Ainhoa Urbizu llevaba años soportando un dolor “bastante fuerte” en la espalda, que le hacía vivir con “muchas limitaciones” en su día a día. Por eso, decidió someterse a una artrodesis lumbar. Un año después de la operación, no obstante, volvieron las molestias. Y ávida por encontrar una solución definitiva, acudió a un fisioterapeuta que le instó a asistir a la Escuela de Espalda del centro U’kore. Su compañera de entrenamiento, Amaya Ochoa, tuvo una experiencia similar. Después de una difícil intervención quirúrgica, una amiga le recomendó visitar el local ubicado en el paseo Santxiki de Mutilva: “Me dolía muchísimo como consecuencia de la operación y de haber estado tanto tiempo quieta durante seis meses de baja”.
La última Encuesta Nacional de Salud revela que el dolor lumbar es uno de los problemas más frecuentes entre españoles mayores de 15 años. En torno al 80 % de la población padecerá una afección de este tipo durante su vida, tal y como constata Dani Jiménez, cofounder y director técnico de U’kore. Además, la disminución de la calidad de vida asociada a la presencia de lumbalgias “es superior a la que se observa en enfermedades crónicas de alta prevalencia, como la enfermedad pulmonar, cardiaca o digestiva, la diabetes, la hipertensión arterial o la depresión“. Al margen de lesiones específicas -como hernias discales, contracturas o escoliosis, por ejemplo-, esta clase de dolencia no siempre corresponde a daños en la estructura ósea o muscular. Hay veces en que, incluso, puede estar vinculada a “factores emocionales y sociales”.
“Nos hemos adaptado a la idea de estar sentados durante diez horas, pero nuestro cuerpo está diseñado para moverse”.
En este sentido, no sorprende que el dolor de espalda suponga un contratiempo “cada vez más frecuente” dentro de un escenario que cambia vertiginosamente. De hecho, la irrupción del Covid-19 y el primer confinamiento -unido al teletrabajo y a una situación de tensión generalizada- han provocado una “mayor incidencia” de casos de lumbalgia. “Nos hemos adaptado a la idea de estar sentados durante diez horas, pero nuestro cuerpo está diseñado para moverse”, sentencia Jiménez. Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, el director técnico de este centro de entrenamiento inteligente decidió crear la Escuela tras especializarse en la ejercitación de la fuerza, la prevención y la readaptación de lesiones, la anatomía funcional y el tratamiento del dolor lumbar. Lo hizo teniendo en mente una meta concreta -ayudar a sus clientes a vivir sin estas molestias- y con la misma filosofía interdisciplinar que caracteriza a todos los profesionales del centro. De esta manera, su propuesta se basa en tres pilares fundamentales: la educación, la exposición gradual y la mejora de hábitos de vida.
Después de una primera valoración inicial, en la que se evalúan aspectos como el estado físico y el historial médico de cada usuario, Jiménez determina si este debe entrenar en grupo -compuesto siempre por un máximo de seis personas- o de forma individual. Adicionalmente, analiza si conviene combinar el régimen de ejercicios con sesiones de fisioterapia o con asesorías nutricionales. Sea cual sea la gravedad del caso, el experto reitera que no existen píldoras mágicas ni maniobras instantáneas que eliminen inmediatamente el dolor.
DESMONTANDO MITOS
En lugar de vender falsas promesas o fórmulas irrealistas, aborda esta problemática desde un enfoque pedagógico: “Este es un punto importante porque existe evidencia científica de que, cuando el especialista explica qué es el dolor, de dónde procede y cuáles son los mecanismos fisiológicos que lo generan, este se modera”. De modo que él no lo presenta como un enemigo irreconciliable, sino como una advertencia que aparece de vez en cuando y a la que conviene prestar atención “para detectar daños o amenazas a la integridad física”.
“Si no hay daño en la estructura, el reposo absoluto solo acentuará el malestar y creará un círculo vicioso”.
Acompañado de un lenguaje cargado de ejemplos y metáforas, Jiménez hace un esfuerzo por aligerar la carga de sus clientes y reniega del adjetivo ‘crónico’, decantándose en cambio por la palabra ‘persistente‘. El primer calificativo, para él, tiene “una connotación negativa, no ayuda nada a la recuperación e incluso puede convertirse en una excusa para no hacer nada al respecto”. El director técnico de U’kore sigue desmontando mitos y repite con frecuencia que mantener una postura erguida o el mero hecho de ser delgado no exime a nadie de padecer esta dolencia, del mismo modo que el reposo absoluto nunca es la mejor respuesta para hacer frente a una lumbalgia. “Si no hay daño en la estructura, eso solo acentuará el malestar y creará un círculo vicioso“, insiste.
Por eso, invita a las personas afectadas a que se enfrenten con aquellas tareas que “duelen, dan miedo y, por lo tanto, se intentan evitar”. El objetivo es eliminar la relación entre un desplazamiento específico y la incomodidad experimentada. Para conseguirlo, plantea rutinas que engloban el trabajo de fuerza y la mejora de los patrones de movimiento básicos, procurando que estos se realicen de forma relajada y evitando comportamientos sobreprotectores. “Luego se les explica hasta dónde han llegado y cómo han podido hacerlo sin que haya dolor”, especifica.
Bien sea trabajando las rotaciones externas de cadera con pelotas de tenis u organizando carreras ‘a cuatro patas’, la clave del éxito de estas sesiones reside en una metodología basada en el juego. Jiménez está convencido de que lo más importante para la rehabilitación de sus clientes es que realicen actividad física todos los días -dentro y fuera de las paredes de U’kore- y que se diviertan sin prejuicios: que salten, se tumben, rueden… En fin, que imiten a los más pequeños: “Los niños aprenden a moverse explorando. Nadie les enseña a andar como tal, sino que ellos mismos van pasando por fases. Se extienden, rotan hacia atrás y hacia delante, gatean, se levantan y hacen esas sentadillas profundas que nos dan tanto miedo, a pesar de que estamos preparados para realizarlas”.
LA MEJOR RECOMPENSA
Si en general el deporte contribuye a mejorar el estado de ánimo de quien lo practica, estos beneficios psicológicos resultan incluso más necesarios entre quienes sufren de una lumbalgia que, a menudo, está acompañada de frustración y tristeza. “La gente con dolor persistente está metida en un pozo y hay que sacarla de ahí. El ejercicio es la llave para esto porque genera endorfinas, unos neurotransmisores que producen sensación de bienestar”, remarca el director técnico del centro.
La readaptación integral también pasa por aportar estrategias para el manejo del estrés cotidiano y por descansar correctamente todas las noches. La evidencia sobre este último aspecto es contundente: “Dormir es un estado fisiológico de reparación. Si no respetas eso, no habrá reparación celular”, alerta Jiménez. Su tesis es respaldada por un estudio publicado en 2020 en la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience, donde distintos científicos explican cómo el impacto positivo del ejercicio está condicionado por la calidad del sueño.
Al principio, Amaya Ochoa se mostraba “un poco escéptica” ante esta fórmula y pensaba que su afección “únicamente se disminuiría hasta cierto punto”. Un año después de inscribirse en la escuela de U’kore, sin embargo, se levanta de la cama “superactiva” y “solo en días esporádicos” siente molestias leves. Ainhoa Urbizu, por su parte, acude a U’kore desde hace menos de seis meses, pero ya siente una mejoría radical: “La verdad es que ha sido una pasada. Aparte de hacer todo lo que antes no me veía capaz, físicamente me siento realmente bien y ya no noto ningún dolor. Le hablo a todo el mundo de este centro, parezco comercial”, bromea entre risas.
Esa satisfacción es compartida con los profesionales del centro, testigos de la evolución que experimentan quienes llegan “quitándose el abrigo y los zapatos lentamente y con suma cautela”, pero que, poco a poco “y casi sin darse cuenta”, comienzan a moverse con fluidez. “La Escuela de Espalda puede ser dura porque luchas contra unas creencias falsas que están muy arraigadas. Pero, al mismo tiempo, es muy bonita porque la gente confía, escucha y va desbloqueando su propio camino“, concluye Jiménez.