En el departamento de Microbiología de la Universidad de Navarra se acaba de inaugurar un laboratorio de bioseguridad 3, de una escala que va del 1 al 4, donde se investigará en la mejora de vacunas y el diseño de nuevas técnicas de diagnóstico y tratamiento. Se trata de proyectos integrados en el Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra (IdiSNA).
En las instalaciones -financiadas por la propia Universidad y por el Gobierno de Navarra– se trabajará, entre otros microorganismos patógenos, con Brucella, Leishmania, Shigella y Escherichia coli, causantes de la brucelosis, leishmaniasis, disentería y otras muchas dolencias potencialmente graves. “Se trata de microorganismos que causan enfermedades con un gran impacto en la salud humana y animal. Nuestro objetivo con estas nuevas instalaciones es desarrollar proyectos que permitan aportar nuevas herramientas para su control”, subraya el director del departamento de Microbiología, el profesor Carlos Gamazo.
Es el caso de la brucelosis, una de las zoonosis más extendidas en el mundo. “Aunque afecta sobre todo a vacas, cerdos, cabras y ovejas, también puede transmitirse al ser humano, al que provoca una enfermedad crónica muy debilitante que requiere tratamientos antibióticos largos y costosos. Esto la convierte en un problema de salud pública y económico, especialmente grave en los países en vías de desarrollo”, detalla una de las investigadoras del departamento, Raquel Conde.
En el laboratorio se trabajará con microorganismos que causan enfermedades con un gran impacto en la salud humana y animal.
Por su parte, Paul Nguewa, director del ISTUN (Instituto de Salud Tropical de la Universidad de Navarra) y coordinador de los trabajos relativos a la leishmaniasis, recuerda que en el mundo existen 300 millones de personas en riesgo de contraerla: “En ISTUN trabajamos en la búsqueda de vacunas y en la generación de mejores sistemas para su diagnóstico y tratamiento, objetivos todos ellos fijados por la OMS para el control de esta parasitosis”.
En el laboratorio de bioseguridad 3 se desarrollarán, además, diversos proyectos encaminados al diseño de vacunas efectivas frente a la disentería bacteriana, “dolencia responsable de la muerte de 280.000 personas al año, mayoritariamente niños. Hasta la fecha ninguna vacuna ha sido aprobada para las agencias reguladoras, por lo que la OMS ha declarado como prioritarias las investigaciones sobre vacunas frente a estos patógenos”, aclara Gamazo.
CUATRO NIVELES DE SEGURIDAD
Los laboratorios de investigación pueden tener hasta 4 niveles de seguridad. Los que se engloban en el nivel 3 disponen de instalaciones específicas y de protocolos de trabajo muy seguros. “El acceso queda restringido a personal que ha recibido formación previa para trabajar en ellos. Es obligatorio llevar vestimenta de protección adecuada y la manipulación de los patógenos se realiza en cabinas de seguridad. Todo ello en un recinto con presión negativa que evita la salida de microorganismos al exterior. Además, todo material que sale de las instalaciones se inactiva previamente”, especifica Raquel Conde.
“Formación e información deben ir de la mano en temas de bioseguridad, de modo que se evite la exposición involuntaria del material biológico o su liberación accidental. Todas las personas que trabajen en sus dependencias deberán conocer en profundidad los protocolos de trabajo y seguridad. En caso de emergencia, en el laboratorio se aplicarían protocolos muy precisos de actuación verificados por la Agencia Nacional de Bioseguridad, que incluyen sistemas de alarmas y equipamiento para desinfectar la sala si fuera necesario, ya que la bioseguridad es prioritaria”, explica su director, Carlos Gamazo.
Los proyectos que se llevarán a cabo en el nuevo laboratorio se encuentran integrados en el Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra (IdiSNA), centro de investigación de excelencia, recientemente acreditado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.