La sostenibilidad y la utilización eficiente de recursos de origen biológico es, desde hace ya varios años, una de las prioridades en los programas de desarrollo de la Unión Europea. Ese interés por la bioeconomía, y por tanto también por las bioindustrias, derivó en 2014 en la creación por parte de la UE y del Consorcio de Bioindustrias del BBI-JTI, una iniciativa de partenariado público-privado para financiar proyectos centrados en estas áreas. Enmarcada dentro del programa marco Horizonte 2020 y con esa misma proyección temporal, esta iniciativa nació con un presupuesto global de 3.705 millones de euros, de los que 975 millones procederán de fondos públicos y 2.700 millones serán de aportaciones privadas.
Coincidiendo con la puesta en marcha de la tercera convocatoria de ayudas, el Centro Nacional de Energías Renovables (CENER) organizó ayer una jornada informativa para acercar este programa de financiación a empresas y entidades navarras. Se trataba, en definitiva, de promover la concurrencia en un programa que ayuda al desarrollo de proyectos innovadores, “nuevas tecnologías y nuevos modelos de desarrollo encaminados a potenciar las bioindustrias sostenibles y competitivas”, recalcó Marta De Diego, representante nacional de la JTI Bioindustrias del Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI).
La Unión Europea y el Consorcio de Bioindustrias destinarán 3.700 millones de euros a proyectos innovadores hasta 2020
España, en general, y Navarra, en particular, tienen mucho que decir en las bioindustrias. Muestra de ello es el hecho de que el país ocupe el segundo lugar en cuanto a la participación de proyectos en las dos primeras convocatorias del programa, sólo por detrás de Alemania, recalcó De Diego. Porque hay que tener en cuenta que dentro de las bioindustrias hay una gran variedad de sectores como la agricultura, la industria agroalimentaria, las papeleras, las empresas bioquímicas, las energéticas. A todas ellas, el BBI propone una “reorientación estratégica” centrada, entre otros aspectos, en la biomasa, la optimización de procesos y biorefinerías y los bioproductos.
La convocatoria para esta tercera edición de los BBI-JTI se abrió en el mes de abril y las empresas disponen de plazo hasta el seis de septiembre para presentar sus proyectos que, como ocurre en el H2020, deben realizarse en consorcio con empresas y entidades nacionales e internacionales. Será en diciembre cuando ya se designen las iniciativas financiables, tras un proceso de selección en el que se tendrán en cuenta aspectos como “la excelencia, el impacto y la implementación”, apuntó la portavoz del CDTI. “De hecho, el impacto es algo que está cobrando fuerza”, aseguró, al tiempo que incidió en la importancia de la contribución privada. “A la hora de valorar se tiene mucho en cuenta la contribución financiera del Consorcio, de las empresas, así como las inversiones adicionales que se propongan, tanto en infraestructuras como en equipamientos. De hecho, pueden llegar a quedarse fuera proyectos muy buenos porque no contemplan estas contribuciones propias… Es algo que cada vez se valora más en la evaluación final”.
El BBI-JTI financia tanto acciones de innovación e investigación como acciones innovadoras en fase de prueba y ya en desarrollo, además de proyectos de coordinación y apoyo. Para esta edición se ha habilitado un presupuesto de 115 millones, con el que se financiarán proyectos de 21 temas o áreas distintas.
CNTA, UN EJEMPLO NAVARRO
Son dos los proyectos financiados por el BBI-JTI en los que está trabajando actualmente CNTA (Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria). Concurrieron a la segunda convocatoria de ayudas y echaron a andar a mediados de 2017, en colaboración con un puñado de socios. “En uno de ellos estamos desarrollando, a partir de micro y macroalgas, biomoléculas de interés para distintos sectores como el cosmético, la alimentación o el de materiales”, explicó Inés Echeverría, directora de I+D de CNTA. En este caso, son catorce los socios implicados y el centro navarro se dedica a la “extracción de fracciones ricas en proteínas o lípidos, ácidos grasos omega 3 Y 6, vitaminas, minerales…” para la obtención de nuevos ingredientes de alto valor añadido de aplicación tanto en la alimentación humana como animal. El proyecto, bautizado como BioSea, logró cerca de 4,5 millones de euros de financiación europea, de los que CNTA recibirá 212.000 euros.
Los proyectos BioSea y BioBarr, en los que participa CNTA, recibieron en la pasada edición más de 8 millones de euros de financiación
Por su parte, el proyecto BioBarr busca “desarrollar materiales para su uso como materiales de envasado de origen bio: bioplásticos; que sean sostenibles, que ofrezcan protección al producto y que sean biodegradables”, añadió. Esta propuesta se fraguó en un consorcio de siete entidades y empresas y logró unas ayudas de 3,78 millones de euros. El presupuesto para CNTA asciende a 218.000 euros, cantidad con la que trabajan en “validar el uso de estos materiales en contacto con el producto alimentario”, además de en su biodegradabilidad.
Echeverría, que reconoció que están ya trabajando en nuevos proyectos para la nueva convocatoria, resaltó las bondades del programa BBI-JTI. “Es muy interesante para el sector agroalimentario porque permite relacionar esta cadena con otras, como la de los materiales, la cosmética, la biomasa forestal o agrícola… y ese contacto puede proporcionar nuevas ideas para el desarrollo sostenible del sector agroalimentario”. Además, aplaudió la apuesta de colaboración con entidades de otros países. “Promueve mucho el networking y las sinergias al ofrece una visión global, no sólo de tu sector, sino de muchos otros”.
MÁS PRESENCIA EN PROGRAMAS EUROPEOS
En la cita, que contó con una treintena de participantes, intervinieron también el delegado de Navarra en Bruselas, Mikel Irujo; la responsable de proyectos de ADITech, Sara Manzano; y el director del departamento de Biomasa de CENER, Javier Gil. Por su parte, Oihana Ormazábal, técnico de la oficina de proyectos de CENER resaltó la voluntad del centro de “intensificar” su presencia en proyectos europeos para mantener esa posición de centro de referencia en investigación aplicada en energías renovables, así como en seguir sirviendo a la industria. “La I+D es fundamental para nosotros y la participación en proyectos europeos ha sido una constante desde 2002, aunque a partir de 2011 coincidiendo con una coyuntura económica desfavorable, incrementamos esa presencia, buscando en los fondos europeos una forma de continuar generando conocimiento y experiencia a través de la investigación”, resaltó. En este sentido, recordó que el centro ha participado en más de 50 proyectos financiados dentro de los distintos programas marco de la UE en temas como energía, materiales, bioeconomía, TIC… y que coordinan uno o dos proyectos al año.
Para ella, la clave del éxito en los proyectos europeos radica en varios aspectos como “la participación en foros, contar con evaluadores, mantener una relación estable con los socios, buscar la excelencia técnica pero también el impacto y hacer un seguimiento interno”.
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