jueves, 2 mayo 2024

Nati Gómez vela por el bienestar de los bosques de Navarra

Siempre sintió una profunda conexión con la naturaleza. Por eso, esta vallisoletana afincada en Pamplona estudió Ingeniería Forestal e Ingeniería de Montes. Tras trabajar en la Asociación Forestal de Zamora y en la Federación de Propietarios Forestales de Castilla y León, se convirtió en socia de la firma navarra Basartea, donde ya lleva veinte años. Hoy, nos aporta una serena mirada sobre la importancia de los montes en materia de biodiversidad y desarrollo rural, la problemática de los incendios y las nuevas tecnologías del sector.


Pamplona - 19 abril, 2024 - 11:21

Natural de Valladolid, nuestra protagonista se interesó desde niña por la fauna y la flora. (Fotos: Sergio Martín)

El murmullo del río nos recibe. El cielo, encapotado, derrama un par de gotas discretas sobre él. En busca de un rinconcito especial donde fotografiar a nuestra protagonista, una garza se detiene a pocos metros, observándonos. «Tenemos una espectadora», bromeamos. Nati Gómez, ingeniera técnica forestal y socia del gabinete Basartea, esquiva árboles y matorrales a la vez que sonríe a la cámara. «¿Damos una vuelta por el paseo fluvial?», sugiere. Cogemos el paraguas y entonamos un «sí» rotundo.

Nació y creció en Valladolid. Cuando menciona su ciudad natal, no puedo evitar asombrarme. «¡Qué coincidencia, dos pucelanas que comparten su amor por Navarra!», exclamo. Ambas tenemos recuerdos comunes en el parque Campo Grande, cuya fauna se asemeja a la de los jardines pamploneses de la Taconera. Pavos reales, ardillas, patos que deambulan a sus anchas por un estanque… Enseguida volvemos a sentir la magia del lugar. «De cría, la gruta y la cascada me parecían gigantes. Ahora me parece que todo se ha vuelto más pequeño», ríe. Quizá fue allí, rodeada de olmos y cipreses, donde se percató de que la naturaleza era el motor que movía su vida.

«Quería aprender sobre fauna y vegetación, pero no desde un punto de vista estático. Me preguntaba: ‘¿Qué puedo hacer yo para conservar y cuidar la naturaleza?'», explica. Así, estudió Ingeniería Forestal en la Universidad de Valladolid y, más tarde, Ingeniería de Montes en la Universidad de Lleida. De aquellos años, recuerda la pasión con la que su profesor de botánica hablaba sobre la flora: «Me contagió la ilusión por las plantas, por conocer sus nombres, sus usos… Entendí que es un mundo fascinante».

RUMBO A PAMPLONA

Sus primeros pasos en el ámbito profesional los dio como ingeniera técnica forestal en la Asociación Forestal de Zamora. Al poco tiempo, fichó como gerente en la Federación de Propietarios Forestales de Castilla y León, donde permaneció cinco años. Entonces, la Comunidad foral llamó a su puerta. La firma Basartea tenía una propuesta muy interesante que hacerle. «Se fundó en 1996, es el gabinete técnico forestal más antiguo de Navarra», subraya Nati mientras recalca que su marido, al que conoció durante la etapa universitaria, es pamplonés, por lo que instalarse en la Comunidad foral fue un «proceso bonito».

El verde intenso que colorea el horizonte, el paisaje idílico adornado por ríos y bosques… No hizo falta mucho tiempo para que, de manera inmediata, Navarra ocupara un lugar importante en su corazón. De la mano de Basartea, donde ejerce como socia desde hace veinte años, esa fascinación se tornó todavía mayor. Planificación forestal, ordenación de montes, planes de gestión, diseño de senderos… Las líneas de trabajo de la empresa son casi infinitas. Y nuestra protagonista habla de todas ellas con una ilusión palpable.

Ingeniera técnica forestal, anteriormente trabajó en la Asociación Forestal de Zamora y en la Federación de Propietarios Forestales de Castilla y León.

Anteriormente trabajó en la Asociación Forestal de Zamora y en la Federación de Propietarios Forestales de Castilla y León.

Antes de adentrarnos en el apasionante mundo de la naturaleza, Nati nos enseña las instalaciones de la firma. Pensativos, contemplamos un imponente fragmento de árbol que adorna la pared. Nos disponemos a entonar una pregunta, pero enseguida percibe nuestra curiosidad y se adelanta: «Es una rodaja de un cedro de un jardín de Beloso. Un compañero la pulió y decidimos colocarla aquí». Lo cierto es que la originalidad es uno de los sellos de Basartea, y con pequeños detalles como este lo comprobamos. Entonces, nuestra invitada nos ofrece un café y nos invita a tomar asiento. Al compás de las gotas de lluvia que salpican el cristal de las ventanas, escuchamos con atención. 

«Toda la gestión forestal que se hace en Navarra es sostenible»

«Trabajamos la madera y el pastoreo en muchas zonas, como por ejemplo Urbasa o Aralar. También realizamos proyectos de obra para mejorar los accesos del bosque o pastizales para que el ganado tenga más alimento. Sobre todo, damos servicio al Gobierno foral y a numerosos ayuntamientos», apunta. De todas las labores que Basartea lleva a cabo, destaca en especial los planes de gestión de montes, es decir, todo aquello que garantiza la sostenibilidad en un bosque. «Toda la gestión forestal que se hace en Navarra es sostenible», defiende tras explicar que en la empresa se encargan de recorrer personalmente la zona, comprobar su estado, analizar la fauna y la flora y desarrollar un diagnóstico. «Con toda esa información, después hacemos un plan de actuaciones para los próximos diez o quince años. De esta manera, te aseguras de que la gestión es sostenible».

UNA MIRADA «NO ESTÁTICA»

Pero, sin duda, lo «más bonito» de esas labores es la «parte social» que conllevan. Al abordar esta realidad, la voz de nuestra protagonista se colma de ternura: «Pasas tiempo con la gente del pueblo, con habitantes de la zona, ves a dónde llevan el ganado, cuáles son sus intereses, cómo viven…». Suspira. Sonríe. Y, casi sin querer, nos contagia el amor por su trabajo.

«La naturaleza da soporte económico a muchos pueblos, la economía rural navarra depende en gran medida del monte»

Lo cierto es que en Navarra hay «una gestión viva y activa del territorio» y una «cultura de cuidar la naturaleza». Pero todavía queda trabajo por hacer. Así, Nati recuerda la importancia de que la ciudadanía urbana atienda a las necesidades rurales: «No hay que acercarse al monte con una mirada estática. El bosque no es una postal. Detrás hay personas que lo cuidan y que, muchas veces, sobreviven gracias a él». De hecho, sostiene que la mayor parte de los ingresos de los municipios navarros provienen del monte, con actividades como la caza o la venta de madera. «La naturaleza da soporte económico a muchos pueblos, la economía rural navarra depende en gran medida del monte. Por eso es muy importante que esa gestión de los montes se siga haciendo de manera correcta», apostilla.

REFERENTES EN I+D FORESTAL

En Basartea, la innovación también ocupa un lugar importante. Tanto es así que trabajan con nuevas tecnologías aplicadas al sector forestal. Por ejemplo, nuestra protagonista explica que en el centro disponen de «tecnología lidar terrestre móvil (LTM)», un láser con el que se puede recrear un bosque en tres dimensiones.

Entusiasmada, revela que el gabinete desarrolló el año pasado un proyecto nunca antes visto en España. En concreto, se trataba de un «mapa predictivo» de la calidad de la estación del pino laricio. «Si se quiere hacer una repoblación, se puede utilizar información cartográfica. Hemos creado un mapa de Navarra que nos dice si un terreno es bueno o no para plantar esa especie», detalla.

Desde hace 20 años, nuestra protagonista es socia de Basartea, el gabinete técnico forestal más antiguo de Navarra.

Desde hace veinte años, nuestra protagonista es socia de Basartea, el gabinete técnico forestal más antiguo de Navarra.

Ahora, Basartea está trabajando en una original iniciativa. Es común escuchar frases como «el monte me da energía» o «la naturaleza me transmite paz». Pero, ¿se puede demostrar científicamente? Nati alza la mirada y asiente. Con el fin de evidenciar esta realidad, nació Bibos, un proyecto que busca implantar la metodología de baños de bosque en Navarra. En colaboración con la Asociación Forestal de Navarra (Foresna) y la granja escuela Gure Sustraiak, pretende corroborar que el bosque aporta bienestar a las personas. «Hemos hecho programas con personas con discapacidad intelectual, por ejemplo con Aspace o Isterria. Una vez a la semana damos un paseo sensorial por determinados senderos», puntualiza. 

Recientemente, además, el gabinete ha comenzado a colaborar con el servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Navarra (HUN) para ayudar a menores que padecen enfermedades crónicas: «Queremos acercarles al bosque y que trabajen la parte sensorial. Y con aquellos niños que no puedan hacerlo, queremos hacerlo a través de las nuevas tecnologías».

«REVITALIZAR» EL MONTE

A sus 46 años, su mirada transmite un brillo especial cuando habla de naturaleza. Sin embargo, cuando mencionamos los grandes desafíos del sector no puede evitar, cabizbaja, mostrarse preocupada. Los incendios forestales que Navarra sufrió en el verano de 2022 afectaron a una superficie aproximada de 15.000 hectáreas. 

«Hace décadas, el monte estaba más vivo. Teníamos un mosaico de vegetación. Ahora hay zonas que se han llenado de matorrales»

Es entonces cuando nuestra protagonista hace hincapié en que el principal problema de Europa no es la deforestación, sino el «abandono de los usos tradicionales»: «Hace décadas, el monte estaba más vivo. Teníamos un mosaico de vegetación. Ahora hay muchas zonas que se han llenado de matorrales y tenemos un paisaje más continuo, con más carga de combustible». Precisamente, este es el principal problema de cara a los incendios. Así, suspira: «Hay que revitalizar el monte». De hecho, ante este escenario, Navarra Capital y Laboral Kutxa han lanzado el proyecto ‘1 hectárea de vida’, en el que Basartea también participa.

En silencio, reposamos las palabras de Nati, que parecen flotar en el aire. Casi podemos escuchar el fluir del río. Miramos hacia la ventana y, «aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid», nos preguntamos si en el paseo fluvial nos seguirá esperando la garza que nos ha recibido al inicio de nuestro encuentro. Y sonreímos. 


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