A la izquierda, una vendedora forcejea con las puertas automáticas de su local. A la derecha, un hostelero alza el datáfono al cielo, intentando, sin mucha fe, atrapar un hilo de cobertura. En el centro, un grupo de compañeros de trabajo celebra una tarde libre. Estas fueron algunas de las escenas que vivieron el comercio y la hostelería de Navarra tras el apagón masivo registrado este pasado lunes.
«Se puede decir que fue un día de pérdidas, especialmente por tener que suspender el servicio a mediodía en la mayoría de los casos. Hubo que avisar a los clientes de que no les podrían recibir y, aunque la mayoría entendió que sin luz era imposible atenderles, no todos lo aceptaron con la misma comprensión», lamentó el portavoz de la Asociación Navarra de Pequeña Empresa de Hostelería (Anapeh), Juan Carlos Oroz. «Cuando por fin pudimos retomar la actividad en algunos barrios, ya eran las 15.30», agregó.
En esa misma línea, y pese al repunte de actividad de la tarde, Nacho Calvo, secretario de la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra, afirmó que los gastos del día superaron a los ingresos. «Me preocupaba que algunos aparatos reventaran con la vuelta de la tensión eléctrica, además de la descongelación del género. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición nos informó de que los congeladores pueden conservar los alimentos hasta veinticuatro horas si permanecen cerrados», apuntó Calvo.
«Un restaurante del Ensanche de Pamplona perdió cerca de cincuenta menús del día a esa hora», añadió María Jesús Alonso, gerente del Área Comercial Ensanche Lezkairu Ripagaina Pamplona. «Fue una locura de día. Afortunadamente, en el Ensanche contamos con muchos clientes de avanzada edad que siempre llevan dinero en efectivo y se pudieron realizar la mayoría de cobros», señaló Alonso. En este sentido, hubo ferreterías de la asociación que alargaron su horario ante las grandes colas de clientes que querían comprar linternas, pilas y hornillos de gas.
COLABORACIÓN CON LA ADMINISTRACIÓN
Para garantizar la seguridad de los comercios y las empresas durante la noche, las Fuerzas de Seguridad llevaron a cabo patrullas preventivas con un objetivo: «evitar pillajes». «Las puertas de muchos negocios se quedaron abiertas tras el apagón, y varios asociados tuvieron que hacer guardia hasta que se restableció la energía totalmente por la noche», resaltó la gerente del Área Comercial Ensanche Lezkairu Ripagaina Pamplona. «Estábamos preocupados porque las puertas automáticas no son fáciles de cerrar manualmente. Afortunadamente, no hubo que lamentar desgracias», apostilló Oroz.

El mal funcionamiento de las puertas de acceso a muchos locales preocupó a los comerciantes durante toda la jornada.
El portavoz de Anapeh comentó que la situación en la calle Estafeta en el momento del apagón era de «convivencia total» entre vecinos y comercios. «Compartimos las pocas noticias que nos llegaban a unos y otros alrededor de una mesa en la calle, como quien dice. Posteriormente pasaron las primeras patrullas de policía para controlar la situación», relató el portavoz de Anapeh. «Afortunadamente, en este país tenemos muy integrado aquello de ‘al mal tiempo, buena cara'», bromeó Calvo acto seguido.
Así, Alonso agradeció el acompañamiento por parte del Gobierno de Navarra. «El director general de Comercio y Consumo, Pablo Ezkurra, estuvo en contacto conmigo toda la tarde. Estuvo pendiente de las incidencias y pérdidas de los asociados», destacó para aclarar acto seguido que apenas se perdió género por el apagón.
De cara al futuro, hay quienes barajan la posibilidad de adquirir generadores eléctricos. «Podríamos cubrir lo básico con ellos. Pero, ¿qué es lo básico para nosotros? ¿Encender la cocina y dejar la luz apagada? Todo es esencial para nosotros», defendió Oroz. «Tampoco puedes hacer gran cosa contra un corte de luz. Analizaremos qué podemos hacer sin alarmarnos. Hay que ser optimista y pensar que no se volverá a repetir», sentenció Alonso.