Una corbata de rayas rojas y, aunque en las fotos no los lleva puestos, unos tirantes del mismo color. Sus accesorios le delatan: el sentimiento bilbaíno le acompaña allá donde vaya. Gran hincha del Athletic Club, regresa a 1984 antes de narrar su historia, cuando el equipo rojiblanco sacó a navegar la gabarra por última vez antes de que volviera a hacerlo este jueves tras ganar la Copa del Rey. Junto a sus dos hermanos, nuestro protagonista vivió aquel triunfo como un acontecimiento histórico. “Mi madre nos hizo unas banderas muy bonitas. Sin darse cuenta, puso las líneas en posición vertical y no horizontal, pero nosotros íbamos emocionados paseándolas. ¡Solo nos importaba que habíamos ganado!”, relata con ternura el director general de Tigloo, José Castellanos.
Los veranos “infinitos” de la infancia también dejaron huella en sus memorias. Una entrañable casa familiar en Bakio era el escenario principal de sus vacaciones. “Mi familia veranea ahí desde hace unos 150 años. Mi mujer bromea diciendo que tenemos un virus con Bakio”, expresa entre carcajadas. Buceo, tenis, paseos por la playa, visitas a los pueblos costeros… “¡Y cómo olvidar esas espaldas quemadas!”, exclama.
El dibujo, la química, la física y las matemáticas le apasionaban. Tanto es así que no duda en definirse a sí mismo como un “ingeniero de libro”, al igual que su abuelo. A pesar de ello, trazó un rumbo diferente. Nunca supo con claridad hacia dónde quería orientar su trayectoria profesional, y quizá por eso alude a la precisión de sus dos hijos, de 10 y 13 años, a la hora de soñar con el futuro: “Adriana quiere ser peluquera o médica, y Javier quiso ser conductor de trenes. Yo no tenía nada claro”. Lo cierto es que el mundo de la empresa y de la tecnología pronto comenzaron a llamarle la atención, y por eso se decantó por estudiar Business Administration, Strategy and Management en la Universidad de Deusto. Aunque el primer año fue “especialmente duro”, las amistades que forjó durante su etapa universitaria siguen formando parte de su vida a sus 47 años, y eso le llena de alegría: “Ver que todavía conservo a los amigos de la juventud me hace sentir afortunado”.
RUMBO A ALEMANIA
Entre la infinidad de conocimientos que adquirió durante la carrera, destaca la destreza que desarrolló con el alemán. “Nos exigían un nivel alto de inglés y un intermedio de francés o alemán. Yo no sabía ni uno ni otro, y elegí esa segunda opción. Siempre he sido más germánico que latino”, apunta. Con el fin de reforzar el idioma, se marchó al extranjero durante un verano, en el que tuvo que sustituir la casa familiar de Bakio por el paisaje de Alemania. Así, trabajó cuatro meses en el banco de inversión Hypovereinsbank.
Al regresar a España, fichó como senior consultant por la multinacional Arthur Andersen. Sin embargo, en 2002 la firma se disolvió para dividirse en múltiples empresas. “La auditoría pasó en su mayoría a formar parte de Deloitte y, en cuanto a consultoría, montamos Management Solutions“, explica. Durante más de ocho años ocupó el cargo de director de esta segunda compañía en la delegación de Bilbao, que en sus inicios sumaba 80 profesionales y tres oficinas. “Cuando me fui, habíamos conseguido multiplicar por diez su tamaño”, subraya orgulloso. Hoy, Management Solutions reúne un equipo de 4.000 profesionales y opera en más de cincuenta países a través de 46 oficinas. Los números hablan por sí solos. Y José no puede evitar mostrar una sonrisa de satisfacción.
“Cuando me fui de Management Solutions, habíamos conseguido multiplicar por diez su tamaño inicial”
Entonces sintió que debía dar otro salto. Y se animó a participar en la creación de CIC EnerguiGUNE, el centro de investigación para almacenamiento de energía electroquímica y térmica del Gobierno Vasco. Como director corporativo, puso en marcha el centro desde cero: “Definir las líneas de negocio, comprar equipos, configurar la plantilla del personal, construir el edificio… Era un proyecto en una hoja en blanco”.
Aún recuerda los móviles Nokia y lo lejano que sonaba el funcionamiento del coche eléctrico. “Decidimos apostar por la electroquímica, las baterías y el almacenamiento térmico. Pero el concepto de ‘batería’ estaba todavía en estado incipiente”, puntualiza. Pronto, la empresa pasó de estar constituida por dos personas a sumar más de 140 y contar con más de 60 millones de euros de inversión. Una vez más, el orgullo se adueña de su tono de voz.
Nuestro protagonista abordaba “proyectos Technology Readiness Levels (TRL), que necesitaban maduración y tiempo”. Eso hizo que sintiera la necesidad de “estar más cerca del mercado, con productos más demandados”. Por eso, después de nueve años en CIC EnerguiGUNE, aterrizó en la startup Myruns, proveedora de tecnología.
Como director general, lideró proyectos con empresas como Ternua-Mondragon, Airbus, Unilever, Dulcesol, Camper e Inditex. Tras un año y medio en la compañía, decidió embarcarse en otra startup, también como director general: Smartpm, una firma de ingeniería y desarrollo de soluciones. Su principal objetivo consistía en “cambiar la forma en que las empresas industriales afrontan la necesidad de mejorar la competitividad, la productividad y la calidad a partir de procesos más autónomos y automatizados”.
TIGLOO, LA “LUNA DE MIEL”
Su experiencia como líder de numerosas compañías le hizo el candidato perfecto para capitanear Tigloo. “A diferencia de los proyectos anteriores, este está mucho más consolidado. Me siento como en una luna de miel. Cuanto más escarbo y más conozco de esta compañía, más me gusta”, reconoce José con tono meloso.
Antes de adentrarse en las entrañas de la empresa, nos ofrece un café y reitera su entusiasmo. De hecho, nos lo contagia: es inevitable no sonreír cuando habla, “enamorado”, de Tigloo. Con cuatro áreas de negocio diferentes, la meta de la firma es clara: acompañar en todo momento al cliente. “No llegamos como paracaidistas, soltando la solución y marchándonos. No. Acompañamos al usuario hasta el final”, recalca antes de explicar en qué consisten sus ámbitos de trabajo.
“No llegamos como paracaidistas, soltando la solución y marchándonos. Acompañamos al usuario hasta el final”
En cuanto a infraestructuras, la compañía es capaz de definir la arquitectura de los sistemas y anticipar y gestionar incidencias. “Muchas empresas se están dando cuenta de la importancia de esto, pero no tienen el foco puesto ahí. Por eso, contar con un partner que les ayude es fundamental. Nosotros podemos ser los compañeros idóneos”.
Tigloo también se centra en la transformación digital. En este sentido, es capaz de definir el grado de evolución digital de la organización en relación con sus procesos, clientes y modelo de negocio y analizar cómo de preparada está para afrontar el reto de las nuevas tecnologías. “Nos enfocamos en elementos de software. Podemos implantar ERP y soluciones CRP”, detalla nuestro invitado.
Al mencionar la realidad tecnológica a la que la sociedad debe enfrentarse, alude al término “ciberseguridad”, una de las grandes especialidades de la compañía. “La seguridad es importante tanto en empresas que facturan 7 millones de euros como en las que facturan 300. En este ámbito existen infinitas aplicaciones y soluciones y, entre ellas, nosotros seleccionamos aquellas que tienen más recorrido”. El objetivo es proteger a las entidades ante amenazas reales, defender su sistema operativo y garantizar la confidencialidad de los datos frente a posibles ataques. Lo cierto es que, aunque Tigloo se inició en la ciberseguridad hace apenas un año y medio, aspira a facturar un millón de euros solamente en este ámbito.
Además, también presta servicios de outsourcing. “Hay entidades que necesitan gente potente que les ayude en tareas. Tenemos la red y el conocimiento para poner a su disposición perfiles de alto nivel”, asegura José, haciendo hincapié en que la firma ofrece servicios IT en todas las fases de una empresa, desde el inicio hasta en la gestión y desarrollo de negocio.
MÁS DE 21 MILLONES DE EUROS FACTURADOS
Con más de 35 años de experiencia, el pasado 2019 la compañía navarra vivió un importante hito: la adquisición por parte del grupo francés Synergie, que supera los 5.000 empleados y cuenta con más de 800 oficinas distribuidas en diecisiete países. De esta manera, Tigloo pasó a pertenecer a la multinacional DCS Easyware, filial tecnológica del Grupo Synergie.
Desde entonces, la firma ha estado marcada por una “etapa de sedimentación”, y la meta, garantiza nuestro protagonista, es clara: “hacer más cosas y hacerlas mejor”. Así, Tigloo pretende consolidarse aún más. De hecho, cerró 2023 con una facturación superior a los 21 millones de euros, y su meta es ampliar esa cifra: “En 2024 queremos reforzar los cimientos de esta casa y continuar con la senda de crecimiento y desarrollo. Queremos superar los 22 millones de euros facturados”.
Durante los últimos años, la buena situación que atraviesa Tigloo ha sido tal que, de hecho, en 2023 inauguró sus nuevas oficinas en Cordovilla, donde José nos ha recibido con amabilidad. Lo cierto es que, con delegaciones en Pamplona, San Sebastián, Bilbao, Zaragoza, Barcelona y Madrid, la tecnológica se ha convertido en un referente del sector.
“Estamos muy contentos. Aquí se está cocinando algo rico”, sostiene nuestro invitado mientras se coloca las gafas. Esta analogía nos sorprende, y es entonces cuando revela que es un gran “cocinillas”. Ventresca, chuletón, rodaballo, calamares en su tinta… Aunque cocina “de todo”, su especialidad es la brasa. Con un delantal y un par de fogones, José se convierte en un chef capaz de crear platos exquisitos. “Hay un mercado con ganas de probar cosas ricas, y en Tigloo hay muchos ingredientes para hacer buenas recetas”, concluye entre risas.