Cuenta la leyenda que corría el año 1990 cuando varios sucesos paranormales cubrieron de incertidumbre el Museo de Navarra. Cucharillas que flotaban en el aire, cuadros que se movían de lugar… ¿Realidad o ficción? Lo cierto es que, aunque nosotros no tenemos la respuesta, desde Vanity Capital te invitamos a conocer esta escalofriante historia tintada de terror. ¿Eres de los que creen en fantasmas o te atreves a encontrar una explicación racional? Presta mucha atención, bienvenido a este apasionante relato sobre espíritus…
Parecía una noche de invierno normal y corriente. El frío serpenteaba por las calles de Pamplona; la luna se alzaba, tranquila, en el infinito manto oscuro del cielo; alguna que otra cuadrilla de chavales exprimía las últimas horas del día dando un paseo… Sí, una noche de invierno normal y corriente, vaya. En el Museo de Navarra tampoco esperaban grandes sucesos (y mucho menos paranormales). ¿Quién querría perturbar la calma de aquel tranquilo domingo? Pero, como suele ocurrir, no siempre todo es lo que parece. Aquella apacible estampa invernal, pronto se convirtió en una espeluznante leyenda que llegaría a oídos de todo Pamplona.
Cuando todo parecía seguir su curso habitual y los vigilantes paseaban, sosegados, por cada sala del museo, un estruendo ensordecedor azotó el edificio de arriba a abajo. De pronto, las alarmas comenzaron a retumbar por todas las instalaciones. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso se trataba de un ladrón? A toda velocidad, el personal de seguridad trató de localizar inmediatamente el problema, en la planta número cuatro. Pero nada de lo que imaginaban podía asemejarse a lo que sus ojos estaban a punto de ver. El foco de sus linternas alumbró un punto concreto entre el suelo y el techo. Un pequeño objeto flotaba en el aire. ¿Qué era aquello? ¿Cómo podía ser posible? Atónitos, permanecieron inmóviles, contemplando cómo la cucharilla que habían usado horas antes para llenarse el estómago con un yogur volaba en el espacio.
Aquella no fue la última vez que un suceso inexplicable quedó plasmado en el parte de incidencias. Dos noches después, mientras uno de los vigilantes realizaba su ronda habitual, se percató de algo muy extraño. Alguien había descolgado un cuadro de la pared y lo había dejado apoyado junto a la puerta. ¿Alguien? ¿O algo? Sin darle demasiada importancia al anterior episodio de la cucharilla flotante, decidió colocar el cuadro en el suelo y seguir su camino. Para su sorpresa, cuando regresó al mismo lugar, la obra estaba colgada en la pared. A lo lejos, pudo escuchar un extraño silbido y varios pasos que, rápidamente, se alejaron de allí…
Desde entonces, estos misteriosos episodios se le han atribuido a un ente que el equipo del Museo de Navarra ha bautizado como Juantxo. Aunque no se ha vuelto a conocer ningún otro acontecimiento paranormal, los trabajadores reconocen y aceptan la existencia de este espíritu, que se ha convertido en el fantasma más famoso de Pamplona.