Hace unas semanas tuve la suerte de visitar Burdeos para impartir clases de Máster en la Universidad de allí. El objetivo consistía en impartir una asignatura de Máster relacionada con el comportamiento de las personas en la empresa, en el ámbito de la psicología industrial. Se trataba de impartir una docencia concentrada en pocos días, que obligaba al estudiante y al profesorado a asistir a jornadas maratonianas de docencia, pero que permite la movilidad de profesorado y el compartir buenas prácticas en otros entornos universitarios.
Bajo mi opinión, resultó una buena experiencia, ya que los estudiantes disponían de experiencia laboral previa, y compartían estas experiencias en el aula, lo que, bajo mi punto de vista, enriquece el aprendizaje.
Se trataba de una docencia concentrada en pocos días, que obligaba a asistir a jornadas maratonianas de docencia.
Me gustaría compartir, a través de estas líneas, algunas reflexiones con motivo de esta estancia docente.
En primer lugar, me resultó impactante observar cómo algunas de estas personas habían incluso renunciado a sus puestos de trabajo para acudir a una Universidad de otro país y mejorar su nivel de estudios.
A la vuelta, estos alumnos confiaban en encontrar otro puesto de trabajo en su país de origen, pero, sin duda, esta decisión implicaba ciertos riesgos para su carrera profesional, así como una inversión económica importante para financiar el curso y su estancia en Francia.
Por otro lado, me sorprendió la propia ciudad con respecto a su movilidad. Burdeos acometió en el año 2007 un importante proyecto de transformación de la ciudad, que si bien, al igual que en el caso de mis alumnos, supuso sacrificios importantes a empresas y ciudadanos, ha dado lugar a una nueva ciudad. Durante años, la ciudad tuvo que asumir obras importantes, que afectaban a la movilidad de las personas y a la marcha de los negocios, pero actualmente, puede presumir de un sistema de transporte sostenible, y muy eficiente.
Burdeos ha sido denominada “La perla de Aquitania” o la “pequeña París” por sus monumentos.
Actualmente, la ciudad dispone de un servicio de tranvía que permite al ciudadano desplazarse cómodamente por el centro urbano.
Además, la práctica totalidad del centro urbano se peatonalizó, lo que ofrece una visión amigable de esta ciudad y contribuye a mejorar su interés turístico. Tanto es así que la UNESCO declaró la parte histórica de Burdeos como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Se trata de una ciudad similar a Pamplona, en lo que a número de habitantes se refiere. Así, la población de Burdeos es de unos 240.000 habitantes. Ha sido denominada “La perla de Aquitania” o la “pequeña París” por sus monumentos, que a raíz de los cambios mencionados, fueron resaltados y visualizados en la ciudad.
En definitiva, unos cambios que han contribuido a modernizar la ciudad, y que permiten recorrerla a pie. Me parecía interesante compartir esta información, ya que podríamos emplear estos buenos ejemplos a la hora de plantear retos de futuro para nuestra propia ciudad.
Amaya Erro
Doctora en Economía y Profesora de la UPNA