“Carlota, ¿quieres jugar a los aromas?”, solía preguntar Marta a su hija mientras abría un maletín con cuarenta pequeños botes de cristal. Aunque para la pequeña era una simple diversión, para su madre se trataba de un ejercicio básico dirigido a educar el olfato. Cerrar los ojos, concentrarse, analizar el olor y pensar en posibles maridajes. Un proceso propio de quien entiende el vino como una pasión.
La tafallesa Marta Domínguez de Vidaurreta trabajó en el emblemático restaurante Túbal durante catorce años. Su periodo como jefa de sala le permitió descubrir la importancia del sumiller en la hostelería, lo que la llevó a sumergirse en el mundo del vino. Tras formarse en la Escuela Navarra de Cata durante cuatro años, completó después un máster en Viticultura, Enología y Marketing del Vino.
Más tarde conoció a un perfumista francés, que reconoció sus aptitudes y le ofreció la oportunidad de apuntalar su preparación junto a él para poder aplicar después todo ese saber al arte de la cata. “El sentido del olfato es el que menos utilizamos y menos desarrollado tenemos los seres humanos, por lo que hay que educarlo. Cuanto antes retuviera el mayor número posible de aromas, mejor memoria olfativa obtendría”, explica esta emprendedora de 49 años.
Este aprendizaje se convirtió en una pasión, un sueño que se ha materializado con la reapertura del bar Tío Charly, a cuyo nombre original ha añadido la expresión by Marta. “Este proyecto me ha permitido dar sentido al amor que siento por el vino y su servicio”, apunta a Navarra Capital.
Y es que Marta ha dado una nueva vida a este establecimiento situado en la Rúa Mayor de Olite, un pueblo rodeado por seis bodegas. Aunque la idea comenzó a cobrar forma en mayo y el establecimiento volvió a la actividad dos meses más tarde, la sumiller todavía se conmueve al recordar la buena acogida que los vecinos le han brindado: “Me han hecho sentirme como en casa. Estoy muy contenta, incluso me he mudado aquí para poder dar el mejor servicio posible”.
UNA COMPLETA CARTA DE VINOS
Desde entonces, ya ha organizado conciertos en vivo y planea ofrecer catas de vino, showrooms y eventos privados. Además, ha instalado una diana para invitar a los jóvenes a disfrutar de una bebida mientras juegan a los dardos. “Quiero recuperar el culto que tenía Charly por cuidar cada bebida, extendiéndolo al vermú y al tardeo. Doy importancia a una buena vajilla o al cubito de hielo, coloco unas gominolas, pongo música de los 80 y 90 y se crea tan buen ambiente que la calle se pone a reventar”, sostiene.
Sin embargo, el camino no ha sido sencillo, ya que durante estos meses ha sufrido dos inundaciones y un incendio en el local. “Ha sido un comienzo peleón, pero con muchísima ilusión y ganas de trabajar se sale de todo”, defiende convencida.
Gracias a su experiencia, ha elaborado una carta de vinos única, con especial atención a las bodegas locales. No obstante, también se ha arriesgado a incluir variedades de otras regiones como un godello del Bierzo. “Me emociona encontrarme con clientes abiertos a recomendaciones. Para mí, jugar con los sabores es un lujo. Asisto a numerosas catas y me gusta ofrecer novedades del sector”, detalla. Además, acompaña sus vinos con una selección de productos de quinta gama, que incluyen tostadas, aceitunas con salsa casera, patatas bravas y gildas.
El bar, situado a escasos metros de la también reabierta Casa Zanito, se distribuye en dos zonas: una destinada a disfrutar de las bebidas y otra más acogedora y apartada de la barra, denominada ‘el rincón de Marta’: “Mi gran amigo Javier Laspalas se ha volcado y me ha regalado cuadros pintados por él para vestir estas paredes. Al igual que cada vino tiene su momento, el mío se encuentra ahora aquí. Espero poder jubilarme en estas calles y seguir disfrutando del cariño de los vecinos de Olite, que ha sido un gran aliciente en estos meses”.