viernes, 3 mayo 2024

Laura Corcuera, de soñar con experimentos a guiar al sector de la salud

Estudió Bioquímica y Química en la Universidad de Navarra y, tras culminar el doctorado con éxito, trabajó en Cinfa, Zabala Innovation y CENER. Ahora, como directora gerente de Navarra Health Cluster, afronta el desafío de ayudar a las empresas del sector a mejorar su competitividad e innovación fomentando la colaboración.


Pamplona - 1 diciembre, 2023 - 17:30

La directora gerente de Navarra Health Center creció en Bilbao y se mudó a Pamplona para estudiar Bioquímica y Química. (Fotos: Maite H. Mateo)

Es martes, está a punto de llover y se acerca la hora del encuentro con nuestra protagonista de hoy. Un trueno. Dos. Tres. Seguro que en algún rincón de Navarra hay un niño que canta, emocionado, aquel himno infantil que dice: «¡Que llueva, que llueva, la Virgen de la cueva; los pajaritos cantan, las nubes se levantan; que sí, que no, que caiga un chaparrón!» (o quizás los niños de hoy ya no entonen las melodías del ayer…). Justo antes de que el cielo derrame su furia por las calles de Pamplona, aparece apresurada Laura Corcuera. Antes de quedar con nosotras tenía una reunión de esas que se alargan un poco más de la cuenta y temía no llegar a tiempo a la entrevista. No sé por qué, la vida se siente más acelerada en los días de lluvia.

Nos sentimos como Alicia en el País de las Maravillas mientras perseguía al Conejo Blanco. Un laberinto de pasillos se extiende ante nosotras y nuestra invitada, mirando de reojo la cámara de fotos, nos guía hasta su oficina. “Sacadme bien, ¿eh?”, bromea antes de sonreír al objetivo. Mientras mi compañera la retrata, contemplo el lugar a la caza de detalles para adornar el relato. Entonces me doy cuenta que a menudo tendemos a restar importancia a acciones que realizamos con frecuencia. Aprovecho para sacarme un selfi. ¿Qué más da? Una imagen más, directa a la galería del móvil. Pero para Laura Corcuera, la suya no es una foto más. Y, para nosotras, está tampoco será una entrevista cualquiera…

«Me marcó mucho mi profesora de Química en secundaria y bachiller. Era de esas docentes especiales a las que vas a recordar siempre»

Tras guardar la cámara, una vez relajadas, nos sentamos a charlar. Como si una máquina del tiempo se hubiese adueñado de la conversación, viajamos al pasado. Laura guarda su infancia en la memoria como un tesoro. Todo niño ha mezclado alguna vez champús y geles en la bañera mientras agitaba el agua, rodeado de una espuma que crecía a la velocidad de la luz, simulando ser un hechicero o un científico que acaba de descubrir el secreto para no hacerse mayor jamás. Ya desde pequeña, se imaginaba «haciendo experimentos» en un laboratorio, y así fue como las ciencias guiaron su camino.

Los padres son los primeros que nos impulsan a tomar decisiones que (piensan) serán buenas para nosotras. “Ponte el abrigo, que hace frío”; “empieza a estudiar ya para ese examen, que luego te pilla el toro”; “córtate el pelo, que lo tienes muy largo”; “no hagas eso, que te, que te, que te, que te”… También nos ayudan a trazar los primeros pasos de nuestra trayectoria académica. Algunos sugieren que hagamos algo relacionado con las ciencias porque existe la teoría de que tiene más salidas. Sin embargo, el padre de Laura formaba parte de la minoría que prefiere las letras. “Cariño, si no sabes qué estudiar, haz Derecho”, le decía. No hizo caso. Ella sabía lo que quería.

“Me marcó mucho mi profesora de Química en secundaria y bachiller. Era de esas docentes especiales a las que vas a recordar siempre”, destaca con voz melosa. Entendemos a qué se refiere. ¿Quién no se acuerda del profesor Keating tras ver El club de los poetas muertos? ¿O de Dumbledore en Harry Potter? En este caso, la referente de Laura se llamaba Pilar, como mi madre y mi abuela. Asiento y sigo escuchando con atención. “Nos enseñaba de forma diferente. Explicaba el método científico y nos invitaba a pensar, a analizar, a probar cosas…”, recalca. Así, cuando llegó el momento de decidir, Laura no lo dudó ni un segundo: quería estudiar Bioquímica. “Siempre he sido una mujer muy de ciencias, desde pequeña tuve claro que quería dedicarme a eso”, subraya.

LA UNIVERSIDAD

Una vez tomada la decisión, debía elegir entre estudiar en Bilbao, su ciudad natal, o salir a descubrir mundo. ¿Madrid? ¿Barcelona? ¿El extranjero? No. Pamplona eclipsó todas las opciones. Una visita a la Universidad de Navarra fue suficiente para aventurarse a vivir en la Comunidad foral, donde tenía la intuición de que iba a ser feliz. No se equivocó.

Una licenciatura le supo a poco, así que pronto se lanzó a por la segunda y amplió su formación graduándose como química en la misma institución académica. Ahora se ofrece el doble grado en las dos carreras, pero a ella le tocó combinar ambas y hacer un esfuerzo por cuadrar horarios. “Era un poco caótico, pero al final aprendí a gestionar el tiempo”, reconoce.

Hay quien opina que los universitarios viven encadenando fiestas, pero los estudios y el ocio se pueden combinar con acierto. Laura lo hizo. “Algún profe nos decía ‘tenéis que salir, no seáis ratas de biblioteca’. Le hice caso y disfruté muchísimo de todos esos años”, comenta con una sonrisa. Es importante ser responsable, pero también lo es vivir.

Con su tesis, obtuvo la Mención Europea de Doctor y el Premio Extraordinario de la Facultad de Farmacia

Ella había prometido a sus padres que iba a aprovechar el tiempo y cumplió su palabra. Aprendió a compaginar dos carreras y, por si eso no fuera bastante, también se adentró en el mundo de la investigación. “Quería salir de las clases y ver lo que se hacía desde dentro”, nos cuenta. Así, trabajó como ayudante en los departamentos de Química, Farmacéutica y Químicas Instrumentales. Es el claro ejemplo de que el tiempo se puede sacar hasta de debajo de las piedras.

Al acabar la carrera, decidió realizar una tesis. Después de buscar, buscar y buscar se decantó por investigar sobre la toxicología, y el trabajo resultó ser tan excepcional que terminó con la Mención Europea de Doctor y el Premio Extraordinario de la Facultad de Farmacia. Durante este periodo tuvo la oportunidad de viajar a Escandinavia, donde estuvo tres meses trabajando en la Universidad de Oslo y en el Centro de Salud Pública de Noruega. “La toxicología era un ámbito que me permitía combinar conocimientos de bioquímica y química. Y, al haber estudiado las dos carreras, me venía como anillo al dedo”, relata.

El anillo al dedo le vino también años después, cuando conoció a su marido. “Me enamoré de un navarro y quise quedarme en Pamplona”, narra con ternura. Coincidieron en un bar, tenían una amiga en común que les presentó, se gustaron, se casaron y ahora tienen dos hijas. Una historia ordenada y bonita: “Nos conocimos mientras yo hacía la tesis. De pronto me fui tres meses a Noruega y le dejé aquí, pero luego volví. Podría incluso decir que estoy en Navarra por amor”.

UNA MUJER DE GRANDES INQUIETUDES

Una vez finalizada su formación, nuestra invitada quiso probar el sector industrial. Trabajó cuatro meses en Cinfa como técnica de laboratorio para, después, aterrizar en Zabala Innovation. Allí permaneció ocho años como consultora sénior de I+D+i, dedicándose especialmente a la gestión de proyectos para clientes y a la identificación de oportunidades de financiación pública regional, nacional y europea.

Con su tesis, basada en la toxicología, recibió la Mención Europea de Doctor y el Premio Extraordinario de la Facultad de Farmacia.

Pero Laura quería otro cambio. Cerró el capítulo de la consultoría. Durante los años siguientes se mudó a Vitoria para colaborar en CIC energiGUNE como R&D Project coordinator, pero se dio cuenta de que echaba de menos Navarra. Así que regresó, esta vez de la mano de CENER, donde ocupó el puesto de R&D Project office manager.

Pero la vida da muchas vueltas. Y las vueltas dan mucha vida. Y cuando algo se enciende en la mente y comienzas a pensar, ya no hay vuelta atrás. ¿Y si cambio de trabajo? ¿Y si me corto el pelo? ¿Y si me voy de viaje? ¿Y si me tiro en parapente? ¿Y si…? Entre los interrogantes, surgen oportunidades. Y si no, que le pregunten a nuestra protagonista. “Una amiga me dijo que buscaban gente para el Navarra Health Cluster, y yo pensé: ‘¿Qué clúster? ¡Si no hay!’”, expresa entre risas antes de admitir que, a partir de ese instante, empezó a sentir un runrún en la cabeza y a seducirle la idea de formar parte de la emergente organización.

SU LLEGADA AL CLÚSTER

La claridad en los objetivos de cualquier entidad es importantísima. En este sentido, el clúster nació con la finalidad de mejorar la competitividad e innovación de las empresas del sector de la salud, y una profesional de 40 años, responsable y experimentada como Laura Corcuera era perfecta para afrontar el desafío. Atraída por el reto, fue elegida como directora gerente del clúster el pasado enero. “El clúster nació en 2022, y el hecho de que lleve poco tiempo en pie es una motivación”, recalca dispuesta a derribar cualquier obstáculo.

Cuando le preguntamos por el sector en Navarra, nos responde, satisfecha, que esta “es una comunidad muy competitiva”. Los datos así lo refrendan. De hecho, se trata de la industria navarra que más crece. Su facturación ha aumentado un 23 % desde 2016 y, además, ya aglutina a 80 empresas y 31.000 profesionales. Laura y yo nos quedamos unos segundos en silencio, como si estuviéramos analizando la dimensión de estas cifras tan positivas. “Navarra es la cuarta comunidad en el Estado con el índice más alto en innovación. Además, es un referente en investigación médica, y supone un motivo de orgullo”, ensalza.

Navarra Health Cluster inició su andadura con 32 entidades asociadas y ya suma 45

A la hora de hablar sobre la situación actual del clúster, Laura precisa, con la cabeza alta y el corazón lleno de alegría, que comenzó su andadura con 32 entidades asociadas y ahora ya suma 45. Y todo esto en tan solo un año. ¿Cuántas empresas más espera que se unan próximamente? “Es cierto que Navarra es pequeña. No creo que podamos llegar a los 150 socios, pero por un motivo muy concreto: no los hay. Estamos muy contentos porque para el volumen de población estamos muy bien, aunque lo ideal sería reunir al 100 % del sector. En cuestión de facturación llegamos más o menos al 90 %”, calcula.

Le preguntamos por los terrenos que le gustaría explorar y que todavía no ha tenido la oportunidad de hacerlo. Y entonces nos habla de la salud animal. “Desde Europa se está marcando que la salud de los humanos pasa por cuidar otras como la ambiental o la animal. Y hay que concienciarse sobre este tema. Todo repercute en nuestra salud», indica.

Casi sin darnos cuenta llevamos un buen rato charlando con Laura y se nos van acabando el tiempo y las preguntas (aunque una periodista nunca se sacia del todo, siempre tiene hambre de información). Únicamente nos falta consultarle las necesidades actuales del sector, y es entonces cuando baja la mirada tímidamente. “Vemos que hay un problema de falta de talento en todos los niveles, desde especialistas, hasta gente con experiencia”. También echa de menos que las empresas puedan reunirse en un espacio físico común. Por eso, sugiere la creación de “un parque tecnológico que reúna a todas las entidades para favorecer su cohesión y compartir impresiones”.

Tenemos que irnos. Laura nos acompaña a la salida, y menos mal. Porque volvemos a sentirnos como Alicia mientras perseguía al Conejo Blanco. ¿Era por aquí o por allí? ¿A la derecha? ¿A la izquierda? Como si intuyera nuestra desubicación, Laura se sitúa delante de nosotras y la seguimos. Está claro que se le da muy bien guiar a las personas.


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