Siguiente cuestión, ¿en qué me especializo? ¿En lo que demanda el mercado o en mi vocación? Las dos cosas mi capitán. Deberías especializarte en lo que demanda el mercado pues son oportunidades que están ahí para aprovecharlas. Además debes fijarte en qué fortalezas de tu servicio son favorables para las oportunidades que te surjan.
El problema de la especialización es la renuncia. Decidir es renunciar a algo.
Especializarse, por ejemplo, en selección de personal hace que seas más vulnerable al mercado laboral. Por otra parte, tienes unos ingresos actuales muy buenos que se incrementarían si dejas de dedicar el tiempo a otras cosas. Entonces qué hacer. La tabla de pros y contras no funciona.
El listado de ventajas y desventajas se encuentra ante la disyuntiva de la duda sobre si nos habremos dejado de poner algo en esa matriz. Y como nos faltan datos no decidimos. En última instancia las decisiones son emocionales. Solo podemos decidir con el corazón. No es filosofía es neurociencia.
Las personas que han tenido accidentes por los que tienen dañada la parte emocional del cerebro son incapaces, físicamente, de decidirse. Al final, le hice el viejo truco de la moneda. Cuando tienes dos opciones hay que lanzar una moneda al aire. Y cuando la recojas pensar qué cara deseabas que saliese cuando tuvieses la moneda otra vez en la mano. Aquello que deseabas mientras volaba la moneda es tu preferencia oculta. Pruébalo, funciona.
En épocas de escasez hay que aplicar la regla del Grizzly. No es muy “fashion” pero sobrevivirás al invierno
Por cierto, una vez que hayas sentido qué es lo que realmente quieres, cuál es tu razón verdadera, debes guardar la moneda en el bolsillo sin mirar lo que ha salido. No sea que caiga por el otro lado y empieces a creer en el destino.
Y le conté a mi amigo consultor una anécdota de cuando empecé a trabajar por mi cuenta hace siete años en esto de la consultoría. Uno de aquellos primeros días me crucé con un colega que me dijo: «Carlos tengo que decirte que no tienes una estrategia definida». ¿Por qué? Repliqué yo. Él me contestó que me dedicaba a hacer demasiadas cosas distintas y eso perjudicaba mi desempeño; escribes sobre economía en el periódico, das cursos de ventas, haces interim management, reestructuraciones empresariales,… Aquello me dejó pensativo unos días. ¿Tendrá razón en que no tengo estrategia?
Yo creo que sí porque todo lo que hago nace de mis conocimientos y experiencia en gestión empresarial. Y me veía como un médico de familia que atiende a distintos pacientes con distintas dolencias. Pero con el tiempo me di cuenta de que en realidad era la estrategia Grizzly.
En el año 2010, con la que estaba cayendo, no había espacio para especializarse. De hecho, aquél consultor que me criticó tuvo que expatriarse porque aquí no había un nicho de mercado suficiente para subsistir.
Cuidado con especializarse tanto que no haya suficientes clientes
La estrategia Grizzly es la del oso homónimo. Es un animal omnívoro que come bayas, pequeños roedores, raíces, setas, si se encuentra un ciervo muerto le mete un buen “bocao”.
Y eso sí, cuando llega la temporada de salmones se infla a comer para coger suficiente grasa y para pasar el invierno aletargado. Si no engorda lo suficiente morirá en su cueva y no verá la siguiente primavera.
En épocas de escasez hay que aplicar la regla del Grizzly. No es muy “fashion” pero sobrevivirás al invierno. Tú has seguido la estrategia Grizzly que te ha permitido llegar hasta aquí. Ahora te toca especializarte y perseguir jóvenes cervatillos. Que aproveche.
Carlos Medrano Sola
Consultor y Formador en Desarrollo de Negocio
www.eximiaconsultores.com