La economía y las bolsas mundiales se enfrentan a un enorme desafío, el mayor en más de setenta años. Veamos primero las malas noticias y, después, cuáles son las buenas y por qué son más importantes que las malas, muy a pesar de la situación actual.
La esencia de los mercados es subir y bajar… para terminar subiendo. Es perfectamente habitual ver caídas superiores al 10 % y, en algunos casos, incluso superiores al 20 %. En el extremo, cuando viene una recesión en la economía la caída puede superar el 40 %. Este es el contexto en el que estamos desde comienzo de 2022, con un Nasdaq que acumula una caída del 32 % y el SP500 un 23 %. Estamos por tanto ante un mercado bajista, no ante una crisis de corta duración y poca intensidad salvable en cuestión de meses. Sencillamente estamos observando cómo declinan los precios.
Desde 1948, en la principal Bolsa mundial se han producido cuatro caídas superiores al 30 %: en 1970, 1975, 2001 y 2009. Si ponemos el listón más bajo, en un 20 %, entonces podemos añadir las correcciones de 1948, 1957, 1981 y 1991, que fueron todas inferiores a esa cifra.
«Desde 1948, en la principal Bolsa mundial se han producido cuatro caídas superiores al 30 % y otras cuatro superiores al 20 %».
En resumen, cuatro caídas superiores al 30 % y otras cuatro caídas superiores al 20 %. En total, son ocho las fases correctivas serias sufridas en los últimos 70 años, es decir, un poco más de una en cada década.
Este panorama espanta a la mayoría de los inversores, y es una pena porque se pierden lo que de verdad importa en Bolsa: la imparable e inevitable tendencia alcista de largo plazo del S&P500 (el índice bursátil más importante del mundo).
Lo que de verdad importa en Bolsa es lo que ocurre «fuera de las recesiones», pero nuestra mente humana nos empuja a poner nuestra atención máxima -y sobre todo nuestro miedo- en los períodos de crisis y caídas en lugar de ponerlo en los períodos de expansión y subidas, cuya importancia es muy superior. En el ciclo alcista 2009-2021 por ejemplo, el SP500 ha subido un 580 %.
Las correcciones y fases de ajuste (como la actual) son el «peaje a pagar» por circular por la mejor autopista hacia la riqueza que existe: la Bolsa. La gente que no lo entiende y se deja poseer por el miedo, se queda fuera de la autopista y está condenada a circular a paso de tortuga toda su vida. Este peaje es lo que se conoce como «volatilidad» de la Bolsa y es el causante de que el 95 % de los inversores tomen pésimas decisiones de inversión.
«La situación actual se parece a la de los años 70 debido a la inflación descontrolada, que los reguladores no han sabido atajar a tiempo».
Dicho esto, no queremos caer en la ingenuidad de negar la realidad. La situación actual se parece a la de los años 70 debido a la inflación descontrolada, que los reguladores no han sabido atajar a tiempo. Pero además estamos en una fase anunciada de reducción o ajuste de liquidez y subidas de tipos, en la que activos antagónicos, como criptos o bonos, sufren igualmente. Escuchamos incluso extremas predicciones, como la de Michael Burry (el gurú que anticipó la crisis de 2008), que estima las caídas podrían superar el 50 %.
Los bancos centrales han errado el tiro por complacencia. Y ahora se ven obligados a subir tipos con rapidez para reaccionar a una inflación que ellos mismos calificaron inicialmente como transitoria, pero está resultando ser estructural. Como consecuencia, el crecimiento económico se parará y continuaremos en una fase de ajuste, que no será cuestión de meses sino de quizás… ¿año(s)? Las subidas de tipos están siendo agresivas porque la inflación está descontrolada, y esto provocará dolor a familias y empresas. Pero conseguirá atajar el peligro de la inflación (como en los años 70) para encarrilar la economía hacia su próximo ciclo expansivo (como en los años 80 y 90).
LAS BUENAS NOTICIAS
Hasta aquí parece que todo son malas noticias. Estamos en fase de ajuste, y eso lleva cierto tiempo. La primera buena noticia, de corto plazo, es que este ajuste ya está realizado en parte. Valores como Netflix han caído un 70 % desde máximos y otros muchos más de un 80 %. El mercado se ha mostrado sin piedad con todo aquello que resulte «sospechoso». Los niveles de valoración (PER), que miden lo caras o baratas que están las acciones en relación a los beneficios que generan como empresas, han caído ya significativamente desde máximos.
«La incógnita que tenemos ahora es cuándo llegará esa recesión y cómo afectará a los beneficios empresariales».
La incógnita que tenemos ahora es cuándo llegará esa recesión y cómo afectará a los beneficios empresariales. Pero hay que tener muy claro que la Bolsa es un mecanismo que descuenta expectativas, y por eso el SP500 ya ha caído más de un 20 % desde sus máximos de finales de 2021. Si la recesión termina llegando en la segunda mitad de 2022 o en 2023, es probable que esta caída supere el 40 % desde máximos, y deberíamos ya estar preparados para ello.
La primera forma de prepararnos fue reducir el nivel de inversión y guardar y ampliar la liquidez. La segunda fue rotar las carteras hacia otro tipo de valores defensivos, que cotizaban baratos y que lo debían hacer mejor en una fase de crisis. El sector de la energía es uno de ellos (debido al déficit de inversiones durante la pasada década), y el de consumo básico es otro (porque en una recesión con inflación, el gasto se concentra en los productos de primera necesidad y otros de los que no podemos o no queremos prescindir).
CONCLUSIONES
Por encima de todo, lo más importante para el inversor inteligente y responsable es no olvidar que la tendencia de fondo nunca deja de ser alcista en plazos largos. Las fases de ajuste son el «peaje» a pagar por tener derecho a seguir circulando por la mejor autopista del mundo. La inercia de la Bolsa es alcista, porque la humanidad nunca deja de trabajar, de innovar, de inventar y de desarrollar.
Es importante no abandonar la autopista porque nunca se sabe exactamente en qué momento se va a disolver el atasco. Estamos donde tenemos que estar, y lo demás no está en nuestras manos -es cuestión de paciencia-. El momento de reforzar posiciones será cuando el sentimiento global sea de claudicación y pánico, además de desesperanza. Ahí se estará construyendo el suelo.
«La inercia de la Bolsa es alcista, porque la humanidad nunca deja de trabajar, de innovar, de inventar y de desarrollar».
Recordemos algo que mucha gente parece olvidar, especialmente en fases de crisis: «Solo los inversores optimistas se hacen ricos en Bolsa». Por eso, cualquier crisis no es más que un proceso de ajuste, una oportunidad de hacer las cosas mejor y de prepararse para el siguiente ciclo alcista. En este inicio del siglo XXI, existen múltiples invenciones pendientes de aplicarse y expandirse a nivel mundial, y hay cientos de millones de ingenieros y personas capaces trabajando duro para seguir inventando e innovando. No tengamos ninguna duda de que, al margen de la política y los movimientos populistas, el futuro será brillante y solo los inversores serenos y pacientes serán recompensados. Así ha ocurrido en el pasado y así volverá a ocurrir.
Jesús Mariñas
Socio director de JDS Capital