Luces de colores, estrellas de cartón pluma y planetas de distintos tamaños penden del techo. Reina el silencio en la piscina. El universo de Txiribuelta orbita entre las robustas paredes del Centro San José, entre luces cálidas y tenues sombras, entre diferentes texturas y estancias. Hoy, la piscina, gestionada por las tres socias de esta microcooperativa, abre sus puertas también a varias familias, que disfrutan de un baño con sus seres queridos. Todos ellos viven en el centro, que atiende a 80 personas con discapacidad severa de todas las edades.
Cada uno se zambulle en la piscina a su manera. Unos lo hacen rápido, otros entran acompañados, algunos lo hacen solos o con el apoyo de una grúa… Durante el baño, hay quienes caminan a su aire, otros se desplazan con la ayuda de cuatro trabajadoras. Casi todos se estimulan con los diferentes objetos luminosos que flotan en el agua, pero sobre todo disfrutan contemplando el cielo estrellado, ese que quizás nunca han podido observar una noche de verano, tumbados en la playa. La actividad favorece el movimiento y la libertad de estas personas tan especiales.
“¿Te has parado a pensar que cada persona dormimos de una forma distinta? Con más o menos luz, con manta o sin ella, con música, con la radio, en silencio total…”. Así explican las socias de Txiribuelta, Marrubi Rodríguez, Garatzi Itoiz y Tiara Calahorrano, el sistema holandés Snoezelen (se pronuncia ‘Núselen’), que ellas aplican en su trabajo con las personas con discapacidad severa. Una labor por la que acaban de recibir el Premio Hasi Gazte 2019 a la Mejor Iniciativa Joven de Economía Social: “Estamos todavía con resaca emocional, sobre todo por el apoyo y el cariño de la gente”, aseguran las tres a este medio.
“Lo sensorial es información que llega al sistema nervioso central de cualquier persona, aunque tenga afectada la cognición”.
Esas particularidades (o manías) cotidianas de cada persona “hacen que descansemos más y, al día siguiente, estemos de mejor humor”. Y eso mismo ocurre, por ejemplo, con los gustos a la hora de vestir, “ya que no todos los tejidos nos resultan agradables”, o en la forma de ducharnos “con el agua más o menos caliente”. Así, hasta infinidad de gustos que percibimos a través de nuestros sentidos. “¿Sabes que las personas con discapacidad intelectual severa no pueden expresar esas preferencias? Normalmente, solo les vemos enfadarse, estar tristes o aisladas, sin saber que a menudo conocer estos pequeños detalles de su personalidad podría ayudarles a estar mejor”, continúan.
ESCUCHAR A LOS SENTIDOS
El sistema Snoezelen se basa en la estimulación para favorecer el despertar sensorial. De esta forma se fomenta la comprensión de los otros, del mundo y de ellos mismos, “a través de estímulos y actividades significativas, y partiendo siempre de las necesidades básicas”. Ese es el método en el que basa su trabajo Txiribuelta, una microcooperativa de iniciativa social que, desde hace casi cinco años, presta servicios a personas con discapacidad y a sus familias. “Con esta metodología, conseguimos llegar a las personas y a aquello que las hace sentir mejor”, sostienen.
A partir de ese modelo, diseñan todas sus actividades. “En la piscina adaptamos el entorno, incorporando prospecciones más conceptuales pedagógicas como el universo o la selva, que hemos tenido antes”. Además, en el agua también llevan a cabo el watsu, una terapia con la que se busca lograr que las personas se sientan libres en el agua y puedan disfrutar de su autonomía con estiramientos y ciertos movimientos. Trabajan con texturas, viendo las estrellas… “En definitiva, intentamos que vivan experiencias significativas, que se transformen en recuerdos y sentimientos bonitos con el fin de que tengan vidas felices y de calidad”, apuntan.
“Intentamos que vivan experiencias significativas, que se transformen en recuerdos y sentimientos bonitos con el fin de que tengan vidas felices y de calidad”.
También trabajan en la sala multisensorial, donde hay aparatos diseñados específicamente para potenciar esa estimulación. “Se trata de regular, por ejemplo, cuando una persona está muy nerviosa, ya que se le puede tranquilizar. Y cuando está muy desconectada, puedes conectarla. Siempre a través de los sentidos, porque lo sensorial es información que llega al sistema nervioso central de cualquier persona, aunque tenga afectada la cognición. Y con ello consigues muchísimas cosas”, detallan.
MICROCOOPERATIVA EN ANEL
Marrubi Rodríguez Luna tiene 34 años; Tiara Calahorrano Arellano, 32. Tras sufrir un ERE y perder sus empleos, decidieron que no podían quedarse con los brazos cruzados. Después se enteraron de que las familias del Centro Andrés Muñoz buscaban un nuevo proyecto, de modo que contactaron con ellas, les presentaron una propuesta que les gustó y se hicieron autónomas para empezar a organizar campamentos urbanos de fines de semana y verano.
Pronto se les unió Garatzi Itoiz Blasco, de 29 años. Y además de seguir formándose en el ámbito de la discapacidad, las tres compañeras apostaron por crear su propia empresa.
Para dar forma a su sociedad, acudieron a ANEL porque se identificaban “con los valores de las empresas de Economía Social”. Sacar el trabajo adelante, además de ir conformando la empresa, no fue fácil. “Pero los profesionales de ANEL nos asesoraron de forma muy personal y cercana. Además, continúan a tu lado cuando empiezas a contratar gente y sigues sin saber cómo hacerlo”.
“Los profesionales de ANEL nos asesoraron de forma muy personal y cercana. Además, continúan a tu lado cuando empiezas a contratar gente y sigues sin saber cómo hacerlo”.
Txiribuelta es una microcooperativa que desarrolla su labor en centros especiales navarros como la Apyma de Andrés Muñoz, la Apyma de Las Hayas o el Centro San José, además de impartir formación a profesionales y familias.
Sus tres socias terminan 2019 a lo grande, tras recibir uno de los dos premios Hasi Gazte, que patrocina Laboral Kutxa. “Ha sido muy bonito, todavía lo estamos asimilando”, resaltan. Pero lo más importante para ellas es que en febrero de 2020 celebrarán cuatro años con los internos del Centro San José, gestionando la piscina y la sala multisensorial. Ganaron un concurso público que volverá a licitarse en los próximos meses, por lo que se presenta ante ellas un año “interesante e intenso”.
Por eso, a principios de diciembre se fueron a una casa rural para elaborar un plan estratégico de cara a los próximos tres años. Se les nota ilusionadas: “Nos motiva ver cómo hemos conseguido cambiar el día a día de las personas”. El único detalle que desvelan de su plan es que desean “incorporar a una o dos nuevas socias cooperativistas”.
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