Hay un lugar en Estella que destaca por su originalidad y, quizá, también por el singular aura que desprende. Semioculto entre la maleza, atesora varias esculturas de gigantescas calaveras, donde nuestra protagonista solía caminar junto a su familia. En realidad, muchos desconocen que se trata de una obra creada por el artista Luis García y que responde al nombre de parque de los Desvelados. Pero Ainara Mosén ya sabía todo eso. Allí disfrutaba de la naturaleza y reflexionaba sobre “qué quería ser de mayor”. ¿Profesora? ¿Abogada? ¿Pianista? Saltaba de una profesión a otra con rapidez en su mente, pero siempre tuvo algo muy claro: “Quería ayudar a los demás a ser felices”.
En la playa de Peñíscola, donde los veranos transcurrían con un encanto especial, jugaba con su hermano pequeño a construir castillos de arena. “Era como su segunda mamá”, apostilla entre risas. Allí, precisamente, se sentía “plena y feliz”.
Desde niña, la música se encargó de guiar su camino. “Cantaba a todas horas”, rememora con ternura. Pronto, el piano se convirtió en su gran aliado. Posaba las manos sobre las teclas y, entre partitura y partitura, se sumergía en las melodías con la certeza de que aprender a tocar aquel instrumento era su mayor tesoro.
Cuando llegó el momento de decidir qué camino tomar, dudó entre continuar con su trayectoria musical o perseguir aquel ideal de ayudar a las personas. “Si quiero cambiar el mundo y a la gente, puedo formarme en Derecho”, pensó. Pero también el ámbito empresarial captó su atención. Finalmente, optó por estudiar dos carreras en la Universidad Pública de Navarra (UPNA): Administración y Dirección de Empresas, y Derecho. Durante la etapa universitaria, Ainara exploró infinitas actividades. Cursos de masajes, clases de chino, danza del vientre… “Veía los carteles y pensaba ‘uy, de esto no sé nada y es muy interesante. ¡Voy a ir!'”, expresa entre carcajadas.
ALEMANIA, SU DESTINO
Al terminar su formación, se le brindó la oportunidad de realizar prácticas en el extranjero, en la Cámara Oficial Española de Comercio en Alemania. A pesar de que era una gran oportunidad, Ainara declinó la oferta. “Tiempo atrás ya había estado en Alemania trabajando como au pair, y el país me encantó. De hecho, me prometí volver, pero sentí que ese no era el momento de hacerlo. ¡Muchos me llamaban loca por decir que no!”, rememora. En su lugar, permaneció en Navarra y, posteriormente, en un bufete de abogados en Bilbao, donde se percató de que aquella utópica ambición de lograr la felicidad del prójimo sería más difícil de cumplir de lo que imaginaba. “Entendí que abogacía no es lo mismo que justicia”, suspira.
“La vida da una, dos, tres… mil oportunidades. Pienso que aquí, en Alemania, estaba mi destino”
Entonces, optó por realizar un MBA y, más tarde, formarse como mediadora de conflictos y como coach. Mientras se instruía en estos ámbitos, se topó con una vacante en Bosch and Siemens Home Appliances Group (BSH) que captó su interés. “Buscaban a una persona con conocimientos en administración, dirección de empresas y derecho para el departamento de Informática en Zaragoza. Después, cabía la posibilidad de trasladarte a la sede central, en Múnich. Enseguida presenté mi candidatura, y me seleccionaron para el puesto de trainee customer”, constata para acto seguido mencionar que, con el tiempo, pasó a ocupar los cargos de coordinadora en la Oficina de Dirección de Proyectos, Change manager y Project manager, ofreciendo formación y facilitando la incorporación de nuevos empleados.
“La vida da una, dos, tres… mil oportunidades. Pienso que aquí, en Alemania, estaba mi destino”, remarca sonriente tras recordar aquella ocasión en la que rechazó las prácticas en la Cámara de Comercio. Así, junto a Iñaki, su actual marido, hizo las maletas y puso rumbo a tierras germanas. La estancia de ambos allí duró casi tres años hasta que, de nuevo, decidieron regresar a Zaragoza. Se compraron una casa, se casaron y, cuando parecía que su vida había trazado un camino definitivo, Múnich volvió a aparecer en su mapa.
“DESBLOQUEAR” A LAS PERSONAS
Ainara había oído hablar de la Oficina Europea de Patentes y, por “mera curiosidad”, entró en su página de vacantes. Una de ellas le llamó la atención: “Derecho, gestión de procesos, coaching, estadísticas… Probé suerte. Y aquí estoy”, constata para añadir que ya lleva seis años trabajando en la entidad como coach de los empleados, en Múnich.
“Me dedico a la resolución de conflictos. A través del coaching, acompaño a las personas a tomar conciencia de su situación, les invito a reflexionar, a encontrar alternativas, a reducir el estrés laboral… En definitiva, a desbloquearles”, apunta. Ahora, además, se encuentra inmersa en un “ilusionante” proyecto personal: “Quiero lanzar un programa para todas esas personas que quieran acabar con el agotamiento del día a día e implementar hábitos saludables para recuperar su energía y vitalidad”.
A sus 37 años, siente que ha cumplido aquel ideal que tenía de niña. “Ayudo a los demás a sentirse plenos”, constata satisfecha. Y aunque echa de menos aquellas mañanas de vermú con su familia por las calles de Estella, reconoce que Múnich tiene un “encanto especial”, quizá por el fenómeno del vivac, que con ilusión enseguida comenzó a disfrutar: “Consiste en coger un saco de dormir, montarse en la bicicleta y dormir en cualquier lado, viendo las estrellas. ¡Aquí vamos en bici a todas partes!”.
Esta entrevista forma parte de la Estrategia NEXT del Gobierno de Navarra.