Con este objetivo, se puso en marcha la VIII edición del Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror de Navarra. A lo largo de estos ocho años, la muestra ha presentado a competición los principales cortometrajes del momento y los estrenos más destacados. Este año, para mirar hacia atrás, se decidió modificar el punto de partida del festival.
El primer cambio lo encontramos en el cartel anunciador. Durante estos años, se había mantenido una misma idea: un lugar de Pamplona atacado por una presencia o criatura siniestra. Desde gárgolas en el Monumento a los Fueros hasta una garra gigante emergiendo del estanque del parque de Yamaguchi. Aquí, volvemos a encontrar espacios de la ciudad, los centros donde se realiza el festival (Civivox Iturrama, Condestable y El Corte Inglés de Pamplona), pero el elemento amenazador ya no es una criatura fantástica, sino un verdadero símbolo del género: el actor Vincent Price.
El hilo conductor también se reformuló para esta ocasión, planteando la literatura fantástica como principio para cada una de las sesiones. Así, el público viajó, entre el 28 y el 31 de octubre, desde la historia de un hombre solo frente a la maldad que concibió Richard Matheson hasta el cementerio de Stephen King, donde se recuperaba aquello que habíamos perdido, o las noches que debe superar el protagonista de la obra de Nikolái Gogól. Tres planteamientos muy diferentes que muestran cómo un autor puede adaptar una historia y todo lo que hay tras ella.
Además, como se señaló en las sesiones, hay otros temas que unen a los filmes. Todos ellos están dirigidos por parejas de cineastas y son obras que cuentan con otras versiones, por lo que al programarlas se apostaba por una mirada concreta. La primera de ellas, ‘El último hombre sobre la Tierra’, señala unos hechos muy concretos de la novela de Matheson y los ofrece desde el punto de vista social y político de los años sesenta.
‘Cementerio de animales‘, por su parte, es un estreno de 2019 que modifica dos puntos muy concretos de la historia para relatar de un modo nuevo la idea de pérdida de King. En cuanto a ‘El Viyi‘, supone un inicio en la creación artesanal de elementos fantásticos, impulsada por Aleksandr Ptushko en el cine soviético y puesta a disposición de los cineastas Konstantin Ershov y Georgi Kropachyov.
La última característica que une a las tres obras se encuentra en la idea básica de la trama. Muestran a un personaje solo y enfrentado a un mal desconocido. Un mal que se intenta combatir y que, poco a poco, se va revelando como parte de cada uno de los protagonistas. Un mal que existe y que les devora.
‘El Viyi‘, la película de clausura, aúna las razones por las que hace ocho años nació este festival: dar al público obras de las que muchas veces no se habla, poco conocidas, incluso inéditas en la ciudad, y que representan lo que realmente un género cinematográfico debe ser, un estilo particular para plantear cuestiones esenciales que solo pueden descifrarse a través del arte. Algo que se ha hecho en estos años con los creadores que han visitado la ciudad y han presentado sus obras en el festival.
Como en ediciones anteriores, se contó con una elevada asistencia de espectadores, que con sus reacciones, opiniones y las conversaciones en grupos al finalizar cada una de las sesiones, demostraron que existe un interés por contemplar el terror, adentrarse en una atmósfera inquietante y, sobre todo, hablar de cine.