Había gran expectación sobre la primera reunión fijada para negociar la salida de Reino Unido de la Unión Europea. El encuentro tuvo lugar el pasado día 19, en un ambiente de cordialidad y entendimiento. Al menos así lo manifestó el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, en una rueda de prensa posterior. “Ha sido útil”, reconoció. En la cita se marcaron las bases en cuanto a fechas, organización y prioridades. Reino Unido se mostró conforme en tratar primero los temas relativos a la salida y, a posteriori, la relación futura con la UE. “Vamos a trabajar con el Reino Unido, no contra él”, confesó Barnier, quien aseguró que el objetivo es “lograr un acuerdo justo, que es mejor que ningún acuerdo”.
Michel Barnier: “Vamos a trabajar con el Reino Unido, no contra él, para lograr un acuerdo justo”
El hecho de que Reino Unido aceptase las normas de juego de la Unión Europea ha sido aplaudido por los socios comunitarios. Es un primer paso para lograr un acuerdo que, a priori, es laborioso y complicado. Porque la reunión del pasado 19 no es sino un hito en un proceso que ya comenzó hace ahora un año.
Un 23 de junio, pero de 2016, los británicos fueron llamados a manifestar su opinión sobre Europa en un referéndum. La victoria de los detractores de la Unión Europea, aunque ajustada (51,9% frente a un 48,1%), supuso la puesta en marcha de un procedimiento de desconexión nunca antes vivido en el seno de la UE y también cambios en la política interna británica. El entonces primer ministro, David Cameron, partidario de permanecer en Europa, presentó su dimisión. Le sustituyó en el cargo Theresa May, también conservadora, y también contraria al Brexit. Sin embargo, no se expuso tanto en la campaña del referéndum. Así las cosas, aunque contraria, asumió el mandato de las urnas.
Artículo 50 y nuevas elecciones
Ese mandato pasaba por notificar oficialmente a la Unión Europea su intención de dejar de ser un Estado miembro, una vez que la decisión fuera aprobada por el Parlamento británico. El Tratado de Lisboa, en su artículo 50, especifica cómo hacerlo. Debe ser por escrito, en una carta oficial. La entrega, sin embargo, se demoró en el tiempo. Pese a que los resultados del referéndum estaban sobre la mesa a finales de junio y que la propia May anunció en octubre que activaría el artículo 50, no fue hasta el pasado 29 de marzo cuando el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, recibió la misiva. Fue entonces, y sólo entonces, cuando se activó el proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea. Un proceso que no debe alargarse más de dos años, según el tratado, aunque cabe posibilidad de prórroga.
Las prioridades: dirimir los Dº de los ciudadanos, la liquidación de la aportación del Reino Unido a la UE y la frontera con Irlanda.
Con el objetivo de reforzar su mayoría en el Parlamento británico y contar así con una voz más potente de cara a las negociaciones del Brexit, Theresa May anunció en abril la convocatoria de elecciones, que se celebraron el pasado 8 de junio. Los resultados, lejos de favorecer a la primera ministra, supusieron un duro golpe. Los Conservadores perdieron la mayoría y le han abocado a pactar con Partido Democrático Unionista de Irlanda del Norte, algo que miran con recelo el resto de partidos.
En este ambiente de incertidumbre, con un gobierno británico debilitado y con la vista puesta en el 29 de marzo de 2019 es como arrancaron las negociaciones de un proceso que promete ser más complicado que sencillo. De momento, Barnier, negociador jefe de la UE para el Brexit y su homólogo británico, David Davis, han acordado sentarse a negociar una semana al mes y crear grupos de trabajo que avancen paso a paso. El objetivo es cerrar cuanto antes los aspectos puros de la salida, es decir, lo referente a los derechos ciudadanos, a la liquidación de la aportación de Reino Unido a la UE y, en especial, a la frontera con Irlanda.
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