60 % de tiempo. (Fotos: Maite H. Mateo)

El diminuto y desconocido pueblo de Sansomáin se encuentra a menos de diez kilómetros de Tafalla, a los pies de la Valdorba. Sus únicos habitantes son los ocho miembros del clan Pamias; ‘Nala‘ y ‘Luna’, dos mastines del Pirineo; y ‘Cenizas’, un gato acogido por la familia. Una estirpe que ha digitalizado sus tradicionales labores agrícolas gracias a Marcos Esteve, ingeniero mecánico que monitoriza los cultivos de la familia a través de las nuevas tecnologías.

Mediante sistemas GPS, drones, sensores de suelo, estaciones meteorológicas o incluso imágenes satelitales, este joven de 27 años busca aumentar la eficiencia de sus campos. De hecho, ha aumentado la producción un 16 % en un 60 % menos del tiempo requerido. Su visión y su excelente trabajo le han llevado a colaborar con la multinacional John Deere y a ofrecer asesoramiento a agricultores de toda España. Todo un hito que ha logrado, además, sin tener fibra óptica en casa dada la ubicación de la localidad.

En 2001, Marcos se mudó con su familia a Sansomáin, donde tiempo atrás había vivido su bisabuelo. Su madre, Cristina Pamias, crio allí a sus tres hijos tras dejar a un lado su labor como abogada. Diez años más tarde, la progenitora quería volver a trabajar y decidió, junto a su hermano, lanzarse al mundo agrícola. Así comenzaron a trabajar los terrenos que rodean el pueblo, que cuenta 220 hectáreas cultivables.

Al principio, Pamias y su hermano plantaban cereal ecológico, pero no obtuvieron los resultados esperados. «Los anteriores dueños habían usado herbicidas, de modo que quedaron restos en el terreno. Al principio, todo iba bien. Era un chollo. Pero, a medida que desaparecían los químicos del suelo, obteníamos menos cosecha y no teníamos ni para pagar la cosechadora. Por las dimensiones del terreno, no era viable», especifica el joven, quien inicialmente soñaba con ser piloto aéreo pero tuvo que desistir por problemas de visión.

A raíz de la transición del cultivo ecológico al tradicional, el joven navarro introdujo las tecnologías con las que opera actualmente.

A raíz de la transición del cultivo ecológico al tradicional, el joven navarro introdujo las tecnologías con las que opera actualmente.

Así que, en 2016, Pamias decidió volver a la agricultura convencional y Marcos comenzó a apoyar a su madre durante dicha transición. Cada noche, el ingeniero investigaba en el despacho de su casa la forma de optimizar los recursos: «En la escuela, suspendí alguna asignatura porque se me olvidaban fórmulas. Entonces empecé a preguntarme el porqué de las fórmulas para retenerlas en mi cabeza. Cuando empezamos el cambio en los cultivos, apliqué esa misma filosofía a todo lo relacionado con los fertilizantes, las semillas…».

«Cuento con diecisiete aplicaciones en mi móvil para controlar todo. Recojo los datos y los analizo para ver que la estrategia escogida ha dado su fruto. Tengo un Excel con ocho libros para ver la rentabilidad de cada parcela»

Poco a poco, la tecnología se convirtió en la principal aliada del joven barcelonés y, junto a su madre, la aplicó a sus rutinas agrícolas. Para ello, realizaron una inversión «con cabeza»: «Por ejemplo, cuando comenzamos con esto yo buscaba un tractor polivalente. No quería 250 caballos de potencia, me parecía innecesario. Con mis cálculos veía que con 150 era suficiente. Entonces, con el dinero que me ahorraba al comprar un vehículo de menor potencia, lo invertía en tecnología».

Desde entonces, controla numerosos parámetros dentro de dos ámbitos. Por un lado, en su tractor mide el consumo de litros por hectárea, la carga del motor, el patinaje de las ruedas (para ajustar la presión) o la temperatura del motor. Y, en los cultivos, calcula la demanda nutricional a través de la humedad del terreno. En concreto, ha instalado estaciones meteorológicas y sensores en el suelo para observar la evolución del nivel del agua en la tierra y de la temperatura. Y, con imágenes satelitales y drones, mide también el desarrollo de la biomasa en el campo: «Cuento con diecisiete aplicaciones en mi móvil para controlar todo. Recojo los datos y los analizo para ver que la estrategia escogida ha dado su fruto. Tengo un Excel con ocho libros para ver la rentabilidad de cada parcela».

En el pueblo de Sansomáin solo viven los ocho miembros de la familia Pamias, sus dos perros y su gato.

En el pueblo de Sansomáin solo viven los ocho miembros de la familia Pamias, sus dos perros y su gato.

No obstante, hay un elemento cuya importancia destaca con respecto a todos los demás: el agua. «Puedo tener un mapa histórico de cosechas, un promedio con los percentiles de todos los rincones, un mapa con las zonas productivas que hay… Pero claro, como llegue abril o mayo y no llueva… el trabajo que he hecho será más costoso», advierte.

A través de todos estos sistemas, el agricultor ha ahorrado un 26 % en fertilizantes, un 22 % en combustible, un 35 % en herbicidas y un 12 % en semillas: «Ahora se está poniendo de moda la digitalización, pero el cuadro de operaciones y el cuaderno de campo digital son solo una parte. Luego tienes la tecnología más avanzada o agricultura 4.0, conformada por todos estos sistemas que nos permiten producir más con menos».

COLABORANDO CON UNA MULTINACIONAL

En 2017, madre e hijo acudieron al concesionario de John Deere en Tudela para incorporar un GPS a su antiguo tractor, pero acabaron adquiriendo uno nuevo. En aquel momento, Bautista Jiménez, responsable de la marca en Navarra, les explicó los sistemas que portaba el vehículo y su innovador programa Operation Center. «Me lo tomé como un reto personal y empecé a usarlo y probarlo. Empecé a darle utilidad muy pronto», expone el joven.

Dos años después, Bautista contactó con Marcos para conocer más a fondo cómo operaba en sus cultivos: «Estuve explicándole durante dos horas todo lo que hacía. Alucinó. Me llegó a decir que era de los primeros en España que usaba tanto el programa. Desde Madrid, vinieron varios representantes y estuve seis horas contándoles mi trabajo. Me dijeron que iba muy avanzado respecto al usuario medio y me preguntaron si podía grabar unos vídeos para dar visibilidad a esa labor que había hecho».

Desde el despacho de su casa, Esteve controla y gestiona todas las necesidades que demandan sus cultivos.

Desde el despacho de su casa, Esteve controla y gestiona todas las necesidades que demandan sus cultivos.

A raíz de aquellas producciones audiovisuales, la multinacional proyectó la imagen del ingeniero entre los profesionales del sector, que a menudo contactan con él para pedirle asesoramiento. Incluso prueba sus últimas innovaciones: «Acuden a mí personas de Andalucía, Huesca, Castilla-La Mancha y Castilla y León. Les hago todos los procesos y mediciones y les entrego el resultado final. Si los agricultores somos capaces de producir más con menos, vamos a ser más competitivos con respecto a los productores de otros países a los que compra España».

Archivado en:

Agricultura navarra ·


To Top