Un pequeño autobús rojo nos recibe. Frente a él, el pamplonés Óscar Lana nos espera. Trata de escapar de la lluvia antes de que el cielo rompa pero, inevitablemente, unas cuantas gotas de agua le alcanzan. A pesar del gris que colorea el cielo, se muestra contento. ¿Por qué? Bueno, lo cierto es que su estación favorita es el invierno, y parece que la etapa de calor en Pamplona ha llegado definitivamente a su fin. “Me apasiona el esquí. En verano lo echo mucho de menos”, apunta justo antes de viajar al pasado, rumbo a su niñez.
A veces, rememorar épocas lejanas se torna un ejercicio complejo. Supone abrazar la memoria para rescatar recuerdos que quizá no visitábamos hace tiempo. Por eso, nuestro protagonista se toma unos segundos para pensar. Su sonrisa enseguida nos anuncia algo: su vida está repleta de momentos memorables. Era el mayor de cuatro hermanos, y precisamente por ese motivo estaba acostumbrado a escuchar frases que los adultos repetían una y otra vez: “Tienes que dar ejemplo”, “tienes que ser responsable”, “tienes que cuidar de los pequeños”… Óscar lo intentaba. Pero hoy, a sus 56 años, reconoce que siempre fue un niño “revoltoso” y un poco “trasto”.
Esa afirmación nos guía inmediatamente hacia varias anécdotas que le provocan alguna que otra carcajada. Durante tres o cuatro cursos de Secundaria, no fue capaz de realizar exámenes escritos. Los porqués eran muy variados. Un año, se cayó de un árbol y se rompió la muñeca; al siguiente, se fracturó un hueso de la mano y el dedo índice; sufrió una conmoción cerebral después de una caída que le imposibilitaba leer… Accidente tras accidente, siempre acababa realizando los exámenes de manera oral. “Mi madre me leía los temas y yo los memorizaba. Los profesores me preguntaban ‘¿cada año te va a pasar algo?'”, expresa entre risas. Hoy, sus dos hijas lo imaginan como un joven “inquieto”, y sonríen al escuchar las infinitas historias que narra de su infancia.
INICIOS EN FAMILIA
Nunca tuvo claro cuál era su profesión soñada. Cuando le preguntaban, solía responder lo mismo que otros niños: Futbolista, astronauta, bombero… Sin embargo, con el tiempo se percató de que la respuesta se la darían, precisamente, las experiencias que poco a poco se iría encontrando por el camino. “Las circunstancias que se dan, las personas que conoces, las cosas que vives… Todo eso te guía y te lleva a tomar decisiones”, constata con firmeza.
“Si meditas excesivamente las cosas, terminas por no tomar una decisión. Para mí, no hay peor decisión que la que no se toma”
Así, estudió Dirección y Administración de Empresas Turísticas en el Instituto Navarro de Estudios de Turismo (INET). A la semana de finalizar su formación, fichó por el Hotel Iruña Park de Pamplona, donde trabajó como recepcionista durante un año. Más tarde, le surgió la oportunidad de ejercer como comercial en Carser, compañía especializada en el diseño de carrocerías para autobuses. Aquel fue su primer contacto con el sector de la automoción, que enseguida le sedujo. Pero, tras más de una década en la empresa, un “runrún” comenzó a invadir su cabeza: “Pensé que podía llegar más lejos de donde realmente estaba. Y justo entonces decidí emprender”.
Así, fundó Integralia Movilidad junto a su hermano Alberto. Al poco tiempo, también su hermana Saioa se unió al proyecto, que ya suma veinticinco años de andadura, como directora financiera. Nuestro protagonista recuerda aquella etapa inicial como “muy ilusionante” y reconoce que no tuvo especial miedo a la hora de lanzarse a la aventura. “Si meditas excesivamente las cosas, terminas por no tomar una decisión. Para mí, no hay peor decisión que la que no se toma. Había que apostar por nuestra iniciativa, estábamos dispuestos a asumir los riesgos que supone emprender”, subraya el CEO de la empresa.
En un principio, la firma se dedicaba a la reforma de vehículos para facilitar el acceso a las personas con movilidad reducida. De hecho, de ahí surgió el nombre de Integralia, pues la finalidad consistía en “integrar” a toda la sociedad en el campo del transporte. La primera reforma que los hermanos llevaron a cabo supuso “un antes y un después” para muchos navarros: “Nos encargamos de los primeros taxis adaptados que se vieron en Pamplona. Lo llamaban el ‘eurotaxi’ y se gestionaba a través de la Fundación ONCE“.
UNA EMPRESA “CON CALLE”
A los tres años, sin embargo, los hermanos Lana decidieron tomar otro rumbo. Pronto, Integralia Movilidad, con sede en Esquíroz, se especializó en la fabricación de carrocerías para microbuses. “Es importante estar atento a las circunstancias del mercado”, puntualiza Óscar para acto seguido recalcar que esa es, precisamente, una de las fortalezas de la firma navarra.
Mirar hacia el futuro y detectar “cuanto antes” las demandas del sector es clave para innovar. Para ello, nuestro protagonista desvela un secreto: “Hay que escuchar lo que te dice la gente de la calle”. De cualquier conversación, evento o plan improvisado puede surgir una idea que haga que “salte la alarma”. “Hay que estar con la antena puesta, pendiente de todo. Mis hijas suelen usar la expresión ‘¡te falta calle!’. Creo que esta es una empresa con mucha calle”, valora.
“Intentamos ser competitivos y diferentes, yendo siempre por delante y arriesgando a la hora de ser los primeros”
Lo cierto es que hay una pregunta que Integralia Movilidad se hace constantemente: ¿hacia dónde se mueve la sociedad? Lo que las personas demandan ahora difiere bastante de lo demandado hace un par de décadas. Por eso, “estar atento” es tan importante para la empresa. Hoy, por ejemplo, muchos pasajeros solicitan que los puertos USB que presentan los autobuses sean de tipo C. “Ahora mismo, los proveedores nos suministran el modelo B. Si conseguimos instalar el modelo C, estaremos atendiendo esa demanda que, en realidad, es bastante sencilla de solucionar”, aclara Óscar.
Otra de las fortalezas de la compañía navarra es lo mucho que valora aquellas “cosas intangibles” que, realmente, marcan la diferencia. En este sentido, nuestro protagonista se enorgullece del gran equipo que conforma la empresa. “Intentamos ser competitivos y diferentes, yendo siempre por delante y arriesgando a la hora de ser los primeros. Las personas que trabajan aquí son buenas en todos los sentidos de la palabra”, declara satisfecho.
Integralia Movilidad es la única compañía en Navarra especializada en el diseño y la fabricación de carrocería para microbuses. Capaz de adecuarse tanto a vehículos sencillos como a automóviles VIP o prémium, Óscar alude ilusionado a la gama T-One. Con un motor Mercedes, responde a cualquier necesidad. “Al vehículo se le puede añadir equipamiento de nivel como asientos de piel, puertos USB para cada pasajero, luces de lectura, mesas de juego…”, puntualiza al tiempo que hace hincapié en que ahora la firma también dispone de una versión para transporte urbano.
Además, esa idea de integrar a la sociedad en el sector de la movilidad no se ha perdido. De hecho, el autobús rojo que nos ha recibido al inicio de nuestro encuentro posee una “plataforma de bajo suelo” (PBS), que se despliega para acomodar una silla de ruedas sobre ella.
SUPERAR LOS “TRASPIÉS”
La pandemia supuso “un antes y un después” para Integralia Movilidad. “Teníamos que estar todos encerrados en nuestras casas, así que no nos podíamos mover. Para la empresa fue un golpe duro, y para el sector también”, lamenta cabizbajo nuestro invitado mientras recuerda las instalaciones completamente vacías, sin vehículos a los que atender.
Durante aquellos “tiempos difíciles”, la actitud lo fue todo para superar el “traspiés” provocado por el Covid-19. A pesar de la baja facturación que la compañía registró a lo largo de varios años, poco a poco “logró sobrevivir y crecer”. De esta forma, el pasado año la firma anunció un aumento del 56 % en su facturación. Objetivo cumplido. Integralia Movilidad cerró 2023 con más de 9 millones facturados y, de cara a 2024, prevé alcanzar entre los 11 y los 12 millones.
“Ahora hacemos 150 microbuses al año. Queremos hacer uno al día. Esperamos alcanzar ese reto el año que viene”
Con una plantilla de treinta profesionales, la empresa navarra exporta a países como Francia, Bélgica, Alemania o Italia. Próximamente, proyecta la producción de un microbús al día: “Ahora hacemos 150 unidades al año y queremos ampliar esa cifra. Ese es nuestro reto, y esperamos conseguirlo el año que viene”.
Alegre al destacar el espíritu de “superación” y los logros de la entidad que lidera, Óscar menciona que, desde hace un tiempo, Integralia Movilidad trabaja en un innovador sistema de gestión integral del vehículo. Un conductor de autobús puede llegar a manejar alrededor de ochenta teclas y botones a diario, dispuestos a lo largo y ancho de toda su cabina. La iniciativa ‘IBBC’ se centra en que el profesional lleve a cabo únicamente su misión principal: conducir. En este sentido, esa infinidad de botones desaparecen para integrarse en una pantalla táctil fácil de usar. “Es un sistema completamente intuitivo que facilita mucho el trabajo del conductor. Muchas veces van de un vehículo a otro y las teclas están situadas en diferentes lugares, es un lío para ellos. Con IBBC todo resulta más sencillo”, sostiene nuestro invitado.
En consonancia con esta iniciativa, el Gobierno de Navarra adjudicó recientemente a la empresa la puesta en marcha de un proyecto estratégico I+D, bautizado como ‘Moverte’. Su objetivo es el desarrollo de “materiales ligeros e inteligentes” a través de la electrónica impresa para facilitar la conducción de un vehículo.
Justo al llegar al final de nuestro encuentro, el cielo estalla en un trueno ensordecedor. “¡Parece que incluso el tiempo nos estaba escuchando atentamente!”, bromeamos. Con el frío acechando a la salida de las instalaciones de Integralia Movilidad, me despido de Óscar, dispuesta a enfrentarme a la tormenta. Una vez más, lamento el final del verano. Una vez más, él sonríe, imaginándose con sus preciados esquís: “¡La nieve está a la vuelta de la esquina!”.