Con la desaparición de los combustibles fósiles, la progresiva sustitución de la energía empleada en todos los procesos industriales por energías renovables y la evolución de los sistemas de climatización hacia modelos sin emisiones o neutros, nadie duda de que el futuro del planeta se encamina a la descarbonización y de que toda la electricidad utilizada será también generada por renovables.
Aunque esos objetivos ya estaban claros, la realidad es que se estaba avanzando a un ritmo más lento del deseado y con distintas velocidades de crucero, en función de los intereses económicos de las grandes potencias. En este escenario, cabe preguntarse en qué posición parte Navarra y si el Gobierno será capaz de impulsar el tejido productivo necesario para adaptarse con éxito a este cambio de modelo.
Ha sido la extraordinaria crisis mundial, generada por la pandemia de coronavirus, la que ha supuesto un aldabonazo para todos los gobiernos y ha hecho replantearse la necesidad de acelerar estos procesos en búsqueda urgente de un mundo más sostenible y mucho más saludable.
Los plazos y los objetivos -encuadrados en los diferentes programas y acuerdos autonómicos, nacionales e internacionales- se han visto sometidos a revisión para acortarlos y así poder alcanzarlos antes. Europa, sin duda, se ha colocado a la cabeza en esta cruzada y ha movilizado el mayor plan de ayudas conocido hasta la fecha, con el fin de que los Estados miembros afronten las inversiones necesarias para alcanzar el reto propuesto. ¿Cómo se encuentra Navarra ante semejante reto? Pues, lamentablemente, no en las mejores condiciones posibles. Ahora veremos por qué.
“Como muestra de este exceso de regulación, tenemos el Plan Energético Navarra 2030. ¡Son más de veinte normas las que hay que tener en cuenta para tramitar un parque eólico!”.
En primer lugar, el boom de las renovables se ha corroborado con la rotunda confirmación por parte de la Unión Europea a través de los fondos Next Generation para la sostenibilidad, pero no ha sido la causa. Después de años de subvenciones con la prima al kilovatio renovable, se creó una burbuja de la que se salió -de forma traumática- con sucesivos recortes que empezó Zapatero y concluyó con la puntilla de Rajoy en enero de 2013.
El sector vivió años de paralización nacional, sobreviviendo con proyectos en el exterior. Allí se entendió también que estas iniciativas podrían ser perfectamente rentables sin la mencionada prima. Ya en 2015 y 2016 se empezó a volver la vista a las promociones interiores, marcadas además por ajustes de precios y cambios normativos que despejaban el horizonte de la rentabilidad de las grandes instalaciones de renovables, especialmente en fotovoltaica. La eólica, en la que Navarra fue pionera absoluta en los años noventa, sufrió un parón tras ese boom inicial, con moratorias incluidas. Mantuvo un desarrollo lento, pero sostenido, hasta esos mismos años, cuando se incrementaron notablemente las iniciativas. Así, ahora que Europa ha decidido acelerar este cambio de modelo, miremos qué hemos hecho y tenemos:
1. Contamos con una normativa compleja, confusa, farragosa y lenta, que deja amplios campos a la discrecionalidad interpretativa y, por tanto, a la inseguridad en la tramitación de los proyectos. Esto, que de por sí siempre es negativo, lo es más en estos casos: si Navarra no las ocupa antes, las subestaciones autorizadas para evacuar la electricidad que pueda producirse serán ocupadas por proyectos de comunidades limítrofes. Como muestra de este exceso de regulación, tenemos el contenido que recoge el Plan Energético Navarra 2030. ¡Son más de veinte normas las que hay que tener en cuenta para tramitar un parque eólico!
“El objetivo de EH Bildu es ralentizar todas las iniciativas que puedan para hacer desistir a sus promotores”.
En la Comunidad foral, las autorizaciones las otorga el Departamento de Desarrollo Económico y Empresarial. Sin embargo, estas requieren además una Declaración de Impacto Ambiental (DIA), que tramita el Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, controlado por consejeros de Geroa Bai. Cuando fueron citados por Navarra Suma en una comparecencia conjunta, quedó claro en sede parlamentaria que estos departamentos mantienen posiciones diferentes, teniendo Medio Ambiente una postura mucho más restrictiva. Por si fuera poco, el Departamento de Ordenación del Territorio, Vivienda, Paisaje y Proyectos Estratégicos debe otorgar, en paralelo, la autorización para el uso del suelo donde ubicar el parque.
Con la DIA y la autorización de uso del suelo, Desarrollo Económico y Empresarial validará provisionalmente el proyecto, que debe desarrollarse en detalle para obtener el permiso definitivo y empezar a construir. ¿El plazo? Pues depende: dos, tres, siete años… Se perdió un tiempo clave en la legislatura pasada para haber preparado, con la calma de entonces, el terreno para este momento que se veía llegar. En cambio, el Plan Energético de Navarra obvió la energía fotovoltaica y no preparó un escenario razonable para afrontar esta nueva ola. Se tenía que haber elevado a norma un mapa de suelos prohibidos, autorizables y libres para todo tipo de instalaciones de energías renovables que evitaría polémicas actuales. Esto se hizo para la energía eólica, pero solo de forma orientativa, por lo que no sirve como instrumento útil. Debe llevarse a cabo a la mayor brevedad y con la participación de todos los sectores, especialmente el primario, porque la consideración de suelos de alto valor agrológico o la valoración de autorizaciones en regadío es clave en este sector.
2. Hay que dotar de medios humanos y técnicos suficientes a los departamentos citados. Hoy en día, prácticamente ningún expediente se tramita en plazo por falta de personal. En Medio Ambiente es especialmente acuciante resolver esta situación. Si no se actúa, de poco servirá tener una legislación clara, ya que no habrá funcionarios para aplicarla.
“Si no corremos, llegaremos tarde. Aún se está a tiempo de rectificar”.
3. Navarra se convirtió en el centro industrial y de desarrollo de las energías renovables gracias al empuje en los 90 y primeros años de este siglo. Ahora, toda esa industria que se generó en nuestra comunidad necesita un impulso decidido para desarrollos en I+D+i del sector. Tenemos que transformar y adaptar esta actividad a los retos que el nuevo boom va a traer en la próxima década. Si lo hacemos, consolidaremos un sector clave en nuestra economía. Esto nos permitirá crecer industrialmente y generar empleo y riqueza.
En cuanto al contexto político, el Gobierno de Navarra -y su presidenta, María Chivite– ha escogido para esta etapa los peores socios posibles. Si ya hemos dicho que ni los consejeros de Geroa Bai se ponen de acuerdo, más pesimistas tenemos que ser cuando el socio presupuestario, elegido por el Partido Socialista de Navarra, es EH Bildu. Navarra Suma le ofreció la abstención presupuestaria y un pacto clave de legislatura, pero el PSN tiene que pagar la presidencia de Chivite. Y ese socio ya se está movilizando contra todos los proyectos en aquellos ayuntamientos que controla. Su objetivo es ralentizar todas las iniciativas que puedan para hacer desistir a sus promotores. Ya hemos visto que, si no corremos, llegaremos tarde. Aún se está a tiempo de rectificar.
Carlos Pérez-Nievas
Coordinador de Ciudadanos Navarra y portavoz adjunto de Navarra Suma