Según estudios realizados, en España aproximadamente el 85% de las empresas son familiares, y representan el 70% del PIB y del empleo privado. Se estima que existen 2,9 millones de empresas familiares que generan 13,9 millones de empleos.
Los datos son claros: las empresas familiares tienen un enorme peso en la economía española. Sin embargo, también hay estudios que nos hablan de las dificultades de supervivencia de este tipo de empresas en el tránsito de una generación a otra. Cabe recordar aquí la Encuesta Mundial de la Empresa Familiar realizada por PricewaterhouseCoopers, en la que señala que únicamente el 36% de las empresas encuestadas sobrevivieron a la transición a la segunda generación, un 19% a la tercera, y un 7% a la cuarta generación.
No cabe la inacción. Como cabe con cualquier tipo de organización, una conflictividad mal gestionada puede acabar con la empresa familiar.
Ante esta realidad, extrapolable a Navarra, nuestra primera reflexión es que, en la empresa familiar, como en cualquier otra organización, hay una conflictividad que puede acabar con ella. Parece que especialmente cuando llega el momento del relevo generacional. Nos planteamos también, a la vista de los datos, si podemos actuar de manera preventiva, o solo reactiva a esa conflictividad. Porque si de algo estamos seguras, es que la inacción o desviar la mirada, pone en riesgo la continuidad y supervivencia de la empresa e incluso de la familia.
La empresa familiar tiene su fundamento en la familia empresaria. Esta familia tiene una responsabilidad común y un interés compartido que les exige tener un nivel de relación que proteja su negocio y vele por su existencia, su permanencia y por supuesto, su productividad. La empresa que comparten va a ponerles a prueba, como propietarios, como socios y también como familia, y sus miembros deben conocerlo y asumirlo de manera responsable. Su empresa les vincula más allá de los lazos de sangre.
Con este principio, seguimos reflexionando sobre la empresa familiar y determinamos como áreas de conflictividad las siguientes:
- Familia. Todas pueden tener conflictos. En este caso, serían los propios de la relación que se comparte por ser familia. En este tipo de conflictos, lo emocional y lo relacional son en sí mismo el problema. No se pueden aislar de la relación empresarial, ya que la relación personal influye en la relación empresarial y viceversa. Habrá que observar las relaciones y los vínculos entre los miembros de la familia, que tendrán particularidades propias y diferenciadas de otras relaciones familiares, para gestionar adecuadamente sus discrepancias empresariales.
- Propiedad o la titularidad de la empresa. Una de las esencias de la empresa familiar es la tendencia a mantener la propiedad en el núcleo de la familia. Y la familia, como las personas que la integran, cambia. Situaciones como accidentes, relevo generacional, divorcios, fallecimientos, etc… inciden en la familia, en sus relaciones y en la empresa. Además, estos cambios, suponen incorporaciones o salidas de miembros en la propiedad de la empresa. Situaciones a veces críticas que ponen en riesgo la continuidad de la empresa. También puede haber cambios en la propiedad por incorporaciones de propietarios no familiares como por ejemplo inversores, ampliaciones de capital, financiadores, etc. Todos estos cambios, generan nuevas relaciones que si no se gestionan adecuadamente pueden dar lugar a una grave y profunda problemática que puede desembocar en situaciones muy indeseadas.
- Gestión de la empresa. En esta área tendrían cabida todos aquellos asuntos que tienen que ver con: separación entre patrimonio empresarial y familiar, miembros de la familia que ocupan puestos de responsabilidad para los que no están cualificados, ocupación de los miembros de la familia en el organigrama empresarial, retribución salarial de los miembros de la familia, tareas y funciones de los miembros de la familia en los puestos que ocupan, decisiones acerca de dividendos, flujo de información empresarial a la familia propietaria pero que no tiene presencia en la organización, etc.
Una vez definidas las áreas de conflictividad, analizamos las causas u origen de los conflictos, que son:
- diferencias en los valores o creencias
- problemas estructurales
- intereses irreconciliables
- información deficiente
- malas relaciones personales
UNA PROPUESTA DE TRABAJO
Al cruzar estos 5 orígenes de los conflictos con las 3 áreas de conflictividad sobre las que indagar, obtenemos 15 posibles subáreas sobre las que profundizar
Para resolver el conflicto, proponemos un sistema ágil, basado en la confidencialidad y, sobre todo, que permita la participación de cuantas más personas, mejor.
Con todo esto pensamos ¿Cómo podemos analizar esas 15 subáreas de conflicto de la empresa familiar/familia empresaria que nos permita obtener el estado de situación conflictual actual e iniciar un plan de acción? Decidimos cómo hacerlo. La metodología no debe suponer una excesiva invasión en la privacidad. Tiene que ser ágil y permitir la participación de cuantas más personas mejor. Aquí como en la familia, todos suman. Y así lo hicimos.
Ideamos una imagen gráfica que representara la información recogida, para que más allá de la interpretación en detalle de los datos, todos tengan en un golpe de vista una idea general pero aproximada de la realidad de la familia empresaria. El resultado fue este “mapa”:
Como en mediación, la confidencialidad es un elemento crítico. En el desarrollo del proyecto, es total y la garantizamos incluso por escrito. Necesitamos generar esta confianza para contar con la sinceridad de los participantes. Solo así la información particular y agregada posteriormente nos servirá para obtener una foto real que permita tomar decisiones de presente y de futuro.
El resultado de esta reflexión y este trabajo ha sido el proyecto que hemos llamado Bonsái.
Este nombre nos inspira la familia, la genealogía y las ramas familiares. También lleva implícito el bien común: la empresa. Un bonsái requiere muchos y meticulosos cuidados (riego, poda, trasplante, etc.…). No es fácil cultivar arboles contenidos en una simple maceta, de la misma manera que tampoco lo será para los miembros de la familia colaborar para que su empresa, como principal interés compartido sobreviva a los avatares de la familia, la vida o los mercados.
Como dice un proverbio japonés: “Quienes pueden conservar un árbol en una maceta, tienen asegurada la eternidad”.
Maite Ruiz Aquerreta
Psicóloga y Mediadora
Socia de Mediación Navarra
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