Sentado en el sofá, un niño sostiene entre las manos una enciclopedia. Muy atento a cada palabra, pasa las páginas despacio. Desliza los dedos sobre ellas, como si pudiera capturar toda la información que el tomo aúna con una simple caricia. Transcurren unas horas, y entonces su cabeza le pide un estímulo diferente. Se levanta, se aproxima a la estantería (que triplica su estatura) y, de puntillas, coloca el volumen en su lugar. Unas baldas más abajo le espera su gran colección de cómics. Zipi Zape, Tintín, Mortadelo y Filemón… «¿No prefieres un libro sin dibujos?», le pregunta su padre, que también se entretiene con un libro. «¿Qué más da? Si todo me lleva al mismo sitio…», piensa el crío mientras repasa títulos con la mirada, sin prisa, hasta detenerse en varias novelas de Umberto Eco. Y, en ese instante, comienza a leer historias que no entiende, pero en las que desea bucear. «Quería aprender. Me daba igual sobre qué. Sabía que la lectura me enseñaría el camino, aunque muchas veces no comprendiera lo que leía», expresa a sus 42 años Nacho Redondo justo antes de regresar al pasado y narrar la infancia de un pamplonés «muy feliz».
Aquel niño inquieto deseaba vivir grandes aventuras. «De hecho, ambas cosas guardan mucha relación entre sí. Leer también es aventurarse», apunta risueño. Pero sus intrépidas hazañas sobrepasaban las páginas. Emocionado, esperaba impaciente la llegada del verano, la Navidad o Semana Santa. Durante aquellas fechas tan especiales, siempre se marchaba de acampada con los scouts. Equipado con unas botas y una mochila, anudaba su pañoleta al cuello y recorría los montes navarros.
«Se suele pensar que un ‘scout’ solo va por ahí vendiendo galletitas. Es un estereotipo que tiene una explicación. Desde muy pequeños, los niños y niñas realizan un proyecto de su elección y lo llevan a cabo en pequeños grupos. Para financiarlo puedes vender, por ejemplo, galletas o boletos de Navidad», explica para acto seguido recalcar que él prefería las magdalenas. Además de aquella profunda devoción por los libros, lo cierto es que a Nacho también le apasionaba el cine. Por eso se le ocurrió grabar un corto imitando la célebre película Pulp Fiction. «El mundo ‘scout’ tiene un componente social y de voluntariado muy potente. Cuando, ya de adulto, me convertí en monitor, entendí también su conexión con la educación», subraya.
LIBROS, CINE Y FILOSOFÍA
Pero Pulp Fiction no era la única película que le entusiasmaba. Matrix también «se llevaba la palma». Aunque nuestro protagonista había pasado por diferentes profesiones soñadas, tras visualizar aquella historia en la pantalla lo tuvo claro. Ya no quería ser astronauta, ni bombero, ni científico (había pasado por todas aquellas respuestas ante la curiosidad insaciable de algún adulto preguntón). Ahora deseaba ser profesor y estudiar Filosofía. Así que se puso manos a la obra.
Durante la jornada de puertas abiertas de la Universidad de Navarra, disfrutó de un coloquio que versaba sobre Matrix. «Esto es el destino», pensó. Y aunque le habría encantado que así fuera, finalmente cambió de rumbo y estudió Periodismo porque sus padres «creían que tenía más salidas laborales». Eso sí, mientras cursaba la carrera, acudía también a alguna clase de Filosofía cuando podía. Así conoció al profesor Jaime Nubiola. «Me presenté en su despacho y le dije que quería que fuera mi director de tesis. Tengo una gran deuda intelectual con él, me enseñó muchísimo», reconoce.
Durante la tesis tuvo la oportunidad de viajar a Indianápolis, donde se dedicó a analizar manuscritos del siglo XIX. Entre risas, desvela que allí le hicieron cliente «VIP» de un karaoke, otra de sus grandes aficiones. «Siempre canto ‘Un velero llamado Libertad’, de José Luis Perales, y algún tema de Britney Spears«, confiesa tras animarnos a frecuentar los karaokes de Pamplona, que «son muy divertidos».
Al finalizar su formación, fichó por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) como profesor del Grado de Comunicación. Allí dirigió Trabajos de Fin de Grado e impartió distintas asignaturas como Teoría, Psicología y Sociología de la Comunicación, o Métodos y Técnicas de Investigación. Pero, tras seis años en el centro académico, sintió que debía «cambiar de aires». Antes de marcharse, sus alumnos le cantaron el conocido ¡Oh, capitán, mi capitán!, del escritor Walt Whitman, que ilustra una escena icónica en El club de los poetas muertos.
EL ATERRIZAJE EN CNAI
Después de dar clases particulares de inglés durante un tiempo, aterrizó en el Centro Navarro de Aprendizaje Integral (CNAI), sociedad pública dependiente del Gobierno de Navarra. Nuestro protagonista enseguida se identificó con los valores y los objetivos del centro. ¿Dar respuesta a las necesidades lingüísticas formativas de toda Navarra para facilitar y fomentar el aprendizaje de idiomas? Aquella idea inmediatamente le atrapó. Con tres líneas de trabajo repartidas en Idiomas, Digitalización y Formación para el empleo, CNAI posee un amplio abanico de servicios. Desde hace cuatro años, Nacho ejerce como responsable de Programas de Formación para Adultos.
«Estudio a los destinatarios de un curso, detecto qué necesidades educativas tienen y diseño un programa a medida»
En concreto, imparte formación en idiomas a una gran parte de las diecinueve sociedades que integran la Corporación Pública Empresarial de Navarra (CPEN), y desarrolla programas de formación en idiomas para alumnado y profesorado de la Comunidad foral.
«Estudiamos a los destinatarios y destinatarias de un curso, detectamos qué necesidades educativas tienen y diseñamos un programa específico a medida», detalla mientras remarca que, además, coordina y supervisa pedagógicamente a la plantilla de CNAI, que suma entre 40 y 50 docentes.
Aunque el 80 % del volumen de trabajo se centra en enseñar inglés, el centro también ofrece formación en euskera, francés, italiano y alemán, entre otros: «En realidad, podemos atender cualquier idioma que se solicite desde el Gobierno de Navarra», aclara nuestro invitado.
Pero la labor de Nacho va más allá. Un punto de inflexión en su trayectoria como docente fue la pandemia. Por aquel entonces, impartía clases a escolares en CNAI. Y lo que usualmente realizaba de manera presencial de pronto pasó a ser online: «Confinados en casa, ponían cojines sobre las sillas para sentarse porque no llegaban al ordenador. Desde mi pantalla, se les veía solo media cabeza. Teníamos que hacer manualidades recortando y pegando… Eran sesiones muy complicadas de llevar a cabo en remoto, pero lo logramos», rememora. Y así, comenzó a idear un método para solventar aquella situación.
TECNOLOGÍAS INMERSIVAS
«La tecnología debe adaptarse a las necesidades educativas de todas las personas. La educación tiene que llegar a cualquier rincón», defiende Nacho con firmeza. Por eso, CNAI está trabajando en el desarrollo de tecnologías inmersivas como la realidad virtual, a través del proyecto ‘InmersIA’, financiado por el programa europeo de cooperación transfronteriza POCTEFA.
Con el objetivo de aprovechar el potencial de tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), CNAI colabora desde el pasado enero con el Gobierno de Navarra, Nautilus Experiencias Digitales, Immersalis Consulting y la Chambre de Métiers et de l’Artisanat Nouvelle- Aquitaine. ¿El reto? Crear una plataforma de aprendizaje de idiomas con una metodología innovadora y transformar así la manera en la que se enseñan y se aprenden las lenguas.
En esta misma línea, Nacho ha implantado en CNAI una plataforma de gestión de aprendizaje (LMS). Se trata de una «herramienta basada en datos»: «No solo es un repositorio ‘online’ donde puedes ver todos tus cursos, también permite monitorear en tiempo real cómo se está produciendo ese aprendizaje para que la evaluación y el progreso del alumnado mejora estén basados en evidencias».
Lo cierto es que, en el ámbito tecnológico, lo que hoy es pionero mañana puede quedarse obsoleto. Por eso CNAI está «constantemente buscando novedades para ir siempre un pasito por delante». Esta idea, de hecho, conecta con aquella infancia repleta de aventuras que tanto marcó a nuestro invitado. «El lema de los ‘scouts’ es ‘siempre listos’. Y eso encaja con nuestro trabajo aquí. Es muy importante estar preparados para el futuro», concluye.