Desde 2009, Eduardo Salsamendi es el presidente de ProWorkSpaces, la Asociación Española de Operadores de Oficina Flexible, y de la European WorkSpaces Association, la asociación a nivel europeo. Es un sector que venía experimentando un gran crecimiento en los últimos años, superior al 20 % anual, gracias a la llegada de inversores que habían propiciado la apertura de nuevos negocios, cada vez de mayor envergadura. Pero ahora, con el Covid-19, su expansión se ha estancado y nadie parece tener muy claro cuándo remontará.
“De alguna manera, somos la patronal del sector de la oficina flexible”, señala Salsamendi, quien explica que este fenómeno nació en los años 90, cuando en algunos centros de negocios tradicionales comenzaron a alquilarse espacios de trabajo. Posteriormente, nació el ‘coworking’, entendido como comunidad de negocios que se instalan en un mismo local para aprovechar sinergias y compartir gastos e infraestructuras. “En los últimos años, la figura que más está creciendo es la oficina mixta”, precisa el presidente de ProWorkSpaces.
Eduardo Salsamendi: «Posiblemente solo en Londres haya muchos más negocios de oficinas flexibles que en toda España».
Las diferencias son muy sutiles y Eduardo Salsamendi reconoce que, “desde fuera, resultan un poco confusas”. Pero en las oficinas flexibles, no es necesario compartir sinergias ni gastos. Por eso, define a los asociados a ProWorkSpaces como “operadores de un espacio de trabajo en el que se ofrecen, además del espacio en sí, tecnología, servicios y comunidad». De modo que “la asociación se dirige al profesional que gestiona este tipo de oficinas más que a esos diez que se han reunido y comparten el local, que sería más el concepto del ‘coworking’”.
Salsamendi se muestra convencido de que esta actividad empresarial seguirá creciendo cuando amaine la crisis. Porque, desde 2008, la economía vive en un estado de incertidumbre y cambios disruptivos, claramente acentuado por la pandemia: “Las empresas tienen que adaptarse muy rápido y sus estructuras deben ser más flexibles. Dependiendo del trabajo que hagas, habrá días en que serás más eficiente teletrabajando y otros presencialmente. Por eso, pensamos que las oficinas flexibles crecerán”.
Al principio, los clientes más habituales eran freelancers y pequeñas empresas: “Pero, ahora, son también grandes compañías que, en lugar de hacer una inversión en unas oficinas para acoger a cien personas, prefieren tener una fórmula en la que pagan por un puesto y lo adaptan a sus necesidades. Porque, mañana, pueden ser 75 o 200 personas”.
Con la pandemia, el alquiler de salas para reuniones, formación o presentaciones «se ha reducido al mínimo».
En la práctica, quienes alquilan un espacio bajo esta fórmula «firman el contrato y, desde el primer minuto, tienen todo en funcionamiento». De modo que «es el gestor del espacio el que se dedica a mantener todo eso para que el cliente solo se ocupe de su negocio».
Además del equipamiento de cualquier oficina, como mobiliario, conexión wifi y telefónica, equipos de climatización, etc., se pone a su disposición un servicio de recepción que recoge y entrega la documentación. Y, si hace falta, se ocupa de atender las llamadas telefónicas. El arrendador se encarga también de la limpieza y las reparaciones, por lo que el cliente no hace ninguna inversión y puede olvidarse de la obsolescencia de las instalaciones.

“Otra ventaja es que no te tienes que ceñir a los metros que has alquilado porque dispones de otros espacios. Puedo utilizar habitualmente un despacho para tres o cuatro personas, por ejemplo. Pero si un día me hace falta una sala de reuniones, la tengo a mi disposición, la reservo, la utilizo el tiempo que necesito y, a la vez, tengo espacios comunes y un ‘office’. Por eso, decimos que el metro cuadrado cunde más en estas fórmulas que en el alquiler tradicional. Puede ser, por ejemplo, que necesites un colaborador para dos semanas. Pues coges un puesto, trabaja sus dos semanas y se va”, añade.

Salsamendi señala que las grandes empresas también están apostando por oficinas flexibles.
Incluso se pueden alquilar despachos y salas desde un mínimo de una hora o pueden utilizarse a modo de oficina virtual, haciendo que sea la sede de un negocio sin tener alquilado un espacio físico en sí. Una opción para quienes no precisan un despacho, pero sí de una dirección «que, además, está atendida». Es decir, «no es como un apartado de correos, sino que hay alguien que recoge documentación dirigida al titular de esa oficina virtual o la entrega, atiende sus llamadas telefónicas…”.
LAS ASOCIACIONES
Hace «cuatro o cinco años», Salsamendi se dio cuenta de que en su sector había «más compañeros de viaje» que los centros de negocios y el mundo del ‘coworking’. Por eso nació ProWorkSpaces, que sustituyó a la anteriormente denominada Asociación Española de Centros de Negocios. Y con esa transformación, la entidad se abrió a incorporar a miembros de otros países. Aunque la mayoría son empresas españolas -más de 200-, también las hay de Portugal, Miami (Estados Unidos) o México DF.
Importantes inversoras como Colonial o Merlin Properties han comenzado a llegar al negocio.
Desde la perspectiva que le da la presidencia de la European WorkSpaces Association, indica que el sector está “en otra dimensión” en el mundo anglosajón. “Posiblemente solo en Londres haya mucho más negocios que si sumamos los de toda España. Allí puede haber más de mil espacios, con inversiones muy fuertes”. Una realidad en la que influyen los disparatados precios de la compra y el alquiler. En Estados Unidos ocurre lo mismo: “Su mentalidad les lleva a ver lo que necesitan hoy y lo resuelven, mientras que aquí somos más tradicionales, muy del ladrillo. Quien tenía a cien personas trabajando en una oficina ni se planteaba estas opciones. Compraba una oficinas, invertía en su equipamiento… Pero eso va cambiando”.
El tamaño de los negocios de oficinas flexibles generalmente es pequeño en España, lo que la diferencia de países como Francia o Alemania, donde a menudo forman parte de cadenas presentes en diferentes localidades. Sí que compartían, hasta el inicio de la pandemia, la tendencia al alza del sector, como lo prueba el hecho de que nuestro país haya atraído inversiones de agentes como Colonial o Merlin Properties.
SITUACIÓN EN NAVARRA
Salsamendi es socio, junto a Cristina Sotro, de Klammer Business Centers, la primera empresa de este tipo creada en Pamplona (en 1990). A medio o largo plazo, el panorama parece alentador para el sector, pero la crisis actual está golpeando a la compañía, especialmente en el alquiler de salas para reuniones, formación o presentaciones, que “se ha reducido al mínimo”. Además, acababa de inaugurar locales cuando se produjo el confinamiento, de modo que la empresa no está creciendo al ritmo previsto: «Esperemos que solo sea una demora. Tenemos entradas, pero también salidas…”. La incertidumbre pesa, y mucho. «No se toman decisiones ni siquiera para mal. Si tienes una perspectiva desfavorable, puedes organizarte para afrontarla. Y lo mismo si es positiva. Pero, de momento, estamos en un paréntesis en el que nadie mueve ficha”, concluye.
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