Cerrar los ojos. Escuchar… unas notas al piano, los violines llorando, el trombón marcando el paso… Escuchar y sentir, a partes iguales. Imaginar. Soñar. Viajar en el tiempo a una ciudad distinta, una realidad diferente, otra vida, otro momento. Michael Nyman es capaz de hacer magia al piano, de jugar con las notas musicales para lograr esa sensación, para invitar al oyente, al escuchante, a ser parte viva de la interpretación. Y ahora, la posibilidad de compartir con él el mismo espacio musical está más cerca que nunca.
Este reputado y admirado compositor, músico y director de orquesta hará a finales de mes una parada en Pamplona. La cita, ansiada e ineludible, será el día 28. El escenario elegido: Baluarte. Allí recalará con su banda, la Michael Nyman Band, en la que once músicos interpretarán con instrumentos de cuerda y viento un repertorio que a nadie le es ajeno. Dirigidos por Nyman, al frente de su piano, la banda hará vibrar al público con sus vivas interpretaciones de las partituras, convirtiendo el papel en magia.
DE ÓPERAS A LA GRAN PANTALLA
De su privilegiada mente y de sus inquietas manos han surgido obras maestras como la banda sonora de la película ‘El Piano’, escrita y dirigida por Jane Campion en 1993. Fue, sin duda, su lanzamiento a nivel mundial como compositor y músico. Más de tres millones de copias se vendieron de esa obra de arte musical. Pero su carrera ya había comenzado mucho antes y no precisamente enfocada al cine.
Más de cuarenta años ha cumplido, de hecho, la Michael Nyman Band. La formación, que nació en 1976, surgió para la producción Il Campiello, de Carlo Goldoni, en la apertura del Oliver Theatre, dentro del National Theatre de Londres. Lo que podría haber quedado en una colaboración puntual ha demostrado ser una unión perfecta, con una prolífica carrera musical, traducida en una gran cantidad de álbumes.
Pero la verdadera pasión de Nyman es la ópera. Para ella ha compuesto un sinfín de obras como ‘The man who mistook his wife for a hat’, en el año 1986; ‘Noises, sounds & sweet airs’, un año después; ‘Facing Goya’, en 2000 ó ‘Man and boy: Dada’, en 2003, entre otras. Sin embargo, esa predilección por este género musical no le ha frenado para lanzarse a la composición de obras muy dispares: seis conciertos, cuatro cuartetos de cuerda, música de cámara y bandas sonoras de películas y documentales tienen su sello personal, ese influenciado por la música clásica y antigua, por los compositores barrocos Henry Puncell y Heinrich Ignaz Franz von Biber y por el inigualable Mozart.
En su faceta cinematográfica no todo comenzó ni terminó con ‘El Piano‘. Antes puso ritmo a varios filmes de Peter Greenaway, como ‘El contrato del dibujante‘ o ‘The cook, the thief, his wife and her lover‘. Y, posteriormente, en 1997, compuso la banda sonora para ‘Gatacca‘, dirigida e ideada por Andrew Niccol e interpretada por Ethan Hawke, Uma Thurman y Jude Law, es considerada por la crítica una película de culto.Pero, más allá de Hollywood, Nyman se ha volcado en producciones de cine independiente y documental como ‘Man on wire‘. Incluso él mismo, en su faceta de cineasta, ha producido más de ochenta filmes, desde que en 1968 decidiera coger una cámara y ponerse a grabar en Hyde Park. No se trata de largometrajes, sino pequeñas producciones cinematográficas enfocadas más a su proyección en museos, galerías e instalaciones artísticas.
CON LA BANDA POR MEDIO MUNDO
Tener su propia banda, le ha permitido a Michael Nyman popularizar sus creaciones musicales, darlas a conocer en un sinfín de lugares; no sólo en su Reino Unido natal, sino por toda Europa y el continente americano.
A Pamplona llegará de la mano de la iniciativa Shows on demand, una plataforma digital donde cualquier usuario puede promover la realización de un concierto de su artista favorito en su ciudad. Junto a Pamplona, en esta misma gira, este artista británico acudirá a Bilbao y Valladolid, en sendos conciertos que se celebrarán el día anterior y posterior al que ofrecerá en Baluarte. De lo que no cabe duda es de que Michael Nyman tiene un buen número de adeptos en la capital navarra, que han hecho posible su desembarco en tierras forales.