Soligamia. ¿Conoces este ‘bello palabro’? ¿Sabes el concepto que encierra? Nosotros te lo contamos. Dicen los expertos en estas disciplinas que estudian y analizan los comportamientos del ser humano que la soligamia es el interés que demuestran muchos de nuestros congéneres por desempeñar actividades individuales.
Vamos, que la figura del conocido ‘Juan Palomo’ está más extendida que nunca y no está vinculada, como podríamos pensar en un primer momento, a personas que, tras sufrir el manido desengaño amoroso de turno, busca su media naranja desesperadamente. Tampoco a esos singles irredentos tildados (muy antiguamente) de ‘mozo viejo’. No. No hablamos en esta ocasión de ellos.
Por lo tanto, la citada soligamia, aunque pudiera resultar paradójico, afecta (y mucho) a jóvenes parejas y hasta matrimonios ya asentados que, simplemente, tienen un cierto anhelo por vivir nuevas experiencias o conocer gente fuera de su entorno habitual. También pesa el estresante ritmo de vida en el que nos encontramos sumergidos, que impide algo tan sencillo como poder coordinarse con una cierta coherencia.
Sea como fuere, hablamos de un fenómeno transversal en la medida que ya afecta a muchas facetas de nuestra vida y, lo que es más importante, al hacerse cada vez más popular, hace que actividades tan propias del ser humano como es el mero hecho de viajar no tenga nada que ver con lo que marcaba la tradición hasta ahora.
TENDENCIA TURÍSTICA
Porque, efectivamente, estamos ante una tendencia turística que ha venido para quedarse. Como muestra de ello solo hay que echar mano de los últimos datos disponibles: solo el pasado año hubo más de 32,6 millones de -llamémosles- ‘viajes turísticos solitarios’.
¿Y por qué esta moda? ¿Dónde están sus orígenes? Varias son las causas que las explican. Están los motivos puramente prácticos. Aquí las estadísticas apuntan a que en 4 de cada 10 matrimonios españoles los cónyuges trabajan fuera de casa por lo que, es más habitual de lo que pudiéramos pensar, que los períodos de vacaciones no coincidan. ¿Solución? Cómo en la mítica película: ‘Tú a Londres y yo a California’, o algo así.
Por otro lado, a la hora de planificar el tiempo de descanso y relax después de todo un año de duro trabajo, se suele producir un momento especialmente delicado cuando la pareja en cuestión no se pone de acuerdo sobre el destino ‘añorado’. La realidad es que mientras una de las partes contratantes está deseosa por experimentar ese viaje de ensueño, la otra muestra un entusiasmo perfectamente descriptible y equiparable a contemplar la caída de la hoja en una intempestiva tarde de otoño. ¿Qué hacer entonces? Como bien queda reflejado en el sabio acervo popular: para evitar malas caras y malos rollos, mejor solo o sola que mal acompañada.
Incluso hay una tercera razón, aunque ésta resulta un poco más discutible, cuando se afirma que ese ‘viaje sin pareja’ (o lo que los modernos llaman ‘dar a cada uno se espacio, cari’) puede resultar ideal para reforzar el proyecto de relación o vida en común aunque, como digo, este último apunte podría ser motivo de polémica.
La realidad es que viajar solo o sola es ‘cool’ y, por llegar, ha alcanzado a alguna de nuestras más queridas celebrities como por ejemplo la actriz Hiba Abouk quien en una reciente entrevista televisiva destacaba lo bien que le sentó su último viaje en solitario. Porque, y es el argumento definitivo, los destinos que se ponen al alcance de quienes desean emprender su propia aventura son de los más atractivos.
Este año han pegado fuerte las rutas exóticas por Myanmar (antigua Birmania), India o Vietnam. Eso en Asia, en África las alternativas eran del tipo Marruecos, Senegal y Etiopía mientras que en América han sobresalido Perú, Argentina o Guatemala. También hay posibilidades en Europa, en este caso, Croacia, Eslovenia, Serbia y Bosnia junto a los países bálticos se citan en las preferencias del viajero solitario.
Por tanto, con todos estos argumentos y posibilidades, ya solo queda recordar lo que decía Henry Miller sobre viajar (una práctica más que recomendable en cualquier momento y circunstancia), a saber: “Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”. Très bon voyage (en solitario) eso sí…