Nació hace 56 años en Fustiñana, allí sigue viviendo y tiene su negocio, una peluquería que es una institución en el pueblo porque la viene regentando su familia desde hace décadas. José María Agramonte no ha sentido la necesidad de trasladarse a otro lugar, aunque también es cierto que su intensa actividad le hace desplazarse casi diariamente a Tudela, donde tiene la sede la Comunidad de Bardenas Reales que preside, y también a menudo a Pamplona porque forma parte del Comité Ejecutivo de UPN, partido del que es secretario en el Comité Local de Fustiñana.
Siendo adolescente, estudió peluquería en una academia de la calle Comedias de Pamplona. “Era una profesión que me gustaba y me gusta. La verdad es que no me planteé ser otra cosa porque es lo que había vivido en la familia. Empecé a los 14 años, aprendiendo el oficio con mi abuelo y con mi tío. Y soy prácticamente la cuarta generación, aunque creo que ahora ya va a ir cayendo”. Durante su estancia en la capital navarra, jugaba al fútbol en el equipo juvenil de Osasuna “en la época de Goikoetxea, Bustingorri y esta gente que después pasó a Primera con Pedro Mari Zabalza de entrenador”. Aún recuerda a Basauri, “aquel portero que medía dos por dos y a quien llamaban Mazinger; a Castañeda; a Mina…”. Entonces, tenía 16 o 17 años.
“Creo que hubiese podido jugar en Primera, pero me tiraba más la caza, la naturaleza”.
Quizás pudo llegar a profesional, como ellos. “Creo que hubiese podido jugar. Pedro Mari me lo propuso, pero me tiraba más la caza, la naturaleza, este ambiente rural. Además, no era como ahora, que les ponen casa y facilidades para estudiar. No podías verlo entonces con la perspectiva actual. Opté por un trabajo y la caza, sin más”. El mundo cinegético también le venía por tradición familiar y era algo más que una afición. Por eso, cuando terminó los estudios y volvió a Fustiñana, se integró en la vida bardenera: “Era cuando se estaba poniendo en marcha el parque natural”. Así llegó a ser presidente de la Asociación de Cazadores y Pescadores de Bardenas, más tarde miembro de la Comisión Permanente de la Comunidad de Bardenas y, el 14 de diciembre de 2016, tras el fallecimiento de Julián Isla, llegó a la presidencia para ser reelegido después en marzo de 2019.
POLÍTICO SIN CARGOS
A través de las asociaciones de cazadores -es también vicepresidente de la organización provincial Adecana-, entró en contacto con la Comisión Permanente de la Comunidad de Bardenas Reales. “Eso te va arrastrando a otras cosas. Si como representante de los cazadores les planteabas algo o pedías tal actuación, a cambio te solicitaban que les echaras una mano con nuestro colectivo… Así fui entrando en la política. En realidad, es más un compromiso personal porque ves que debes intervenir en lo que vives directamente. Ese discurso me entra bastante”.
A pesar de todo, nunca ha ocupado cargos públicos excepto los relacionados con la Comunidad. “Llevo dieciséis o dieciocho años, ya ni sé, como secretario del Comité Local de UPN de Fustiñana. Es que en los pueblos no suele haber muchos cambios. De hecho, hemos tenido un ambiente político muy tranquilo y a un alcalde que estuvo mucho tiempo le ha sucedido otro del mismo partido”. Ni siquiera el hecho de que Javier Esparza lo llamara para formar parte de su candidatura le ha llevado a cambiar de opinión. “Con la Comunidad tengo bastante, de momento estoy bien donde estoy”.
“Igual no hace falta que las Bardenas sean parque natural ni reserva de la biosfera. No tenemos por qué volvernos locos”.
La Comunidad de Bardenas Reales es un órgano de gestión territorial, formado por representantes de sus entidades ‘congozantes’: diecinueve municipios; dos valles situados en el otro extremo de Navarra, los de Roncal y Salazar; y el Monasterio de la Oliva. Todos ellos tienen la misma importancia y el voto del monasterio vale igual que el de Tudela.
Sus orígenes hay que buscarlos siglos atrás. Por ejemplo, Roncal tiene derecho al uso del territorio desde hace 1.134 años y acaban de conmemorarse los 200 de la proclamación de sus ordenanzas. ¿Es viable algo así en pleno siglo XXI? “¡No me asustéis!”, exclama riéndose para afirmar acto seguido que sí, que se puede potenciar la institución “adaptándola a nuestro tiempo”. No obstante, se pregunta “si hemos sido suficientemente listos todos, políticos y no políticos, a la hora de ver lo que conlleva ser reserva de la biosfera y parque natural, no solo a nivel medioambiental sino también presupuestario”, resalta en referencia a posibles hipotecas que esas figuras de protección pueden suponer, por ejemplo, a la hora de acceder a ayudas europeas para actividades tradicionales en Bardenas. “Igual no hace falta ser parque ni reserva, no tenemos por qué volvernos locos. Si hay que conservar algo, es porque alguien nos lo ha dejado”.
Esa configuración ancestral hace que, en algunas ocasiones, se haya tildado a la entidad de opaca o poco democrática. Pero su presidente lo niega: “Los representantes de los congozantes han sido elegidos por los ayuntamientos de los pueblos. Más transparencia que te elijan tus vecinos, ya me dirás…”. Por el contrario, considera que es “un ejemplo porque aquí se puede presentar cualquiera para ser presidente o miembro de la Comisión al ser listas abiertas, de modo que no tienes que pertenecer a ningún partido político y te puedes postular tú solo si eres mayor de 18 años y congozante…”.
En este sentido, asegura que trabajan por la Comunidad, anteponiéndola a cualquier interés partidista: “Esa es la principal labor que tienen la Comisión Permanente y el presidente, apartar lo máximo posible el ruido político, precisamente por la propia configuración de la Comunidad”. Y dice que lo consiguen porque “en la casa somos de consenso”.
“De un tiempo a esta parte, los militares son exquisitos en sus prácticas, no me cabe duda de que lo hacen bien”.
Esa diversidad de entes y localizaciones geográficas hace que gestionar la institución “tenga su aquello, como diríamos aquí”, admite con una breve risa que se repite, más prolongada, cuando le preguntamos qué dicen las personas de fuera al conocer las peculiaridades de la Comunidad. “No entienden nada”, responde.
Además, las Bardenas acogen desde hace 70 años el único campo de tiro de maniobras de la aviación militar, que abona un alquiler por los terrenos. José María Agramonte difiere de quienes lo critican. “Los recursos que genera para nosotros y para Navarra son más que importantes, eso es evidente. Pero la Comunidad está preparada para vivir con o sin polígono de tiro”. Por eso, dice sentirse cómodo con la presencia del Ejército en el parque natural. “Ni a la Comisión ni a mí nos preocupa más allá del contrato. Además, de un tiempo a esta parte son exquisitos en sus prácticas, no me cabe duda de que lo hacen bien”. Insiste, en cualquier caso, en que el órgano de gestión bardenero también intenta aislarse de esa polémica y centrarse en “si cumplen con lo pactado en el contrato, que es así”.
TURISMO Y CONSERVACIÓN
A la Junta también le “ocupa y preocupa” la creciente llegada de turistas atraídos por un territorio insólito y medioambientalmente frágil, cómo preservar su ecosistema cuando el año pasado fue visitado por 300.000 personas y que también fue escenario para el rodaje de películas, series y anuncios publicitarios. El presidente ve difícil mantener el equilibrio y diferenciar el uso turístico del uso común, ya que una de las peculiaridades de las Bardenas es que siguen siendo utilizadas por agricultores, ganaderos, cazadores… Por eso preparan, con una inversión de 8 millones de euros, un plan que contempla rutas turísticas, con sus estudios de afección ambiental, y que prevé un “tratamiento diferenciado para los congozantes por uso, tradición y porque es suya”. “Se trata de ver la capacidad de carga que puede albergar este espacio en un periodo de tiempo determinado y con un control, como se está haciendo en el Urederra o en el Irati. No podemos morir de éxito. Y si podemos generar recursos mediante ese control de acceso para mantener las instalaciones que necesita la atención al flujo de turistas, pues mejor que mejor”.
“Tenemos un sentimiento muy interiorizado de lo que es ser bardenero”.
Además, se encuentran inmersos en la elaboración de un plan estratégico, que incluye los sectoriales referidos al turismo, educación (del que forma parte el acuerdo firmado con la UPNA para crear la Cátedra Bardenas Reales de Ciencia y Patrimonio) y el plan de sostenibilidad energética, con la previsión de destinar a la generación de energías renovables casi 200 hectáreas. También incluye la regulación de la agricultura, ganadería y usos tradicionales. Aunque algo ralentizado por la pandemia, sobre todo en el campo educativo y por lo que ocurra con la PAC, el plan sigue adelante.
Confiesa que no siente algo especial cuando ve el paisaje bardenero, por ejemplo, en un anuncio televisivo de un coche. Pero sí en otros momentos: “Me emociona más oír una jota alusiva a Bardenas, y eso que no soy una de las personas a la que más le gusten las jotas. También cuando sale alguno de los nuestros. Y digo los nuestros porque tenemos un sentimiento muy interiorizado de lo que es ser bardenero. Bueno, emocionarme, emocionarme… Me agrada”.
También tiene una casa en el parque. “A toda la familia nos gusta ir a pasear, aunque en ocasiones voy solo porque necesito mi espacio”. Allí aprovecha para practicar su otra gran afición: la fotografía. “Me encanta. ¡Hasta me quita tiempo para cazar! Es un sitio tan espectacular…”. De hecho, varias imágenes tomadas por él, que recogen la desolada belleza y variedad de paisajes de las Bardenas, decoran la sede tudelana de la Comunidad. José María Agramonte las muestra al finalizar la entrevista, en una visita guiada por un edificio que, en cierto modo, es como la propia institución: tiene una larga historia, pero su interior rehabilitado resulta moderno y acogedor.