Quizá haya optado por prescindir del pintalabios o por renunciar a ese espeso corrector que le borraba las ojeras, pero llevar más de la mitad de la cara tapada no es una excusa válida para abandonar completamente el cuidado de su rostro. Nuestra rutina de belleza se ha acortado gracias a la imposición de ese uniforme obligatorio que nos protege -a nosotros y a los demás- frente al Covid-19. La cara menos amable de esa simplificación, sin embargo, es el precio que ha pagado nuestro cutis como consecuencia.
Esa capa protectora, tan molesta y tan necesaria, no es la única culpable. La falta de exposición al sol durante el periodo de confinamiento, unida a la poca segregación de oxitocina -una hormona que aumenta cuando hay contacto físico, contribuyendo así a disminuir la irritación y sensibilidad de la tez-, también han pasado factura. ¿Se siente aludido? Pase adelante y siga leyendo, no está sentado en el banquillo de los acusados y en este espacio no hay cámaras ocultas. Póngase cómodo: a continuación, y con la esperanza de evitar caer en tecnicismos, tópicos y teorías conspirativas, le proporcionaremos algunas claves que le permitirán tomar cartas en el asunto y dejar de esquivar el espejo.
1. PLANIFIQUE UNA RUTINA
Érase una vez una señorita que madrugaba para completar una rutina de belleza coreana. Después de desmaquillarse y limpiar su rostro, procedía a exfoliar la tez y a aplicar sobre su piel tónico, mascarilla, esencia, sérum, contorno de ojos, crema hidratante, crema para el sol o hidratante de noche y, finalmente, base de maquillaje. ¿Suena agotador? Si leer esa frase cansa, imagínese ponerla en práctica.
Como todas las utopías, esta manera de proceder no es compatible con el estilo de vida de la mayoría de los mortales. Por suerte, no hace falta tener la disciplina de Marie Kondo ni seguir estrictamente los diez pasos anteriormente descritos. Le invitamos a abrazar el ‘menos es más’, si así lo desea. Tenga en cuenta, eso sí, que algunas instrucciones son de obligatorio cumplimiento. Al menos una vez al día, por ejemplo, deberá lavarse la cara con un jabón especial destinado para ello. Lo sentimos, eso no es negociable.
2. EL SOL NO DA TREGUA
En la misma línea, otro elemento imprescindible en la repisa de su baño es el protector solar. Llueva, truene o relampaguee, esta estrella no da tregua. Además, por ahora no existen estudios fiables que demuestren que la mascarilla bloquea de manera efectiva los rayos solares. Este producto no solo evita la aparición de líneas de expresión y manchas, sino que disminuye igualmente las probabilidades de padecer cáncer de piel. La indicación de utilizar este tipo de cremas es extensible a personas de todas las edades y razas durante todas las estaciones del año. Ahora que empieza a hacer calor, recomendamos que opte por soluciones ligeras y no comedogénicas. De paso le traducimos el palabro: procure evitar productos cosméticos que obstruyan los poros.
3. “MASCNÉ”, EL REGALITO PANDÉMICO
Hablando de esos diminutos orificios de la epidermis que suelen taparse… La fricción entre el rostro y la mascarilla no solo ha incrementado los casos de dermatitis, sino que adicionalmente ha dado origen a un singular término que describe las molestas lesiones en la zona peribucal. Sean de tela o desechables, lo cierto es que las mejores herramientas para luchar contra la pandemia también evitan que la piel respire con normalidad y provocan que el sudor y la humedad de la respiración se acumulen. Vamos, la combinación perfecta para quienes tienen predisposición a producir más sebo. Desafortunadamente, por los momentos no es posible despojarse de estos protectores. ¿Soluciones a corto plazo? Limpiar la zona en profundidad, aplicar tratamientos antiacné de manera puntual y decirle ‘hasta luego’ al maquillaje.
4. CONFÍE EN LOS EXPERTOS
En caso de dudas complejas, antecedentes o enfermedades diagnosticadas, siempre nos quedarán los dermatólogos y los tratamientos profesionales. Si se identifica con alguna de estas situaciones, le rogamos que no se proponga navegar por el tormentoso tsunami de Internet en busca de soluciones mágicas inexistentes. El camino más sensato es solicitar la valoración de un especialista en la brevedad posible.
5. RELÁJESE
Sí, ya sabemos que es la última palabra que deberíamos pronunciar en situaciones de angustia. En los tiempos que corren, la incertidumbre es generalizada, pero el estrés siempre provoca un efecto contraproducente y visible. Salga a dar un paseo, vea una película mediocre mientras trata de echar la siesta, tome un baño caliente y, sobre todo, recuerde que las arrugas y los granos ocasionales forman parte del ciclo de la vida. La perfección, después de todo, solo existe en Instagram.