Desde pequeño, Íñigo Zaratiegui ha sentido una profunda vocación por el deporte. Cuando todavía era un niño, jugaba a tenis, pelota (pala y trinquete) y fútbol. Cada semana entrenaba en todas estas disciplinas, aunque ya mostraba una habilidad especial por las que requerían del uso de una pala o una raqueta. El pádel llegó a su vida de forma inesperada. Estaba de vacaciones en Málaga con su familia cuando lo probó por primera vez. Al principio se lo tomó como un simple hobby, era una excusa para juntarse con sus amigos y divertirse. Rememorar aquellos tiempos le trae algunos de los mejores recuerdos que guarda de este deporte.
Hubo un tiempo en el que compaginó el tenis y la pala con el pádel. Pero cuando descubrió su verdadero potencial dentro de esta última modalidad, nacida en Acapulco en 1960, se decantó por ella. Acumuló éxitos en campeonatos navarros y nacionales por parejas e, incluso, participó en algún mundial. Con la mayoría de edad, llegó el momento de elegir su futuro y, aunque no abandonó por completo el pádel, decidió priorizar sus estudios: “Me encanta y me encantaba jugar a pádel, pero en aquel momento decidí centrarme en la carrera porque no me dedicaba a ello como ahora. Además, cuando empecé ADE y Economía en inglés, pasé por la lesión más dura que he tenido. Se me salió el hombro y estuve seis meses sin poder jugar. Después me centré en recuperar mi nivel, pero nunca me llegué a desvincular de este deporte por completo”, explica.
Tras los cinco años de carrera, realizó unas prácticas en el Grupo AN (2018). Una de sus funciones fue colaborar en un estudio sobre el éxodo en la industria de la agricultura en Castilla y León. Un sector que cada vez cuenta con menos trabajadores jóvenes.
“Cuando empecé ADE y Economía en inglés, pasé por la lesión más dura que he tenido. Se me salió el hombro y estuve seis meses sin poder jugar”.
Aunque sin duda, el campo en el que mejor se desenvuelve está cercado por altas cristaleras transparentes y tiene un suelo de hormigón poroso, cubierto de césped sintético o moqueta. Sobre ese terreno de color verde, azul o pardo-terroso es donde planta cara a sus rivales y consigue sus mejores resultados. “Ojalá me pueda dedicar toda la vida a jugar a pádel y me retire porque ya estoy muy mayor (risas)”. De momento, no va por mal camino. En la actualidad, con solo veintiséis años, ocupa el puesto 45 dentro del ranking mundial y vive de esta disciplina.
EL PÁDEL COMO FORMA DE VIDA
El primer paso que dio este deportista navarro para acercarse al profesionalismo fue conseguir formar parte del World Padel Tour, que organiza el circuito alrededor de todo el mundo. Participar en sus campeonatos avala y posiciona a los jugadores en el máximo nivel. En concreto, se necesita un mínimo de puntos y pasar dos fases, la pre-previa y la previa (con un total de seis partidos), para entrar en el cuadro principal. A partir de este momento, los deportistas pueden optar a los premios. “Es muy complicado pasar las rondas. Yo acababa de empezar a jugar en junio y no tenía puntos suficientes. Jugué con Anton Sans, que sí los tenía porque había disputado torneos ese año. Cuando empecé, la única forma de lograr vivir de este deporte era entrar en este circuito. A partir de ahí, es una rueda y lo que marca el resto son los resultados. Si son buenos, vas subiendo en los puestos y esto te lleva a ser profesional”, aclara.
Otra consecuencia de obtener éxitos y escalar puestos en la clasificación son la cantidad y la calidad de los acuerdos con posibles patrocinadores. Tanto para Zaratiegui como para la mayoría de sus colegas, los espónsores suponen más del 50 % de los ingresos anuales: “El grueso de lo que ganas no viene del prize money (premio) de los torneos, sino de los patrocinadores. En mi opinión y por lo que veo, creo que los premios que hay hoy en día no están mal, pero sí muy lejos de lo que está generando este deporte. Tiene un potencial y un crecimiento que no se reflejan. Ahora mismo rondarán sobre los 500 euros por hacer cuadro, aunque están mejorando”.
“El grueso de lo que ganas viene de los patrocinadores. Los premios no están mal, pero sí muy lejos de lo que está generando este deporte”.
El proceso de negociación de patrocinios, sobre todo, se lleva a cabo en enero o febrero, aunque durante la temporada, se pueden ampliar: “Cada patrocinio es un mundo. Con algunos organizas torneos, de otros llevas su logo en la camiseta o pantaloneta, también se hacen menciones en redes sociales, compartes contenido… En definitiva, intentas hacer un win-win. Justo he firmado para este año un acuerdo con Varlion para las palas. Es una de las mejores marcas del mercado y estoy muy contento”, resalta. También recibirá el apoyo de Gutarra por segundo año consecutivo, una red de clubes de pádel de Dinamarca ‘RacketClub‘, situados sobre todo en Copenhague, y de un fondo de inversión Sueco: NYAN Fastigheter.
En ocasiones, estas negociaciones con las compañías se realizan a través de una empresa de representación, pero en otras es el propio deportista quien las lleva a cabo. Este último es el caso del joven navarro, que también ejerce como entrenador de tecnificación de la selección navarra y suele apoyarse en su padre para esta labor. Aunque haber crecido como jugador y haber avanzado puestos dentro del circuito también le ha generado la necesidad de contar con la ayuda de un asesor fiscal y un asesor laboral.
“La cuestión es tener ingresos suficientes para poder seguir sosteniendo los gastos. Un jugador se costea todo…”.
Además de estos, Zaratiegui, cuenta con un amplio equipo de profesionales de diferentes áreas, con los que está en constante comunicación.
En su día a día trabaja con un entrenador en Club Pádel Reyno de Navarra (Juan Ignacio Santos), preparadores físicos en Entrena a la Carta (Iñigo Laspalas e Ibon López), una mental coach (Silvia Soler, extenista profesional y actual entrenadora de Sara Sorribes) y un fisio (Ander Baztán), además de un nutricionista y un podólogo que visita con menos asiduidad.
Entrena a diario y organiza las sesiones con los diferentes especialistas según las fechas de las competiciones. “Es mucha gente la que me ayuda, lo necesito para poder sacar adelante mi trabajo y mi carrera. Yo lo llamo ‘el equipo’ y creo que tengo mucha suerte de poder contar con ellos. Para mí es como una ‘miniempresa’, la mayoría de las cosas te las pagas tú, con otros profesionales alcanzas acuerdos para que te faciliten el acceso a sus servicios o te hagan descuentos, buscas becas para entrenar… La cuestión es tener ingresos suficientes para poder seguir sosteniendo los gastos que te supone dedicarte a esta actividad al máximo nivel”, destaca. Y esos gastos dependen del nivel que alcance cada jugador. Los viajes y desplazamientos también salen de su bolsillo aunque, a partir de la fase de cuadro, los hoteles y las dietas corren a cuenta de la organización.
Ahora, tiene por delante un calendario con más de treinta pruebas. La mitad se disputarán en España, y el resto en el extranjero. Este circuito cuenta cada vez con más proyección en todo el mundo, y tal es el boom que Mediapro ha sellado un acuerdo para comercializar los derechos audiovisuales del circuito WPT a nivel internacional.
De cara a esta temporada, el navarro espera seguir escalando posiciones en el ranking. Lo hará junto a Lucas Bergamini, jugador brasileño afincado en Madrid y su compañero de batallas este curso. “Sobre todo, quiero seguir disfrutando del proceso y del circuito. Hay rachas más fáciles y otras más complicadas, obviamente también quiero mejorar. En números, me gustaría entrar entre los 30 mejores. Es un objetivo ambicioso, pero quién sabe, podría llegar. Estamos luchando por ello”, concluye Zaratiegui, que también participará en el nuevo circuito de la Federación Internacional de Pádel: ‘Premier Padel‘. Su primera parada será en Doha del 28 de marzo al 3 de abril.
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