Cuando nos revela que tiene cuatro hijos, se nos escapa un silbidillo al que responde con una carcajada y un “tengo que ser productivo en todo”. Nació en Pamplona en 1971, aunque sus padres, los dos maestros, proceden de La Rioja, donde la familia pasaba los fines de semana y el verano. Nunca fue futbolero. De joven prefería el baloncesto, el esquí de fondo, la montaña y nadar. “Ahora le doy al piragüismo”, dice riéndose de nuevo al ver que otra vez nos ha sorprendido. De lunes a viernes estudiaba en el colegio El Redín, de donde pasó a la UPNA para licenciarse en la primera promoción de Ingeniería Industrial. Gracias a una beca Erasmus, se especializó en organización de empresas en la Technische Hochschule Darmstadt: “Nada más regresar de Alemania, con eso de que uno era ingeniero, sabía alemán, estaba en Pamplona y aquí teníamos la fábrica de Volkswagen, mi destino laboral estaba bastante claro“.
“Era ingeniero, sabía alemán, estaba en Pamplona y aquí teníamos a Volkswagen. Mi destino laboral estaba bastante claro”.
Miguel Ángel Grijalba trabajó seis meses en Unicables, hoy Delphi, y en 1995 entró en Volkswagen Navarra, donde comenzó como ingeniero en la Oficina de Dirección en Pamplona y Wolfsburg. Posteriormente desempeñó funciones de mando intermedio, jefe de turno y soporte técnico en chapistería. Planificó también en Alemania las instalaciones del Polo A04 y fue jefe de Mantenimiento en el taller de chapistería, gerente del proyecto del Polo A05 y gerente de Planificación Industrial y Sistema de Producción. Asumió la Dirección de Producción en 2012, cargo que dejó temporalmente entre 2013 y 2015 para ser jefe del Proyecto de Productividad de toda la marca, desde la central en Wolfsburg. Mientras, aún tuvo tiempo de cursar el Programa de Dirección General del IESE.
54,6 SEGUNDOS
Debe de resultar muy complejo ser responsable de Producción en una empresa con alrededor de 5.000 trabajadores, que manejan miles de piezas y mecanismos que deben estar cada día en su sitio exacto para ensamblar un número preciso de coches. “Sin un grandísimo equipo sería impensable. Lo que hay que organizar es de tal magnitud que simplemente no sería posible abarcarlo ni que funcionase tan bien. Tener todos los sistemas y procesos canalizados, estructurados y ordenados para que cada 54,6 segundos salga y arranque por primera vez un coche en la línea de montaje parece muy complejo. De hecho lo es, pero puedes lograrlo si lo vas troceando y consigues que cada trocito de esos funcione bien, gestionado por una persona, y que esas personas trabajen como un equipo”.
“El diésel como combustible está prácticamente acabado. De hecho, ya no fabricamos ni el Polo ni el T-Cross en sus versiones diésel”.
Así se consigue que, cuando surgen problemas, “que los hay todos los días”, también estos puedan resolverse entre todos. “Cada cual va haciendo su pequeña aportación y eso facilita que, desde fuera, solo se vea un montón de camiones que entran en la fábrica y un montón de coches que salen. Esa es la magia de lo que pasa dentro”.
Conoce muy bien a los alemanes. ¿Son tan cartesianos como dice el tópico? “Sí, son muy normativos, muy de seguir el procedimiento, pero una vez entiendes cómo funcionan no es difícil trabajar con ellos. Para mí no lo es”. Y para los alemanes, ¿es complicado entenderse con gente menos metódica, como también reza el estereotipo sobre nosotros? Ríe suavemente antes de reiterar que “planifican todo y lo hacen muy bien”, y explica que sus métodos permiten, por ejemplo, detectar por qué se ha producido un fallo: “Pero también valoran mucho nuestra espontaneidad, frescura de pensamiento y rapidez de ideas, que podemos encontrar soluciones con agilidad cuando algo no sale según lo previsto. En eso somos muy buenos. Creo que nos complementamos muy bien”. Agrega que Navarra, en general, los seduce. “Lo veo en muchos alemanes que vienen destinados durante una temporada y buscan repetir. Incluso algunos se quedan”.
Eso, entre otras cosas, hace que Volkswagen Navarra esté bien considerada en Wolfsburg. Aunque hay áreas en las que todavía queda margen de mejora. “Si hablamos de productividad en ratios como coche por empleado al año o calidad, muy fácilmente comparables entre plantas porque los clientes son los mismos y los productos cada vez se diferencian menos unos de otros, estamos bien situados. Por el contrario, no hay que ocultar en absentismo somos los mejores pero empezando por la cola. Esa es nuestra asignatura pendiente”, asiente.
FUTURO ELÉCTRICO
Alguien dedicado a planificar la producción de automóviles puede orientarnos ante los cambios que se avecinan en el sector o que ya han llegado. Y así lo hace. “Está claro que el diésel como combustible está prácticamente acabado, de hecho ya no fabricamos ni el Polo ni el T-Cross en sus versiones diésel. No se puede decir quién lo ha matado, es una suma de factores y circunstancias”.
Igual de rotundo asegura que “el futuro es eléctrico, esa es la apuesta del consorcio”, pero advierte de que la transición no depende solo del fabricante, sino también de toda la regulación y la normativa, además de la disponibilidad de infraestructuras de recarga. “Así que no va a ser de cero a cien, ni muchísimo menos, tal vez sea más disruptiva de lo que pensamos, pero quizá no tanto como pudiéramos desear”. En definitiva “aún tienen muchos años de vida los motores de combustión de gasolina, que son los que estamos fabricando”.
Ya, pero más tarde o más temprano la factoría de Landaben tendrá que reconvertirse si quiere garantizar su futuro. Algo que no parece inquietar a su director de Producción: “Desde el punto de vista del fabricante, un coche eléctrico y uno de gasolina son parecidos, los dos tienen carrocería de chapa que tienes que montar y a la que después tienes que incorporar una serie de piezas. Cuando está dentro el cliente, no sabe si es eléctrico o de combustión, lo que cambia es el conjunto motopropulsor. Por eso, no estamos mal situados en esa línea de salida hacia el cambio de modelo, cuando se decida, porque hemos demostrado en los últimos dos años que somos capaces de pasar de un modelo a dos y el año próximo vamos a montar tres. Todos ellos en la misma línea de producción y con una flexibilidad muy fuerte entre unos y otros. Lo importante es estar preparado, tener buenos ratios y buenos indicadores porque, aunque nos manden fabricar un coche eléctrico, yo creo que no vamos a tener problema como fábrica”.
“La transición al vehículo eléctrico tal vez sea más disruptiva de lo que pensamos pero quizá no tanto como pudiéramos desear”.
Más problemático puede resultar el suministro del principal componente del motor eléctrico, las baterías. Ahí, Grijalba apela a Navarra en general y al Gobierno en particular para “estar muy atentos de cara a contar con una fábrica de baterías, que esté lo más cerca posible del sitio donde se produzcan los coches”. Está claro que se siente cómodo hablando de la factoría, pero apenas hemos entrado en su faceta personal, así que le preguntamos cómo ha recibido el premio Dirigente del Año de la Industria de Automoción 2020. “Me ha alegrado sobremanera, no tanto desde el punto de vista personal porque lo tomo más en nombre de Volkswagen Navarra que en el mío propio. Lo que más satisfacción me produce es que, cuando voy de un sitio a otro, trabajadores de la línea vengan a darme la enhorabuena y poder ver tras la mascarilla esa expresión en los ojos de alegría. Solo por eso ya ha merecido la pena”. Grijalba les agradece el gesto y les dice, invariablemente, que el premio es fruto del trabajo de todos.
SUBIR ESCALÓN A ESCALÓN
Es el número dos de la fábrica por detrás del presidente, aunque se siente algo incómodo con esa clasificación. “Cuando el jefe no está y me deja la batuta es porque tiene que dejársela a alguien. También porque, por el tipo de fábrica que somos, el peso más específico lo lleva la producción”. De nuevo alude al equipo, cada uno con su cometido. El hecho es que está muy cerca de la cima de VW Navarra, y le insinuamos de forma amistosa si eso le ha llevado a pensar en su futuro profesional… Con tono serio, dice que no: “Estoy muy a gusto. Pese a lo monótono que pueda parecer, hacer coches es algo muy muy interesante. No me planteo otras cosas y no creo que lo haga mientras no me aburra con mi trabajo”.
“Hacer coches es algo muy muy interesante. No me planteo otras cosas y no creo que lo haga mientras no me aburra con mi trabajo”.
Tras una breve pausa, agrega que desde que entró hace veinticinco años en la compañía ha hecho “absolutamente” de todo. “He trabajado los fines de semana, he sido operario, encargado, jefe de turno… He ido progresando sin saltarme ningún escalón. Y la mayoría de las ocasiones, cuando me proponían un nuevo puesto y más cuando me ofrecieron la dirección de Producción, tenía que preguntarme ¿de verdad me estáis ofreciendo esto a mí?”. No es una justificación, no necesita hacerla. Sus palabras suenan más bien a una reflexión de la que nos hace partícipes: “Quiero decir que no trabajo persiguiendo llegar a ser esto o lo otro. Empecé de becario en mantenimiento de chapistería y acabé siendo jefe de mantenimiento de chapistería. De verdad que no pensaba en que algún día podría serlo. Cuando veo a ingenieros jóvenes con esa presión por progresar, les recomiendo tranquilidad, que tu trabajo sea lo que hable de ti y el resto ya vendrá”.
Grijalba cree que la mayoría de la plantilla se siente “orgullosa” de formar parte de VW Navarra, y atribuye pretéritos conflictos laborales al bienestar del que se disfruta en Navarra, “que nos lleva a ser muy exigentes e incluso algo protestones“. “A ver cuántos están aquí tan mal que se van o a qué trabajadores no les gustaría que sus hijos también entraran en la plantilla. Exigimos porque queremos que las cosas vayan cada vez mejor, pero el índice de rotación de gente que sale para irse a otros lugares es anecdótico, son contados. ¡Hasta me entero yo cuando alguien pide la cuenta!”, asiente.
Paralelamente, considera que la sociedad navarra también está satisfecha de contar con la planta: “Creo que poder presumir de ello no ha desagradado a absolutamente ninguno de nuestros gobiernos. Tienen en cuenta que la riqueza que generamos al final revierte en los ciudadanos, como también lo hacen el sector agrícola o el de las energías alternativas, de los que asimismo Navarra puede presumir a nivel europeo y mundial”, señala con diplomacia.