jueves, 25 abril 2024

Inversores presos del FOMO (miedo a perderse la subida)

"Estos meses, tengo la sensación de que hay muchas personas con el planteamiento sugerido o autoimpuesto de que no quieren bajarse de la Bolsa porque esperan que esto hará suelo rápido y volverá a máximos y más. Y tal vez sea una forma bastante ingenua de ver las cosas. Porque la situación económica que tenemos perfectamente podría desarrollar un entorno económico malo, adverso y prolongado durante un largo tiempo", defiende el autor.


Pamplona - 5 septiembre, 2022 - 17:00

Jesús Mariñas. (Foto: archivo)

Jesús Mariñas. (Foto: archivo)

¡Qué rápido nos olvidamos de los sucesos vividos! Son muchos los acontecimientos de los que nos olvidamos, pero hoy he decidido traer a esta carta alguna realidad bursátil que no deberíamos pasar por alto ante el inmediato desafío económico que se atisba.

En ocasiones, a la gente se nos olvida -o no conocíamos- que no siempre la Bolsa está en ciclos alcistas o bajistas. A veces consume tiempo en amplias fases laterales. Recuerdo que aquellos que tuvieron la mala suerte de estar invirtiendo a finales de los noventa sufrieron posteriormente una corrección de un 50 % en la crisis de 2001-2002 y una corrección de un 56 % en la crisis de 2008.

Parece entonces que aquel que no supo bajarse o reducir Bolsa en la década de los noventa tardó trece años en empezar a ganar dinero nuevamente. Y, dicho esto, tengo la sensación estos meses de que hay muchas personas con el planteamiento sugerido o autoimpuesto de que no quieren bajarse de la Bolsa porque esperan que esto hará suelo rápido y volverá a máximos y más. Y tal vez sea una forma bastante ingenua de ver las cosas. Porque, verdaderamente, la situación económica que tenemos perfectamente podría desarrollar un entorno económico malo, adverso y prolongado durante un largo tiempo, que suele provocar correcciones muy severas en porcentaje y que tarda años en volver a ver la superación de máximos -que se marcaron a finales de 2021-. Y, lo más importante, supondrá un coste brutal monetario en términos económicos, pero sobre todo en términos psicológicos, ya que mucha gente verá cómo merma su patrimonio en varias ocasiones antes de ganar dinero de nuevo.

Ante esta situación anteriormente planteada, el comportamiento psicológico del inversor va a tener una relevancia vita. ¿Qué situación se encuentran ahora los ahorradores? Por un lado, amplias señales adversas macroeconómicas y geopolíticas y, por otro, el factor cuantitativo y matemático de que con una inflación tan alta, si deciden irse a cash, pierden capacidad adquisitiva. Es decir, si la inflación es un 9 pierden un 9 % al año en capacidad de compra, pero claro… si se quedan en la Bolsa y baja un 40 o un 50 %, ya no pierden un 9, si no un 49 o un 59 por ciento… Por lo tanto, la cuestión no es baladí… y deben exigirse encontrar razones de peso para tomar una decisión o la otra…

Efecto FOMO. Esto es lo que creo que estamos viendo en parte de la comunidad inversora este ejercicio. El FOMO (fear of missing out) es el «miedo a perderse la subida». Y, ¿en qué consiste? Voy a intentar explicarlo revisando los últimos doce años. Observo que en cada corrección acontecida se ha conseguido recuperar valoración de forma muy rápida (prácticamente en pocos meses se ha vuelto al punto de origen de la caída y se han superado máximos), lo cual ha generado una confianza por parte del inversor de «no me debo bajar del mercado».

Pero, y aquí está la clave, ¿por qué ha ocurrido esto? Porque, cada vez que había un problema, los Bancos Centrales inundaban -«emborrachaban»- de liquidez el sistema, bajaban los tipos de interés y aplicaban programas de estímulo fiscal. Y eso ya no va a existir. Ahora los Bancos Centrales ya no es que no hagan esos programas de flexibilización, es que están haciendo el mandato contrario -reducción del balance-. Si bien cuando el mercado subía al calor de los apoyos monetarios y fiscales de la Reserva Federal -vientos a favor- se utilizaba la frase «‘Don’t fight the FED'» (no luches contra la FED), creo oportuno entonces interpretar esta frase también en la otra dirección. Porque ahora la FED se ha convertido en nuestro «enemigo». Por tanto, el panorama es mucho más feo de lo que la gente cree.

En resumen, si desde 2020 quienes se metieron en el mercado inmobiliario, los que compraron oro, Bolsa, etc. ganaron dinero vendiendo a finales del ejercicio pasado, en este momento el principal objetivo de observación y análisis son las subidas de tasas de interés de la Reserva Federal hacia el 3,5 % o 4 % que seguramente las veremos a finales de este año. Porque el tipo del día a día pasará del 2,5 % -que es el tipo de interés oficial actual- al 3,25 % (tras una inmediata subida del 0,75 %). Y si de ahí hasta diciembre vemos subidas adicionales de un 0,50 % (que es algo que parece bastante razonable), ya nos iríamos al entorno del 3,5 %-4 %.

Que ya nos lo ha anunciado la FED en boca de su presidente, en su última comparecencia. Todas estas circunstancias nos dejarían una curva totalmente invertida desde el tipo del día a día frente al tipo a diez años. Y (y es lo malo y peligroso) este tipo de curvas tiene una calidad predictiva respecto de recesiones futuras tremendamente elevada. ¡No menospreciemos esa señal! No cabe duda de que psicológicamente cada uno va a operar conforme mejor entienda sus suposiciones y su valoración macroeconómica. Pero, ¿podremos comprar el doble de lo que podríamos haber comprado a finales de 2021 si la corrección llega a ser de un 50 %? ¿Encontrará la Bolsa suelos a lo largo de finales de este año o primeros seis meses del año que viene ya a unas valoraciones más razonables?

Jesús Mariñas

Socio director de JDS Capital

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