jueves, 12 diciembre 2024

El pamplonés que pinta miniaturas de Warhammer en la central británica de Games Workshop

Un anuncio de televisión despertó su interés por las miniaturas de Warhammer, un juego de estrategia ambientado en un futuro distópico. Tras impartir cursos de informática y trabajar como comercial, Carlos Miguélez transformó su 'hobby' en una profesión. Comenzó a pintar por encargo y, más tarde, fue 'manager' de la tienda de Warhammer en Pamplona hasta que Games Workshop, creadora del juego, le propuso trasladarse a su sede de Notthingham. Allí reside desde hace tres años.


Pamplona - 29 agosto, 2024 - 00:39

El pamplonés Carlos Miguélez forma parte del equipo Eavymetal de Games Workshop en Nottingham. (Foto: cedida)

Sentado en el sofá junto a su gemelo, Carlos Miguélez sostiene el mando de la televisión entre las manos. “A ver qué ponen hoy”, murmura. “Este canal no… este tampoco…”, prosigue algo desganado al compás de varios clics. De pronto se detiene. Un anuncio capta su interés. Con curiosidad, sube el volumen y contempla unos originales muñecos en miniatura que acaparan toda su atención e, inmediatamente, le propina a su hermano un par de codazos y le invita a observar con él la pantalla. “¿Y si probamos a jugar con esto?”, propone sin adivinar todavía que su futuro estaría vinculado a aquellas diminutas figuras.

Tenían apenas trece años cuando el universo de Warhammer comenzó a cautivarles. Aquel extraordinario juego de mesa, ambientado en un futuro distópico con pequeños muñecos de acción como protagonistas, pronto pasó a formar parte de su día a día. Una vez al mes, los gemelos corrían por las calles de Pamplona a toda velocidad, rumbo al quiosco. “Queremos el nuevo fascículo de Warhammer”, expresaban impacientes con una sonrisa de oreja a oreja. Se sacudían los bolsillos del pantalón, le entregaban al quiosquero sus ahorros del mes y, rápidamente, regresaban a casa para jugar junto a sus amigos.

Poco a poco, Carlos pasó a dedicar aún más tiempo a aquellas figuritas. Pasaba horas entretenido, con un pincel en la mano, pintándolas. Pronto, la colección se fue agrandando. Marines espaciales, orkos, guerreros tiránidos, necrones… “Mi madre no esperaba tanto compromiso. ‘¡Este niño no hace nada más! ¡No va al cine, no sale por ahí… Solo juega con los muñequitos!, me decía”.

PROFESIONALIZAR UN ‘HOBBY’

Lo cierto es que desde niño supo desenvolverse bien en todo lo relacionado con la creatividad. De hecho, su asignatura favorita en el colegio era Plástica. Pero, a la hora de decidir en qué formarse, se decantó por un sector muy diferente. En su familia, el ámbito de la informática había estado muy presente, pasando incluso de generación en generación. Su hermano mayor, su padre, sus tíos… Así, Carlos optó por probar suerte en este mundillo y realizar una Formación Profesional (FP) de Informática en el Centro Integrado Cuatrovientos de Pamplona.

“Hay muchos coleccionistas a los que no les gusta pintar y pagan por que alguien les pinte sus colecciones. Así que me puse a ello”

Al finalizar sus estudios, trabajó en el propio centro y en el Gobierno de Navarra impartiendo cursos de formación. Y también creó, por cuenta propia, varias webs. Pero encontrar empleo se tornó algo complejo, y nuestro protagonista se vio obligado a cambiar de sector. “Durante un tiempo, estuve con mi primo ejerciendo de comercial para instalar cámaras de seguridad en casas. No me gustaba mucho”, reconoce tras recalcar que, en su tiempo libre, aprovechaba para montar, pintar y coleccionar figuras de Warhammer. Entonces, se le ocurrió una idea y, entre interrogantes, se lanzó a la aventura: ¿Y si probaba suerte y convertía aquel hobby en una profesión?

“Hay muchos coleccionistas a los que no les gusta pintar y pagan por que alguien les pinte sus colecciones. Así que me puse a ello”, relata. Manos a la obra, pegó carteles por los escaparates y las calles de Pamplona hasta que dio con su primer cliente. Todavía recuerda bien su nombre: “Se llamaba Joseba. Tenía muñecos de los Sanfermines, de un material similar al yeso. Gigantes, cabezudos, kilikis… Me los daba de doscientos en doscientos para que yo los pintara”, rememora ahora, a sus 36 años. Después de aquel primer cliente, esperó a que el “boca a boca” hiciera su función.

Carlos realizaba encargos como los que recibía Joseba, pero también encontraba hueco para pintar miniaturas de Warhammer. “Se hacen torneos, como en el ajedrez o cualquier otra actividad. Muchas veces, se solicita como requisito que las figuras estén pintadas. Ahí es donde yo entraba en juego. También había personas que querían algo especialmente bonito para colocarlo en una vitrina o en una estantería, y hacía un trabajo más detallista”, apostilla al tiempo que remarca que en Pamplona hay muchos jugadores de Warhammer.

DE PAMPLONA A NOTTINGHAM

Al tiempo, el mundo le brindó la oportunidad de trabajar eventualmente en la tienda de Warhammer de Pamplona, ubicada en la avenida de Pío XII. Allí pasó horas conversando con el manager del local, quien insistía en que probase suerte en la sede central de la desarrolladora del juego, Games Workshop, situada en Reino Unido. Siguió su consejo y, así, aterrizó en Nottingham y realizó una entrevista. A pesar de que la firma no le fichó, en un futuro surgiría una vacante que llevaría su nombre.

“Buscaban a una persona para el equipo de Eavymetal, es decir, alguien que pudiera pintar miniaturas con calidad, como esas que se ven en las portadas de libros con mucho detalle”

Pronto asumió el puesto de manager en el local de Pamplona, donde permaneció cuatro años. Pero, de pronto, una interesante propuesta volvió a ubicar las tierras anglosajonas en su mapa. “Dentro de Warhammer, buscaban a una persona para el equipo de Eavymetal, es decir, alguien que pudiera pintar miniaturas con calidad, como esas que se ven en las portadas de libros o revistas con mucho detalle”, explica tras enfatizar que ya son tres los años que trabaja como pintor en la compañía.

Originalmente, Warhammer estaba diseñado al estilo “uno contra uno”, pero también es posible jugar por parejas o en grupo. “Es un juego de estrategia. Se utilizan una cinta métrica y unos dados para ver hasta dónde avanza cada miniatura. Normalmente, una partida estándar dura tres horas, y los jugadores rondan entre los veinte y los treinta años, aunque hay de todo, incluso jubilados”, detalla mientras sostiene un pequeño marine espacial entre las manos y menciona que tarda unos dos días en pintar cada figura.

Aunque Carlos reconoce que se encuentra “feliz” en Nottingham, a veces le visita la nostalgia. Piensa a menudo en su querida Navarra. De hecho, enseña fotos de las Bardenas y de idílicos paisajes navarros allá a donde va: “Siempre hablo de Pamplona con mucho orgullo”.

Esta entrevista forma parte de la Estrategia NEXT del Gobierno de Navarra.


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